Nasa Estéreo. Voz, diálogo, encuentro y resistencia para la comunidad

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Tres comunicadores indígenas pertenecientes a los procesos comunicativos de Nasa Estéreo de Toribio, Radio Payumat en Santander de Quilichao y la coordinación del Tejido de Comunicaciones de la ACIN, amenazados en un panfleto atribuido a las FARC y que circuló en el norte de Cauca el pasado siete de noviembre. Desde La Habana la Delegación de Paz de las FARC – EP manifestó que los panfletos difundidos corresponden a un comunicado apócrifo. El grupo guerrillero niega que declarara objetivo militar a los líderes indígenas.

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Por Sonia Liliana Godoy

Comunicadores que son actores sociales capaces de tomar y lanzar la voz  para valorar lo propio y ponerlo en juego con lo otro, así son Manuel Julicue, coordinador de la emisora comunitaria Nasa Estéreo de Toribio, Emilio Basto de Radio Payumat y Harold Secue, coordinador del Tejido de Comunicaciones de la Acin, y cuyos nombres aparecen en un panfleto amenazante atribuido a las Farc. Los declaran, junto a otros 23 líderes del movimiento indígena, objetivo militar.

Desde La Habana la Delegación de Paz de las FARC – EP manifestó que los panfletos difundidos corresponden a un comunicado apócrifo. El grupo armado niega las amenazas a los líderes indígenas.

Dos guardias fueron asesinados por la guerrilla, el miércoles cinco de noviembre, cuando la comunidad exigía el retiro de propaganda subversiva instalada en la vereda Sesteadero, municipio de Toribio, sur occidente de Colombia.

Tan pronto como se realizó la acción y encontrándose en el sitio Manuel inició su actividad comunicativa de movilización social a través de su medio; la emisora Nasa Estéreo.

“Empiezo a informarle a la gente lo que está pasando. Que acaban de disparar ráfagas de fusil a quienes nos encontrábamos allí y que dos de nuestros guardias indígenas habían sido baleados” cuenta, y continúa diciendo: fue así que mucha, muchísima gente de diferentes veredas nos escuchó y llegó apoyarnos. Al final fueron detenidos siete guerrilleros, producto de la acción de control territorial.

Radio Payumat emisora del Tejido de Comunicaciones de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca Acin, con sede en Santander de Quilichao, hizo lo propio; retransmitió la señal y como es costumbre hizo el enlace. Otros medios se vincularon, y en menos de nada la voz de Manuel se propagó.

Julicue es uno de los comunicadores que junto a su equipo de trabajo han sabido dimensionar la causa de lucha común, uniéndola a los procesos del medio para el diálogo, encuentro y pervivencia de su comunidad en el marco del Proyecto Nasa de Toribio.

Proceder nada fácil en medio del conflicto armado que vive esta zona del país. Sabe que ante las actuales circunstancias la situación es compleja.

No es la primera vez que este medio y él reciben amenazas más no por ello el temor es menos. Los nombres de varios de sus comunicadores no han escapado a los “avisos” de diferentes grupos por ser parte del proceso de autonomía. Se convierte en voz, diálogo, encuentro y resistencia para la pervivencia como pueblo.

En 2011, Manuel se encontraba en la cabina de radio cuando un bus escalera cargado con explosivos fue detonado; los vidrios cayeron, uno de ellos le hirió el labio.

“Eso fue como sentir un temblor, no sabía que pasaba, los tiros sonaban fuertemente y las bombas de seguido. Estaba solo en cabina. Sentí que me ardía la boca. En la calle la gente lloraba y gritaba”, relata.

Recuerda que aproximadamente 20 minutos antes del estallido llegó un mensaje de texto que decía: “hola Manuel vamos a volar esa emisora por no poner buena música”, pero que tan solo leyó después de la explosión. Hoy él cree que era una forma de prevenirlos pero también sabe que en ese momento no lo hubiera ni entendido ni creído.

De la ‘chiva bomba’ se dice que iba dirigida a la estación de policía pero les detonó por completo antes. Sin embargo Manuel señala que al bunker no le hubiera pasado nada. El cuartel está como a 50 metros de las instalaciones del medio.

Tal vez esa fue una de tantas acciones que colmó la paciencia de la población civil.

Atrás quedó el respeto que otrora mostraban lo insurgentes armados al movimiento indígena, y la no aceptación del movimiento de que sus comuneros integraban las filas guerrilleras. Hoy, varios son de allí, se enfrentan y amenazan.

Así nos lo contó Esneider Gómez, Gobernador del resguardo de Toribio  en una entrevista previa: “Sabemos que la fuerte presencia de los grupos armados ilegales aquí hace que siga siendo un fortín para la resistencia armada de la guerrilla. Además porque de cierta manera han logrado tener en sus filas muchos comuneros nuestros”.

El nombre de Gómez también está en la lista. Las Farc anunciaron acciones fuertes para presionar la libertad de los siete subversivos sindicados de homicidio. Cosa que no ocurrió, y al finalizar la audiencia indígena que los condenó a 60 y 40 años, Gómez se declaró prevenido pues las intimidaciones continúan y de manera directa.

De él dicen las Farc en su comunicado que “pretendió desarmar a los milicianos luego de que estos ya se habían replegado del lugar”. Las comunidades congregadas en asamblea rechazaron el pronunciamiento.

Durante la aplicación de justicia propia y pese a las amenazas, Julicue y Basto estuvieron frente a frente con los sindicados. No silenciaron sus micrófonos y la voz nasa punteó con gran fuerza. Secué hacía lo propio desde un punto de transmisión, a las afueras del auditorio, en donde se reunían cientos de comuneros, escuchaban la transmisión y eran partícipes de la decisión del tribunal indígena.

En nuestra conversación Manuel aclara que las acciones de resistencia son en contra de todos los grupos armados y recuerda como desde la emisora – luego de la ‘chiva bomba’ – fortalecieron la convocatoria para que la comunidad apoyara el retiro de las trincheras de la fuerza pública ubicadas en diferentes puntos de la población y muy cerca del Proyecto Nasa.

De igual manera cuando la comunidad exigió la salida del ejército del Cerro Berlín, en 2012. Allí queda justamente la antena repetidora, para reparar algún daño deben hacerlo bajo vigilancia y acompañamiento de este grupo militar. Situación que aumenta el riesgo.

“La comunidad conoce la capacidad de accionar de los grupos armados legales o ilegales y como siempre nosotros la población civil llevamos el bulto”, refiere.

Avanzamos en nuestra plática y nos queda claro que Manuel, Emilio y Harold entienden que el ejercicio de la comunicación indígena se da para defender la vida desde la palabra. Como el sentido que une y atrae porque dialogan desde la diversidad.

Convicción que los tiene hoy en medio de la zozobra y la angustia pero con la firmeza de continuar en la resistencia para defender su vida y la de su pueblo Nasa. Desde esa otra radio que es ‘frente cultural’ y que ‘se juega en la vida cotidiana de la comunidad’ ligada a procesos de reconstrucción política y social colectiva de una violencia que se arraigó en las entrañas pero que con la aplicación de remedio pretenden exterminar.

A lo mejor por las coincidencias de la vida, Emilio Basto años atrás debió enfrentar una retención por parte del ejército cuando en medio de una pesquisa lo sindicaron de porte de propaganda subversiva. Lo que llevaba consigo eran videos producidos por el Tejido de Comunicaciones con grabaciones del movimiento indígena.

Harold Secue recibió en octubre, el Premio a  Mejor Documental Nacional con el trabajo “Y siguen llegando por el oro”, del Séptimo Festival Ojo al Sancocho. En el que se muestra como las multinacionales se llevan el preciado metal a otros países, mientras el pueblo solo es tenido en cuenta como mano de obra para la explotación.

En contexto

Rodolfo Maya Aricape, comunicador indígena de la Escuela de Comunicaciones del Tejido, fue asesinado en 2010 en la vereda López Adentro de Caloto, norte del departamento.

El crimen está en la impunidad.

Al igual que el del periodista Everardo Aguilar, corresponsal de radio Súper, asesinado en El Bordo municipio de Patía, sur de Cauca, en 2009.

Según datos de La Fundación para La Libertad de Prensa FLIP, Cauca es uno de los departamentos del país de mayor riesgo para el oficio periodístico. En buena medida porque no existen garantías, ni laborales ni de seguridad para el ejercicio en la región.

En un informe de Misión al Cauca se resalta: “El espacio para el quehacer periodístico se ve atado a unos niveles altos de intolerancia y manipulación por parte de las fuerzas que quieren sentar poder y para ello deben silenciar las voces que cuentan y recuentan los hechos en y para la sociedad”.

En su informe de 2013, la FLIP advierte sobre la evidente estigmatización que existe hacia varios medios independientes, especialmente contra los de comunicación de comunidades indígenas, quienes constantemente denuncian ataques contra sus medios y comunicadores: sabotajes contra sus instalaciones que los dejan varios meses fuera del aire. Bloqueo a sus páginas web. Seguimientos, agresión, obstrucción y amenazas. En 2009 tres de sus comunicadores debieron abandonar Cauca.

A octubre de 2014 en todo el departamento, la FLIP reporta 6 casos de violación a la libertad de prensa, con igual número de periodistas víctimas; 3 por amenazas, 2 por agresión y 1 por obstrucción al trabajo periodístico.

Al cierre de esta edición se conoció que luego de la reunión entre La Unidad Nacional de Protección UNP y las Autoridades Indígenas, el Gobierno se comprometió a garantizar medidas de seguridad colectivas a partir del fortalecimiento de la guardia indígena tanto  en equipamiento como formación.

Así mismo Andrés Villamizar, director de la UNP, anunció el estudio de medidas de protección individual para las 26 personas amenazadas en el panfleto del 7 de noviembre.

 

No obstante es de conocimiento público que  la UNP atraviesa una crisis presupuestal que la tiene en aprietos para cumplir con las obligaciones de protección ya contratadas tanto en esquemas de seguridad como en medidas de protección.

La FLIP, en días pasados, se pronunció al respecto y dijo que los periodistas en riesgo llevan semanas sin la protección adecuada. Y al no funcionar los esquemas de protección asignados no se garantiza plenamente la actividad periodística.

Tomado de laotraorilla.co

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