Jose Félix Lafaurie

Seguridad y Defensa: Fundamentos de legitimidad

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Por José Félix Lafaurie Rivera.
@jflafaurie
Contrasta el pobre debate sobre las armas, promovido por un polarizador de oficio, Gabriel Silva, quien se atrevió a inventar que Uribe y Lafaurie quieren revivir el paramilitarismo y legitimar miles de armas de los ‘paras’; con la sólida política de Seguridad y Defensa del presidente Duque.
Silva posa de ponderado y condena la polarización, mientras echa leña a la candela e insiste en segregar entre buenos y malos, en un país donde tan irresponsables afirmaciones se convierten en una amenaza.
Esos falsos “ponderados” hoy se apresuran a atacar la “Política de Seguridad y Defensa”:
aduciendo que solo es la versión 2.0 de la Seguridad Democrática. Ricardo Silva, en una
columna no menos polarizante, concluye que “volvemos al relato de esa Colombia en la
que no nos queda más que armarnos, espiarnos, crearnos peligrosas redes de vigilantes”.
No señores. La nueva política, por el contrario, ha sido recibida con expectativa, pues
incorpora elementos diferenciadores que obedecen, como debe ser, a principios y
convicciones que la convierten en guía para la acción.
Es acertado involucrar a la ciudadanía, porque la seguridad, como el parque y el
transmilenio, es un bien público que todos debemos cuidar. No se trata de “peligrosas redes de vigilantes”, sino del deber cívico de denunciar a un colado, un abusador o un asesino.
Lo contrario es la indiferencia, porque la responsabilidad es del Gobierno. ¡Falso!
Es coherente el punto final a los ceses bilaterales que vulneran el deber constitucional de la
Fuerza Pública, y porque después de la generosa negociación con las Farc, solo quedan la
concentración y el cese de actividades criminales para cualquier posible reinserción grupal.
La cooperación con países amigos no es pragmatismo político de ocasión –no más “nuevos
mejores amigos” –, sino comunión ideológica con la defensa de la democracia, la libre
empresa y los derechos humanos.
La “disrupción del delito” para desmantelar economías ilícitas permitirá perseguir
actividades más que personas. No podemos seguir impasibles ante la minería ilegal y la
deforestación coquera, sin que el Estado vaya a combatirlas con eficacia.
De ahí la trascendencia, sobre todo para el campo, de pasar del efímero control territorial al necesario control institucional, a la presencia del Estado en todo el territorio; y del
reconocimiento de la biodiversidad y el medioambiente como activos estratégicos.
Igualmente, la aplicación de “innovación, ciencia y tecnología” es definitiva en una
sociedad cada vez más compleja y amenazada por organizaciones criminales “de última
generación”.
Estigmatizar y polarizar nos lleva a la destrucción social. Sin menoscabo del aporte
constructivo, acompañar una política coherente, que necesita de la participación de todos
para ser exitosa, nos lleva al futuro.
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La Otra Cara
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Periodismo Investigativo


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