La caída en picada del Vallenato sin Diomedes Díaz

La caída en picada del Vallenato sin Diomedes Díaz

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Desde que Diomedes Díaz se enfermó del mal de Guillain Barré, por la tensión nerviosa que le produjo la trágica muerte de su amiga Doris Adriana Niño, el vallenato bueno comenzó un gran declive en el país, lo cual se acrecentó definitivamente con la muerte hace años del Cacique de La Junta. Obviamente que en esa caída en picada del vallenato también influyeron las muertes de Rafael Orozco y Juancho Rois, la separación definitiva de los Hermanos Zuleta, los maestros de Diomedes, y las malas producciones musicales, muchas veces tardías, por los constantes cambios de acordeoneros de Jorge Oñate, Beto Zabaleta e Iván Villazón.

Diomedes como músico marcó un hito en el folclor que nadie ha superado y el cual, por ahora, nadie parece igualar. Dueño de un inmenso carisma y una magia única, la cual complementaba con su gran talento para cantar, componer toda clase de canciones e improvisar en sus presentaciones en vivo. Reconozcamos también que el Diomedes de los últimos ocho años de su vida de nada contribuyó a aumentar su leyenda musical.

Ahora hay nuevas generaciones como Silvestre Dangond, Peter Manjarres o Churo Díaz (descendiente de Adanies Díaz), que son grandes artistas representantes de la Costa Caribe, queridos por la juventud de todo el país, a quienes les gusta esta música, porque tienen cierta pega pega en sus sones, pero no tienen en sus interpretaciones el sabor, la letra, la poesía o el misma ritmo del vallenato del Cacique.

Por ejemplo, Silvestre es hoy por hoy, sin duda, el abanderado del nuevo ritmo vallenato. Es un muchacho simpático, atractivo físicamente, ahora tiene juventud, utiliza la moda en sus conciertos llenos de luces de colores y humo,  maneja las modernas redes sociales, tiene un gran manager, ha tenido grandes multinacionales como patrocinadoras de su imagen en la prensa, hace grandes conciertos publicitados por todos los medios en diferentes ciudades, y resultó ser gran presentador de televisión, todo eso vale y se lo ha ganado a pulso y se lo merece. La mayoría de esas cosas, Diomedes jamás la tuvo ni las soñó, sino imagínenselo… pues llenaba a todo tope las antiguas «Casetas» polvorientas de los pueblos colombianos «no más con una pancarta y un pasacalle», como él mismo lo decía.

Silvestre solo se parece a Diomedes, porque él también tiene el gran don del carisma, es decir, que lo quiere el público, que eso sí es natural. Tal vez, porque los seguidores encontraron en él, la forma de llenar el vacío que dejó El inolvidable Cacique.  Sin embargo, aunque parezca duro, hay que decir que Silvestre no tiene el don musical de Diomedes, que es irremplazable y perece no tener heredero en el vallenato. Claro que Silvestre trata de ganarse a los seguidores del fallecido monstruo musical cantando las mejores y más recordadas canciones de Diomedes,  lo que es buen ejercicio a su favor.

Diomedes y Juancho
Diomedes con Juancho Rois, catalogado por los expertos como el mejor acordeonero moderno y su gran compañero musical.

 

Los amantes del vallenato recuerdan que en todas las parrandas es obligatorio poner los éxitos de Diomedes para alegrar el momento, ya que no todo el mundo se toma una trago de licor con la música de la nueva ola, pero sí los inspira el vallenato de Diomedes y de los otros grandes juglares, nombrados al inicio de esta nota.

Todos los 26 de mayo, los  millones de seguidores de Diomedes en Colombia lo recuerdan en esa fecha y ahora revientan las redes sociales, especialmente como tendencias en Twitter, haciendo eco de sus cientos de éxitos musicales y su cumpleaños, porque su nacimiento fue aquel 26 de mayo del año 57 en el municipio de La Junta, en La Guajira.

El mismo Diomedes dejó plasmada en una de sus composiciones ese momento sobre su nacimiento, en esta famosa pieza vallenata al lado del su mejor compañero musical, Juan Humberto Rois…se las dejo ahí:

Por Sixto Alfredo Pinto

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Sixto Alfredo Pinto
Sixto Alfredo Pinto

Director de La Otra Cara. Investigador, Periodista y Escritor.


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