¡No está ni tibio’!

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Por mario arias gómez.

Bogotá, D. C. 13 de febrero de 2019

N

 

Nadie en sus cabales, discuerda -faltaba más- con la civilizada manera de enfrentar la crisis venezolana, consignada por Eduardo Posada, en su columna de ‘El Tiempo’ (08/02/2019), en la que indica: “La ruta electoral no es solo la más sensata. Es la más realista, con raíces en la cultura política venezolana, y con importantes precedentes en la historia reciente de las transiciones hacia la democracia en Latinoamérica”. Inobjetable propuesta, coincidente con Moisés Naím, (02/2/2019), prestigioso columnista que califica la acción militar, como “espantosa”, “indeseable”, “horrorosa”.

En el papel, todo suena lógico, educado, bonito, para quienes se apoderaron del país, mediante múltiples abusos y artimañas, se enriquecieron a costillas de las miserias del pueblo -al que empobrecieron, pisotearon sus más elementales derechos democráticos- mostrándose de acuerdo con lo expresado, por tan consagrado analista, que impertérrito, le niega, las más elementales garantías republicanas; el derecho y la obligación de impedir que esta oscura y mafiosa banda de malandros, se perpetúe en el mando.

Hay que soportar la peor de las cegueras -caso de tan connotado académico-, para no ver la realidad que circunda al ‘bravo pueblo’, quien aparenta no advertir, para poder invocar la utópica solución dilatoria, que apuntala la dictadura, aleja su desplome, tesis que no toma en cuenta el flagelo del hambre, falta de medicinas, sin redención a la vista, acrecentando la desesperanza, el pesimismo de una población requetejodida. Avisada tragedia, que linda con el genocidio. Virginal, vicentina y cómplice perorata, que pone contra la pared, solo a quienes la padecen. Desiderátum o encrucijada, frente a la cotidiana, criminal, dantesca, desgarradora y masiva emergencia humanitaria, que no da espera para que la solución caiga del cielo, como sugiere.

Libreto cubano, patentado hace más de medio siglo, introducido a sangre y fuego a Venezuela, por la utilizada marioneta, a la que el mundo ilustrado urge desaparecer -de grado o por la fuerza-. Sátrapa que feliz recibe los golpecitos de hombro, llamados a la cordura, la sensatez, con risa burlona, irrogados por el cándido filósofo Posada, que invoca un milagro de la providencia. Galantes saludos a la bandera, que solo sirven para que el autócrata gane tiempo, a la espera que la gente decente, afloje, se mame, por físico cansancio, mientras el tirano continúa -en las narices del mundo intelectual- reprimiendo con más furia, a sus anchas, a opositores, hartos de abusos, tropelías, sometidos a la fuerza, con sartales de mentiras. Venezolanos que han soportado con estoicismo, veinte años de suplicio, de manos de una cuadrilla de cuatreros empotrados, sobrevivientes, indefendible. Caos que llevó al país al despeñadero.

Exalto al visionario y encopetado, Omar Yepes, que habló ayer del mismo tema.

Impedir que la providencial ayuda humanitaria -cualquiera sea el origen- llegue a su destino, como intenta el intocable y paleolítico dinosaurio, refugiado en Miraflores, es un delito de ‘lesa humanidad’. La historia y la vida enseñan que, con hambre no hay orden, paz. El impulso más primitivo del hombre y de las masas -con más veraz- así lo enseña. Histórica villanía que quedará registrada en el libro de las infamias políticas.  Genocidio al que le es aplicable el principio: La ’Responsabilidad de Proteger (RP), acogido en la sexagésima Cumbre Mundial de 2005, (período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU).

Asamblea que examinó, si “los Estados tienen soberanía incondicional sobre sus asuntos, o si la comunidad internacional, tiene el derecho de intervenir en un país con fines humanitarios”, concluyendo que, la soberanía no es absoluta, irrestricta, sino que su ejercicio se supedita al cumplimiento de normas de protección a los derechos humanos, consagrados en heterogéneos pactos supranacionales. Un gobierno no puede pretender -concluyó-, ejercer soberanía absoluta en su territorio, que le permita asesinar o privar de alimentación a los gobernados, que lo obliga proteger. Caso, en que el Consejo de Seguridad de la ONU, queda facultado para disponer una intervención militar, en salvaguarda de la vida y libertad de los connacionales.

Dentro de tal contexto, dicho organismo multilateral autorizó en el pasado, la intervención armada en: Sudán (2006), Libia, Costa de Marfil, Yemen, Sudán del Sur (2011), Siria (2012). El principio de no intervención, subyacente en el escrito referido, coincide con el petitorio de López Obrador, cruzarse de brazos, ante la desdicha del vecino, equivalente a otorgar licencia de protección, a la sanguinaria camarilla, para que eternice el escarnecimiento al hermano venezolano, exasperado por comida, medicinas, seguridad. No está ni tibio, señor Posada.

Bogotá, D. C. 13 de febrero/2019.

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Periodismo Investigativo


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