¡Enhorabuena! Luis Alfonso Hoyos

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Por: mario arias gómez.

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arabienes para el admirado y lozano, Luis Alfonso Hoyos, para quien: ¡Cesó (por fin) la horrible noche!, que tomaba visos de eternidad, como para Inés, su mamá, Claudia su esposa, Alejandro, Juanita (hijos), hermanos, paisanos, gracias a la contundente absolución determinada por el juzgado octavo de ejecución de penas de Bogotá, que eliminó el ominoso baldón de ‘prófugo de la justicia’.

Imagen relacionadaComo el ave Fénix, resurge de las cenizas, a las que los impugnantes del expresidente Uribe, lo lanzaron anticipadamente, sin esperar la condena, montada sobre arteras artimañas, medias mentiras envueltas en medias verdades, que tempraneramente le impusieron, una fría lápida a su fulgurante y meteórica carrera y meritorio liderazgo.

Grotescas barras bravas y talibanes que, pensando con las ganas, creyeron que su brillante y fúlgida carrera política, había sucumbido súbitamente, caído en las fulminantes tinieblas exteriores, mediante un fraguado entramado, tejido con perversas y aberrantes argucias y falsedades, por el delirante, enfermizo, obnubilado y refractario fiscal Montealegre, quien sin fundamento acusó a Oscar Iván, a David (hijo), a Luís Alfonso, como autores intelectuales del intento de afectación del proceso de paz, obligándolos a mudarse al exterior, para evitar una afrenta más, la cantada captura, enfrentada valerosamente aquí, por el injustamente sub judice, Oscar Iván.

Burdo montaje encaminado a dañar la imparable candidatura, que por estrecho margen, embolató, el más que asegurado triunfo del admirable y traslúcido paisano, discutido desenlace, por las posteriores denuncias públicas de fraude; lo que impidió a las veneradas, Caldas y Pensilvania, la posibilidad cierta, de regir los destinos de Colombia, causándole -por demás- un martirizante e imperdonable sufrimiento a los suyos. Lamentable y drástico tropiezo, de una promisoria y precoz carrera, truncada por un amoral ‘don nadie’, venido a más.

“Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”. Con la autoridad de haber sido su contradictor político del egregio padre, luego del esclarecido heredero, me sumo al justo, merecido y profuso plebiscito de congratulación promovido inmediatamente por la colonia, después de conocida la exención de las parcializadas imputaciones (2015) de la Fiscalía: “Espionaje, concierto para delinquir agravado, acceso abusivo a un sistema informático, uso de software malicioso, violación de datos personales y cohecho”. Inculpaciones que el juez de la causa desestimó, por encontrarlas “sin mérito suficientes para condenarlo, ni sustento idóneo, sobre la forma en que se llevó la investigación, adicionado, a que encontró inconsistentes algunas declaraciones incriminatorias”.

Conclusión que lo rehabilita, reivindica su inocencia ante la sociedad, familia, la opinión pública, -interna y externa-, amigos, “al no poder establecer que hubo un acuerdo para cometer los aludidos delitos«, según el idóneo togado, quien agregó: «la Fiscalía no logró demostrar que hubo accedo abusivo a un sistema informático» y las “pruebas fueron muy limitadas”.

Respetado dirigente, que pasó -en un abrir y cerrar de ojos- de la gloria al infierno, de héroe a menos que villano. Lo dijo un filósofo de la antigüedad, refiriéndose a la gente hipócrita, falsa y embustera, como Eduardo Montenegro: «Los únicos lobos a los que debemos temer son los que llevan piel humana puesta«. Luis Alfonso, es un valioso ser humano, en el mejor sentido del término, con quien honrosamente compartí en nuestro común nido amado, Pensilvania; vaticano conservador al que Luis Alfonso, le ha dado lustre, cuya vida y obra -anclada en la memoria- le ha valido generoso, constante, oportuno y vehemente respaldo electoral, moral.

Solariego terruño, donde compartimos espacios, de los que piensan distinto a uno; principio democrático que ha respetado siempre, sin que en mi caso, haya dejado heridas incurables, indelebles, inquebrantables, sin cicatrizar. Con conocimiento de causa, puedo recoger sus nobles y sinceras palabras de perdón, que concitan solidaridad, expresadas después del liberador veredicto: “Perdono a quienes hicieron el montaje: Que los juzgue su conciencia. ¡Amor y disciplina! Fehaciente muestra de fortaleza; determinación de superar el infortunio; levantar la cabeza para seguir adelante, como lo hizo cuando perdió la investidura.  De sus entretelas, tengo irrefutable y minucioso conocimiento.

Nobleza de corazón obliga propalar -así lluevan rayos y centellas- su inocencia y rejuvenecimiento, como la burda, tosca y repugnante trampa, resumida en el fallo. Injusticia reparada tardíamente -en parte-, a los eméritos y solícitos Oscar Iván y Luis Alfonso. Iniquidad cometida por una ciega, encarnizada, excluyente, fanática, indolente, inmisericorde, ponzoñosa y soberbia élite, anestesiada y aislada, de espaldas a la tragedia humana que, tras su muerte política, trató de acuchillarlos, demolerlos, con engaños y calumnias.

La ´Verdad desnuda’ los hizo libres..

Bogotá, D. C. 03 de febrero/2019.

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Periodismo Investigativo


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