Ni Duque es uribista, ni Uribe es duquista

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Por Fernando Álvarez Corredor

Si ser uribista es ser como muchos uribistas que siempre han pensado en hacer trizas el acuerdo de paz, tipo Fernando Londoño, entonces el casi seguro presidente de Colombia, Iván Duque Márquez, no es uribista. Si ser uribista es querer la guerra en lugar de la paz como dicen los antiuribistas que quieren los uribistas, entonces Duque no es uribista. Si ser uribista es tener contradictores en la gran prensa a los que Uribe llama narcoperiodistas como Daniel Coronell o a los que ha acusado de ser violadores de los derechos de los niños, como Daniel Samper Ospina, entonces Duque no es uribista.

Si ser uribista es ser estridente y estrafalario como han sido algunos seguidores de Uribe, tipo María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, o el ex procurador Alejandro Ordóñez, entonces Duque no es uribista. Porque según los propios detractores del expresidente, como la excandidata, exministra, exliberal y exuribista, Cecilia López Montaño, Alvaro Uribe “Ha logrado convocar una mezcla de personalidades dentro de su partido político que van desde una persona valiosa que pocos entendemos que siga con él como Iván Duque hasta personajes tan insólitos como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal”.

Iván Duque, como varios antiuribistas lo hacen y lo reconocen, respeta y admira en muchos aspectos a Alvaro Uribe Vélez; ha militado en el Centro Democrático, partido que fundó el expresidente; fue de lejos el mejor parlamentario de esa colectividad hasta el punto que mereció el reconocimiento en ese sentido incluso por la prensa antiuribista; fue el candidato que se abrió paso precisamente por ser distinto a aquellos uribistas que aspiraban y pensaban que de lo que se trataba era de ser más papistas que el papa. Duque sorprendió a propios y extraños, como se dice ahora en el lenguaje pretensioso, por ser él, por ser auténtico y justamente por no parecer uribista, o mejor por no parecerse a los uribistas.

Según Wikipedia “El Uribismo liderado por Alvaro Uribe Vélez es un movimiento que defiende los ideales democráticos conservadores clásicos. Una de las principales personas que buscan impulsar las políticas y pensamiento de Álvaro Uribe como base ideológica es el asesor presidencial José Obdulio Gaviria fundador del Centro de Pensamiento Primero Colombia, Obdulio Gaviria se ha encargado de recopilar el pensamiento del mandatario en varios tomos titulados «Las ideas de Uribe1 » en los cuales conjuga las doctrinas y pensamientos de este y los difunde en varios foros y encuentros”. Si esto es el uribismo académicamente hablando, entonces Duque no es Uribista.

Por otro lado según Wikipedia existe un uribismo sui generis “como un fenómeno temporal y sin una ideología definida”. Inclusive hay quienes definen al uribismo como «una especie de colcha de retazos que no ha podido engranarse”. Y si esto se asume así entonces tampoco Duque sería uribista, ya que se ajustaría más a otra definición de wikipedia: “El partido político Uribista es el Centro Democrático, que busca subrayar el carácter ético del servicio público y la eficacia y transparencia en el manejo del Estado, en beneficio de todos los ciudadanos. Cree indispensable trabajar en una plataforma de avanzada, con ideas y programas que resuelvan de las preocupaciones ciudadanas relacionadas con el deterioro de la seguridad, que las propias cifras del Ministerio de Defensa registran”.

Lo cierto es que el expresidente Alvaro Uribe bobo no es. Sabía que los furibistas, como se llaman a aquellos que se casan con todo lo que diga Uribe, no eran justamente los que más simpatías generaban de cara a unas elecciones mediadas por la polarización. Aceptó entonces la sugerencia de José Obdulio Gaviria de pensar en alguien que no produjera tensión, que tuviera criterio y que no pareciera un uribista triple A, aún en contra de radicales, sonoros y extravagantes. Sabía que la clave era convocar al centro si quería enfrentar a los candidatos que se alineaban por la izquierda y decidió impulsar un ejercicio democrático dentro de su partido en el que fuera determinante el carisma y el talante y no el radicalismo ni el sectarismo.

Por esta razón, a pesar de los esfuerzos de muchos enmermelados, seguidores del presidente Juan Manuel Santos, que hoy consideran orondos al candidato izquierdista, Gustavo Petro, su nuevo mejor amigo, el voto del próximo domingo por Iván Duque será por la confianza más que por el miedo al “castrochavismo”, por el conocimiento y las virtudes, por la tranquilidad y las capacidades de un hombre de principios, férreo en la estrategia y flexible en la táctica, tolerante y comprensivo con quienes piensan diferente, pero contundente a la hora de pensar que al país hay que reconstruirlo. Y no a partir de los odios sino de los consensos. El voto por Duque es por Duque y no por Uribe, así este haya sido su principal mentor.

Muchos de los uribistas que apoyan a Duque lo hacen contra su voluntad, porque dijo Uribe, pero no lo ven como un uribista digno, y de repente tienen razón. Duque respeta a Uribe pero no cree que haya que rendirle culto a la personalidad. Incluso ya se conocen ciertas fricciones entre quienes quieren quitarle méritos a Duque y le han dicho en la cara que él no sería nadie sino fuera por Uribe. Pero Duque sabe también íntimamente que el uribismo no estaría en la segunda vuelta sino fuera por él, que si hubieran escogido a un uribista triple A, como Ordóñez o Rafael Nieto Loaiza, hoy los finalistas serían otros. Que el centro se habría desplazado y hoy estarían los uribistas con el rabo entre las piernas apoyando a Germán Vargas Lleras.

Lo que sí sabe Duque, y lo sabe Uribe, es que él como presidente no se le va a torcer, ni a volverse antiuribista, no tiene por qué. No va a terminar buscando a Nicolás Maduro, ni a Daniel Ortega para declararlos su nuevos mejores amigos, por un premio Nobel. Duque no es traidor ni desagradecido. Sabe que Uribe es un político de quilates y un fenómeno de masas al que le debe mucho. En su cabeza no está negrearlo ni negarlo. Y Uribe sabe que Duque tiene criterio propio, que no comparte algunas de sus actuaciones ni muchos de sus pensamientos pero que es una persona leal, que no se siente sobrado, que es modesto y quiere seguir aprendiendo. Pero sobretodo que es un demócrata que sabe defender la democracia. Y Uribe, que no es bobo, sabe que si él pretendiera algo antidemocrático Duque no sería su aliado.

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Fernando Álvarez Corredor
Fernando Álvarez Corredor

Periodista y Columnista


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