Viene la muerte de la televisión pública

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 Colombia es el único país del mundo donde la televisión pública se financia con recursos de la televisión privada. Otros estados financian el dinero para la radio y la televisión pública directamente del Presupuesto de la Nación.

A nosotros nos encanta diferenciarnos y lo hacemos al revés. Los canales privados Caracol y RCN y los operadores de televisión por suscripción sostienen la televisión pública.

En 2015, por ejemplo, un operador de cable paga por suscriptor $2.574 mensuales al Fondo de Televisión que administra la Autoridad Nacional de Televisión (Antv). Año tras año esta cifra se actualiza con el valor que resulta de dividir lo que vale la televisión pública, sobre el número de usuarios que reporta la industria. En el cálculo están metidas las pensiones de Inravisión, una papa caliente que no ha podido terminar de cocinar el Estado.

Durante 2014, la televisión pública recibió $136.309 millones. Sin incluir la digitalización de red, el recurso ascendió a $120.355 millones, en su mayoría para contenidos de programación (Ver informe Antv). Rtvc recibió la mayor parte de la torta, exactamente $66.174 millones, para la red y contenidos de Señal Colombia y Señal Institucional. Rtvc también destinó algo para otros proyectos: funcionamiento operacional, despliegue de infraestructura, recuperación del archivo audiovisual y por supuesto, no podía faltar el muy necesario evento de conmemoración de los 60 años de la televisión. Los ocho canales regionales reciben cada uno una cifra anual entre $5.871 millones (Canal Capital) y $8.112 millones (TRO). El 77% se invierte en producción de contenidos que podríamos decir, tienen ratings marginales, por no decir infinitesimales. El valor del costo de producción por punto de rating (un indicador que me acabo de inventar) es demencialmente grande en la televisión pública, donde no conocen el concepto empresarial de eficiencia.

En los próximos tres años el mercado va a cambiar dramáticamente. Los grandes operadores ya están viendo la desaceleración del crecimiento. Entre 2010 y 2014 algunos operadores tuvieron aumentos de 7% de usuarios. Para 2015, algunos crecerán 2%. Se espera que 2016 tenga crecimientos cero y de ahí en adelante negativos. La gente se actualizó y comenzó a consumir otros contenidos audiovisuales. La oferta de vídeo en internet cada día crece con decenas de proveedores OTT (por sus siglas Over The Top). La firma investigadora de Raúl Katz elaboró un estudio de economía digital sobre América Latina, financiado por Telefónica, la Cepal y la CAF. Katz descubrió 130 multiplataformas, con tendencia creciente de operadores, startups independientes y productores de vídeo on demand y streaming. (Ver estudio)

Claro y Movistar lanzaron sus propias plataformas OTT de videos, canales de música y streaming. DirecTV tiene una plataforma para sus usuarios que hasta ahora está comenzando y Tigo-Une arrancó con música digital aliado con Deezar y este año lanzó la plataforma deportiva para móviles. El nuevo actor con mayor crecimiento es Netflix, compañía que no ha instalado una sola antena, no tiene red, ni obligaciones de cobertura o servicio. La diferencia entre Netflix y el servicio OTT de un operador es el pago de impuestos en el país. Todos esos usuarios OTT no aportarán a la Antv. A la vuelta de unos años el Fondo de Televisión va a ver disminuido su ingreso abruptamente, ya que la caída de usuarios de televisión por suscripción es inminente. Hay usuarios que ya desistieron de tener contratado un plan con un cable operador. Hoy los niños y jóvenes en vez de televisión consumen Youtube y otros contenidos en sus tabletas y celulares. Menos usuarios, menos plata. Si el estado no cambia las reglas, y elimina asimetrías, desaparecerá la televisión pública en cualquier momento. Mientras tanto Netflix sigue creciendo y la regulación está lejos de controlar la fuga de ingresos del país. Netflix es el Uber de la Televisión.

Por Jorge Hernán Peláez

Tomado del diario La República

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