El líder derechista Jair Bolsonaro, excapitán del ejército, de 63 años, se convirtió el 1 de enero de 2019 en el flamante presidente de los brasileños, tras una pomposa ceremonia en la capital, Brasilia, revestida de amplias medidas se seguridad, a la que acudieron diversos mandatarios extranjeros, dirigente que gobernará a Brasil durante cuatro años, hasta el 1° de enero de 2023. Los actos empezaron pasadas las 14 horas horario local (16 horas GMT), cuando el mandatario electo y su esposa, se reunieron en la catedral metropolitana, con el vicepresidente y su esposa. Desde ahí el desfile presidencial los llevó por el eje monumental de Brasilia, donde se congregaron decenas de miles de partidarios, que le hicieron calle de honor, hasta el Congreso Nacional, donde fue recibido por los presidentes de la Cámara de Diputados, y del Senado, quien le tomó el juramento, luego del cual, Bolsonaro pronunció su discurso ante los parlamentarios. Al salir del Congreso, recibió los honores militares, para continuar hacia el cercano Palacio de Planalto, sede del Gobierno, donde el presidente saliente le hizo entrega de la banda presidencial, nombrando de forma oficial a sus 22 ministros, para proceder luego a saludar a las delegaciones de los países presentes en la ceremonia.
Los actos estuvieron marcados por estrictas medidas de seguridad, que finalizaron con una recepción en el Palacio de Itamaraty, sede del ministerio de Relaciones Exteriores. El propio Bolsonaro, usó todo el tiempo chaleco antibalas, y su equipo de seguridad, mantuvo hasta último minuto, en duda si usaría en el tradicional desfile, el Rolls Royce convertible (foto) de los años 50, todo, para preservar su integridad física. La explanada de los ministerios y las calles cercanas, estuvieron cerradas al tráfico vehicular, desde el 30 de diciembre, y los simpatizantes que quisieron acercarse a ver el desfile, fueron registrados uno a uno, prohibiéndoles llevar mochilas y botellas de agua. La lista oficial, que participó en la investidura, estuvo compuesta por 60 delegaciones extranjeras, 12 jefes de Estado, tres vicepresidentes, 11 cancilleres, 16 enviados especiales y tres directores de organismos internacionales. Los representantes de Cuba y Venezuela, fueron vetados por expreso deseo del equipo de Bolsonaro, después de que el Gobierno en funciones de Temer, cursó las invitaciones. El presidente maxicano tampoco asistió. Aunque se especuló con la presencia de Donald Trump, EE.UU., fue representado por el secretario de Estado. La delegación de Rusia la encabezó el presidente de la Duma de Estado, mientras que el vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular china, representó al gigante asiático.
Entre las visibles ausencias en la ceremonia, se notó la de los diputados de la oposición de la izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) y del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). El partido del expresidente Lula da Silva, argumentó en un comunicado, que no tolera discursos y acciones que estimulan «el odio, la intolerancia y la discriminación», en referencia al nuevo Presidente, quien prometió «liberar a Brasil de la corrupción, la criminalidad y la sumisión ideológica», con un pleno respeto, «a las religiones y a las tradiciones judeo-cristianas».