Tres Posibles Escenarios ante la Crisis de Venezuela

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Por Ricardo Angoso.

Una de las peores cosas que puede pasar en el análisis político es confundir el deseo con la realidad, nuestras aspiraciones con los previsibles escenarios hacia los que puede evolucionar una situación de crisis o conflicto. Esto es lo que está pasando ante la crisis de de Venezuela con la mayor parte de los análisis e interpretaciones acerca de los sucesos que están ocurriendo en este país, muchas veces de una forma atropellada, otras caótica e incluso me atrevería a decir que impredecible. Conviene hablar con cautela y a la luz de lo que nos ha revelado la historia de este país en estos veinte años de revolución bolivariana, primero con Hugo Chávez y ahora con el dictador Nicolás Maduro, ya que nos encontramos ante un régimen con nula capacidad de diálogo con la oposición y que siempre responde con la violencia ante cualquier forma de disidencia. Su fuente de legitimación, dada los orígenes golpistas del régimen, siempre ha sido el poder militar y el uso de la fuerza del mismo.

RÁPIDA CAÍDA DEL RÉGIMEN

A pesar del optimismo reinante tras las multitudinarias protestas acaecidas el 23 de enero de 2019 en las calles venezolanas y de la proclamación del presidente Juan Guaidó, conviene analizar las cosas en su justo término y tener en cuenta la historia reciente de este país desde la llegada al poder de Hugo Chávez. En primer lugar,el apoyo de la comunidad internacional nuevo presidente Guaidó y el desconocimiento de Nicolás Maduro hay que matizarlo porque el régimen todavía cuenta con el apoyo de numerosos países latinoamericanos, como Bolivia, El Salvador, México, Nicaragua y Uruguay -que calla, pero quien calla, otorga-, y de dos superpotencias, como Rusia y China. Otras potencias menores en la escena internacional, como Argelia, Bielorrusia, Corea del Norte, Irán y Siria, por citar algunos, todavía siguen apoyando a Maduro y no se perfilan cambios en su política exterior en las próximas semanas. Es cierto que hay grupo países que ya han reconocido al mismo presidente Guaidó, como Argentina, Brasil, Canadá, Colombia y Estados Unidos -con sonora ruptura diplomática por medio- pero todavía hay otros quince que apoyan al sátrapa de Caracas. La Unión Europea ya se decantó, lógicamente, por Guaidó pero tampoco esa posición ha servido para que el régimen recule y opte por una reflexión profunda acerca de la naturaleza brutal e ilegal del mismo.

Las Fuerzas Armadas venezolanas, junto con la Guardia Nacional Bolivariana, han cerrado filas en la defensa del régimen y hasta ahora han mostrado una cohesión casi total ante Maduro, llamando a defender el “orden constitucional”, si es que lo existe actualmente en Venezuela merece tal nombre. Los esporádicos incidentes ocurridos en estos días, en que algunos mandos han mostrado su disconformidad e incluso han osado levantarse, no son representativos y responden al malestar de cuadros medios y bajos sin que aparezcan como una amenaza al régimen.

El régimen cuenta con una base social, que aunque cada vez más erosionada sigue estando presente como se ha visto en estos días en las calles venezolanas, y que está subsidiada por el régimen, conformando un sólido apoyo al dictador Maduro por la vía de los subsidios económicos. No olvidemos que en Venezuela ya no hay iniciativa privada, la población asalariada en la empresa privada es cada vez menor y la sociedad civil ha sido completamente anulada por parte de un régimen que no soporta la crítica y el intercambio democrático de ideas. Tres millones de funcionarios sostenidos por el régimen, junto con sus familias y las redes clientelares que eso supone, son un sólido apoyo para mantener por mucho tiempo un gobierno que ha llevado a la pobreza, o la miseria, a nueve de cada diez venezolanos.

UNA SALIDA NEGOCIADA A LA CRISIS POR LA VÍA ELECTORAL

Esa es la opción que están manteniendo por ahora numerosos países de la UE, como Francia, Italia, Portugal y España, junto otros países latinoamericanos, como México y Uuruguay, que siguen reclamando un diálogo entre las partes y a la larga una salida electoral para desbloquear la situación. Sin embargo, como ha señalado el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, negociar con el régimen de Maduro sin señalar su naturaleza totalitaria, la violación sistemática de los derechos humanos en estos años y su carácter no democrático, por no hablar de otros aspectos, parece que negociar sería darle un balón de oxígeno e incluso legitimarlo en la escena internacional.

Además, la experiencia de los últimos años demuestra que todas las tentativas de diálogo han terminado en un absoluto fracaso y solamente han servido para darle a Maduro una imagen de una persona dialogante, abierta y tolerante, cuando la realidad del país es bien distinta y es asfixiante en el sentido que se han ido apagando todos los escenarios para la negociación política y el intercambio de ideas en las instituciones democráticas. Creer en el diálogo con el régimen de Maduro, en el sentido de que se pueda encontrar una salida política negociada a la actual crisis que permita unas elecciones libres y competitivas, es un escenario poco creíble y quizá condenado al fracaso a priori.

Aparte de estas consideraciones, ¿qué se puede negociar con Maduro? El régimen ya no es democrático, ha vaciado de contenidos la Constitución, no hay separación de poderes, los órganos electorales están copados por los chavistas y en casi todos los procesos electorales ha habido fraude, aparte de que la prensa libre y la oposición ha sido brutalmente borrada del mapa y silenciada. No hay márgenes para negociar con un dictador que nunca ha respetado las formas democráticas -más bien lo contrario: las desdeña- y con un régimen que tiene una voluntad totalitaria y apoyado por la fuerza; la lógica del chavismo son las armas, al estilo de la revolución cubana, y no los votos. Quien no entienda que el régimen solamente se ha legitimado a través de la fuerza y no de las urnas, es que no ha entendido nada de lo que está pasando en Venezuela. Maduro es un presidente ilegítimo desde el punto de vista democrático pero esa legitimidad no le importa mucho al dictador que siempre tiene a gala que no descarta el uso de la fuerza para seguir con el poder. La negociación con régimen es una salida condenada a la vía muerta.

LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN AL ESTILO DE LA DICTADURA CUBANA

El régimen venezolano ha convertido al país en un Estado fallido pero que controla y subordina todos los poderes. Las características principales del régimen de Maduro son la imposición de una economía planificada y subordinada al Estado, la instalación de un sistema político de partido único sin ningún forma de pluralismo, la militarización de la sociedad usando al ejército como fuente de legitimación de su poder y la represión brutal de toda forma de disidencia política, bien sea a través de los partidos políticos o de los medios de comunicación, siguiendo casi al pie de la letra el modelo cubano. El régimen fundado por Chávez nunca se miró en el modelo chino o vietnamita, que al menos se abrieron económicamente y dentro de sus respectivos partidos mantienen una cierta apariencia de pluralidad, sino en el régimen cuartelero y militar cubano.

Ni Chávez primero ni Maduro después quisieron mantener ni siquiera formalmente las formas democráticas, que abominan por su carácter “burgués” y occidental, sino que se miraron en el espejo cubano y en los hermanos Castro como el camino a seguir para su revolución sin haber aprendido nada del fracasado régimen cubano, que tras sesenta años de absurda e ineficiente revolución no ha sido capaz de generar ni bienestar ni prosperidad para millones de habitantes de esa gran ergástula que es Cuba. Mas bien al revés, pero esa es otra historia.

La única esperanza de que el régimen de Maduro caiga en un corto plazo sería que se produjeran algunas fisuras en el interior del mismo y que la comunidad internacional redoble la presión sin descartar medidas más rotundas y cotundentes, pero hasta ahora nadie hizo nada, incluidos los Estados Unidos, y la UE junto con una parte con la comunidad latinoamericana todavía abogan por el diálogo con el régimen, algo que se presiente estéril y solamente beneficia a Maduro. Habrá que esperar pero en el corto plazo no se abrigan esperanzas para un cambio inminente y el pueblo venezolano seguirá esperando en la cola de la historia a la aurora que devora a los monstruos del pasado y traerá la libertad.El día 23 es un ultimátum para que las alimañas que gobiernan en Caracas dejen pasar la ayuda humanitaria, ¿lo harán? En unos días tendremos la respuesta.

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Ricardo Angoso
Ricardo Angoso

Periodista y Analista


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