La evolución de Los Urabeños

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Artículo escrito por Jeremy McDermott para insightcrime.org

Urabá, que significa «tierra prometida» en lengua indígena, fue la cuna de los paramilitares y sigue siendo el principal bastión de las BACRIM en el territorio colombiano. Aquí es donde todavía se encuentran la mayoría de los nodos de comando de los Urabeños, y es la sede de la «junta directiva» o el Estado Mayor de la organización. La región es un lugar crucial para el narcotráfico, facilitando el acceso a los cultivos de coca ubicados en el Nudo de Paramillo, las montañas de Bolívar y las selvas del Chocó. Está situado en medio de uno de los corredores más importantes para el movimiento de drogas, desde el centro del país hasta los puntos de salida en los litorales del Pacífico y del Atlántico. Por último, tiene una cultura de ilegalidad que se extiende desde la formación de los guerrilleros marxistas en los años sesenta, si no antes, lo que proporciona un terreno fértil para que florezcan hoy las BACRIM.

La evolución de los Urabeños se puede dividir en tres fases:

1) El período comprendido entre la fundación del grupo y el arresto de Daniel Rendón alias «Don Mario» (2006-2009).

2) El auge y la caída de Juan de Dios Úsuga, alias «Giovanni» (2009-2012).

3) La implosión de los Rastrojos (2012-2013).

  1. Fundación y arresto de Daniel Rendón alias «Don Mario» (2006-2009)

La familia Castaño fundó el movimiento paramilitar en los años noventa. Fue probablemente el último de los Castaño, Vicente, quien fundó lo que se convertiría posteriormente en el grupo de los Urabeños, antes de ser traicionado y asesinado al igual que sus hermanos antes que él. Uno de los primeros nombres de lo que se convertiría enlos Urabeños fue «Bloque Héroes de Castaño».

Vicente Castaño se negó a entregarse cuando el entonces presidente Álvaro Uribe capturó a los jefes de las AUC en 2006, y los encerró en una instalación en La Ceja, Antioquia. Vicente consideró la acción del gobierno una traición, y se dedicó a reconstruir su base de poder. Se dirigió a dos lugartenientes de confianza: Daniel Rendón Herrera, alias «Don Mario», y Ever Veloza García, alias «HH». El primero era un hombre adinerado, que había manejado las finanzas del Bloque Centauros de las AUC. Él también era de Amalfi, el lugar de nacimiento de los Castaño. HH, por otro lado, había estado con Vicente Castaño desde la fundación de los paramilitares en 1994. Él fue su matón, y un jefe militar de confianza[1].

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Los otros comandantes paramilitares, quienes habían acatado las condiciones del gobierno, no estaban contentos con la idea de que Vicente Castaño se encargara de sus negocios, territorios y rutas de la droga. La Oficina de Envigado se puso de acuerdo para matar a Castaño, tal vez con la participación de HH, quien pudo haber traicionado a su antiguo jefe. Vicente Castaño fue asesinado en marzo de 2007, probablemente en su finca en Córdoba.

Esto dejó solo a Don Mario, quien se instaló en Urabá, donde su hermano Fredy, alias «El Alemán», había dirigido a los 2.000 hombres del Bloque Élmer Cárdenas de las AUC. El Alemán desmovilizó a 1.500 de estos hombres durante tres ceremonias de desmovilización diferentes en 2006. Don Mario conocía personalmente a muchos de estos soldados y rápidamente crearon juntos una formidable fuerza de combate de aproximadamente 80 hombres. Luego monopolizó esta importante ruta de droga, cobrándole a los traficantes por cada kilo de cocaína que pasara a través de su territorio. Era un negocio lucrativo. El impuesto era de US$ 400 por kilo. Y con más de 20 lanchas rápidas saliendo del Golfo cada semana, cada una capaz de transportar dos toneladas de cocaína, Don Mario estaba ganando cerca de US$ 20 millones al mes. Los Urabeños estaban en el negocio, junto a más de 30 BACRIM identificadas por la policía.

Don Mario buscó expandir su dominio desde la zona central en Urabá y se desplazó al sur, a la estratégica región del Bajo Cauca y Medellín. Se encontró con la resistencia de otras BACRIM, principalmente de los Paisas y la Oficina de Envigado. Luego, en mayo de 2008, el presidente Álvaro Uribe extraditó a Estados Unidos a 15 de los principales líderes paramilitares, afirmando que estaban violando las condiciones del proceso de paz. Buena parte de la cúpula del mundo criminal quedó vacante y las BACRIM (bandas criminales) tomaron el control.

Don Mario tenía amigos poderosos, entre ellos Guillermo Valencia Cossio, hermano del entonces ministro del Interior, Fabio Valencia Cossio, quien dirigía la Procuraduría General de la Nación en Medellín. Sin embargo, no tardó en granjearse muchos enemigos. Su organización, a la que llamó las «Autodefensas Gaitanistas de Colombia» (el de Urabeños es un nombre otorgado por la policía) terminó envuelta en un conflicto con los Paisas, la Oficina de Envigado y los Rastrojos.

Don Mario necesitó ayuda para asentarse en Medellín y requirió de los mejores narcotraficantes para poder aumentar sus ganancias. Se dirigió a un hombre que le podía ayudar en ambos fines: Henry de Jesús López, alias «Mi Sangre«. Don Mario conoció a Mi Sangre cuando trabajaba para otro socio de Castaño, también oriundo de Amalfi, Miguel Arroyave, jefe del Bloque Centauros de las AUC, quien buscaba establecerse en Bogotá. Mi Sangre, cuyas raíces se remontan a la mafia de Medellín -la Oficina de Envigado-, había sido enviado a Bogotá para trabajar con Arroyave en la creación del Bloque Capital de las AUC, que tenía como objetivo establecer una serie de oficinas de cobro en la capital.

Las andanzas de Don Mario habían activado las alertas de las fuerzas de seguridad. A finales de 2008, la recompensa del gobierno por información que llevara a su captura había alcanzado los US$ 1,5 millones. Él era la cara visible de las BACRIM.

No le tomó mucho tiempo a la policía colombiana ubicar a Don Mario, capturado en abril de 2009. Sin embargo, para la fecha, los Urabeños ya habían asegurado una presencia en los departamentos de Chocó, Antioquia y Córdoba, y habían enviado grupos de avanzada a las ciudades de Medellín, Cartagena y Santa Marta. También a los departamentos de Norte de Santander, Bolívar, Cesar y La Guajira, donde los Urabeños movían droga con la ayuda de otros grupos.

Los Urabeños contaban con unos 350 hombres, la mayoría exintegrantes de las AUC. Incluyendo a sus aliados, los Urabeños podían sumar más de 1.000 hombres armados. Don Mario había puesto a los Urabeños en el mapa, pero seguían siendo apenas una más entre una docena de BACRIM importantes.

  1. El ascenso y la caída de Juan de Dios Úsuga, alias «Giovanni» (2009-2012)

Se podría decir que la captura de Don Mario fue lo mejor que le pudo haber pasado a los Urabeños. En primer lugar, la presión por parte de las fuerzas de seguridad se redujo (al estar Don Mario bajo custodia, la policía centró su atención en otra parte). En segundo lugar, Don Mario fue reemplazado por un líder con mucha más habilidad y astucia: Juan de Dios Úsuga, alias «Giovanni«.

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Giovanni y su hermano, Darío Antonio Úsuga, alias «Otoniel«, fueron parte del personal clave dentro de las AUC, que previamente habían sido guerrilleros del Ejército Popular de Liberación (EPL). El EPL se desmovilizó en 1991, pero sus miembros se vieron presionados por las FARC en Urabá, la cual persiguió a los exguerrilleros del EPL, al acusarlos de traidores a la causa revolucionaria. Muchos excombatientes del EPL fueron a parar a los brazos del naciente movimiento paramilitar, convirtiéndose en miembros fundadores de la primera unidad paramilitar, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá -ACCU-. Las ACCU conformarían más tarde el núcleo de las AUC, el cual fue fundado en 1997. Giovanni había trabajado con el Bloque Calima de las AUC en el Cauca, para velar allí por los intereses de los Castaño, mientras que Otoniel trabajó con Don Mario y el Bloque Centauros en el Meta.

Giovanni reunió a otros exguerrilleros del EPL, entre ellos Roberto Vargas Gutiérrez, alias «Gavilán«; Francisco José Morela Peñate, alias «Negro Sarley»; Jacinto Nicolás Fuentes German, alias «Don Leo», y Melquisedec Henao Ciro, alias «Belisario», entre otros. Este grupo de exguerrilleros se convirtió en el disciplinado y competente núcleo militar de los Urabeños y los miembros de su Estado Mayor.

Fue en este punto que la expansión de los Urabeños comenzó en serio. Desde Urabá se enviaron lugartenientes de confianza para tomar el control de tierras estratégicas para el narcotráfico, preferiblemente a través de alianzas y acuerdos, o a través de la violencia.

Mi Sangre fue un personaje clave en esta expansión. Envió grandes cantidades de cocaínadesde el noroeste de Colombia para los carteles mexicanos, principalmente los Zetas. Trabajó con un viejo amigo y socio de la Oficina de Envigado, Maximiliano Bonilla Orozco, alias «Valenciano«, quien no sólo tenía el poder en Medellín, como jefe de una facción de la Oficina de Envigado, sino que también dirigía a uno de los grupos disidentes de los Paisas a lo largo de la Costa Caribe. Los Urabeños fueron capaces de proporcionarle a Valenciano armas y municiones para ayudarlo a luchar contra las facciones rivales de la Oficina de Envigado en Medellín. A cambio, Valenciano les dio acceso a sus conexiones internacionales de cocaína. Los contactos le dieron a los Urabeños acceso a nuevas rutas, nuevos clientes y más dinero.

Los antecedentes de la guerrilla en el liderazgo del grupo proporcionaron a los Urabeños un alto mando con una mejor comprensión sobre cómo establecer vínculos con las comunidades locales en las zonas donde operaban, y les dio también una ventaja al tratar con las FARC, el ELN y la facción disidente del EPL que aún opera en el Norte de Santander. Las relaciones con estos grupos guerrilleros son ahora esenciales para las BACRIM, ya que los guerrilleros controlan gran parte de los cultivos de droga en el país y suministran base de coca a las BACRIM. Su control territorial también significa que los Urabeños a veces deben mover cargamentos a través de territorio guerrillero.

Los Urabeños no sólo forjaron acuerdos con «Valenciano» y sus Paisas, sino también con otros actores criminales: la BACRIM de la Alta Guajira, a cargo de Arnulfo Sánchez González, alias «Pablo», y la Oficina del Caribe, manejada por los familiares del extraditado jefe de las AUC, Hernán Giraldo.

A finales de 2010, los Urabeños se encontraban en una posición mucho más fuerte que en la que Don Mario los había dejado. Ellos controlaban la mayoría de las principales rutas hacia el norte, desde Medellín hasta el Caribe. También lograron abrir otra importante ruta terrestre hacia el Atlántico, a través del departamento del Cesar, que une el centro del país con la frontera con Venezuela y la costa. En resumen, se habían convertido en una de las tres principales BACRIM en el país, después de los Rastrojos y el Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista Colombiano -ERPAC.

  1. La implosión de los Rastrojos (2012-2013)

Para 2011, los Rastrojos eran la BACRIM más poderosa y el poder criminal dominante en el mundo del narcotráfico colombiano. Para finales de ese año, según algunas estimaciones, el grupo hacía presencia en hasta 23 de los 32 departamentos de Colombia y tenía una fuerza militar rural estimada en más de 1.000 combatientes, así como el control sobre muchas oficinas de cobro, sicarios y redes de lavado de dinero.

Ellos controlaban las principales redes de tráfico en el oeste y el noreste, exceptuando algunas zonas de la Costa Caribe y los Llanos Orientales fuera de su área de influencia. Trabajando de cerca con el narcotraficante Daniel el «Loco» Barrera, establecieron un gran número de contactos internacionales. También aseguraron una presencia fuera de las fronteras de Colombia, controlando el tráfico en Ecuador, y en ambos lados de la frontera con Venezuela. Bajo el liderazgo de los hermanos Calle Serna (Javier, Luis Enrique y Juan Carlos), así como Diego Henao, alias «Diego Rastrojo», el ascenso de los Rastrojos había sido meteórico. Su caída sería igual de precipitada.

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En noviembre de 2011, los Rastrojos y los Urabeños negociaron lo que en el momento parecía ser una innovadora tregua, dividiéndose entre ellos los territorios criminales y tratando de terminar una guerra que a ambos les había costado muy caro. Hay evidencia de que una reunión tuvo lugar entre los grupos en el Bajo Cauca, donde el alto mando delos Urabeños negoció con líderes locales y emisarios de los Rastrojos enviados desde el Valle del Cauca, el cuartel general de los Rastrojos. El acuerdo dejó a los Urabeños con control del Bajo Cauca, a cambio de ceder Cúcuta, en la frontera con Venezuela, y de retirar su apoyo a los enemigos de los Rastrojos en el Valle del Cauca.

Sin embargo, este acuerdo nunca tuvo la oportunidad de consolidarse. A comienzos de 2012, surgieron persistentes rumores de que Javier Calle Serna, alias «Comba«, estaba negociando con las autoridades estadounidenses. De repente, el imperio de los Rastrojos pareció estar construido sobre arena movediza. En mayo de 2012, Comba se entregó a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Apenas un mes más tarde, Diego Rastrojo fue detenido en Venezuela. El último líder que potencialmente hubiera podido mantener unida a la organización, el hermano de Comba, Luis Calle Serna, se entregó a las autoridades en octubre. Esto ocurrió justo un mes después de la pérdida del contacto clave del grupo para el tráfico internacional, Daniel Barrera, quien fue detenido en Venezuela ese septiembre.

Esta cadena de entregas y detenciones fue similar a la extradición en 2008 del alto mando de lasAUC. De un día para otro, enormes porciones del mundo del narcotráfico en Colombia estaban en juego. Los Urabeños aprovecharon la oportunidad. De repente, parecían estar en todas partes, incluso al interior de la zona central de los Rastrojos, en la Costa Pacífica, y estableciendo alianzas con oficinas de cobro en Cali y en el estratégico puerto de Buenaventura. Con la región del Bajo Cauca ahora bajo su control, pudieron enviar combatientes y recursos a otras regiones del país, buscando asegurar los cruciales puntos de cruce hacia Venezuela, en el departamento de Norte de Santander, y expandiéndose de nuevo a los Llanos Orientales.

Sin embargo, no todo ha sucedido como los Urabeños han querido. La policía colombiana ha obtenido una serie de victorias significativas contra esta BACRIM. Giovanni, el cerebro detrás de la consolidación y expansión de los Urabeños, fue dado de baja en una incursión de las fuerzas de seguridad el día de año nuevo de 2012. A esta pérdida se le ha agregado la detención de los hermanos de Giovanni, Juan Diego y Juan Fernando, alias «Simón», en mayo de 2012, y el de otro familiar, Alexander Montoya Úsuga, alias «El Flaco», en julio de 2012. Mi Sangre y Belisario también fueron neutralizados. El primero fue detenido en Argentina en octubre de 2012, y el último fue capturado en Colombia ese mismo mes. En febrero de 2013, Don Leo fue capturado en Perú. El Negro Sarley fue asesinado en un tiroteo con la policía en abril de 2013.

El cerco alrededor de Otoniel también ha empezado a cerrarse. Casi es descubierto cuando la policía fue a la ciudad de Blanquizet, en Urabá, en diciembre de 2013 para arrestar a su sobrino, Arley Úsuga Torres, alias «07», quien fue, junto con los anteriores, miembro del Estado Mayor de los Urabeños. Al parecer, Otoniel estaba asistiendo a una reunión del Estado Mayor cuando la policía llegó en helicópteros. También fue detenida la hermana de Otoniel, Nini Johana Úsuga, en diciembre, esta vez en Medellín. La policía está utilizando las mismas tácticas que se han desplegado con éxito contra otros capos de la droga, golpeando las redes de apoyo y los colaboradores cercanos, con el fin de dejar cada vez más expuesto al blanco principal.

Este artículo hace parte de una serie sobre la banda criminal de Los Urabeños y su poderío en Colombia. Vea la serie completa aquí.

 

Tomado de insightcrime.org

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