Una Consulta con Armando Martí: la meditación una práctica espiritual

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La meditación es una antigua práctica oriental y espiritual, que sirve para equilibrar y tonificar nuestro sistema nervioso. Desde los remotos templos del Shaolin en el Tíbet y la China, se han gestado las reglas y técnicas para estas prácticas. Sin embargo, cometeríamos un error si consideramos la meditación como una experiencia monopolizada por las distintas religiones. Eso es solo parte de su origen, pero la meditación es un don maravilloso, que posee el ser humano para su desarrollo personal. Todos podemos meditar, incluso en la vieja Europa los galenos, aconsejaban a sus pacientes con desequilibrios físicos, mentales y emocionales que aprendieran a meditar; consejos que han perdurado a lo largo del tiempo y precisamente en este siglo XXI retomó su auge, como una solución para controlar el estrés, la inseguridad, la angustia y el “vacío“ existencial.

A simple vista parece complicado meditar pero como todo lo grande es demasiado sencillo. La meditación que practico desde hace muchos años, consiste básicamente en dejar por algunos minutos, pasar por la mente todas las ideas sin controlarlos. Al principio se puede sentir una gran confusión, pues casi todo el tiempo tratamos de manejar nuestros pensamientos, y al dejarlos libres, nos damos cuenta de que muchos de estos que antes nos producían miedo, con el transcurrir del tiempo van perdiendo toda su fuerza.

Durante el ejercicio imagino que mi mente es un cielo azul totalmente despejado, donde pasan nubes grises, blancas y de otros colores. Sin prisa pero sin pausa, se van alejando. Cuando he limpiado mis «filtros» del preconsciente, visualizo la punta de una montaña llena de pinos, árboles y vegetación de color verde natural. Concentrándome en la cúspide, proyecto mi energía en ese punto y “siento“ que floto en posición de loto. Con la misma lentitud de los segundos que contiene un minuto, respiro lenta y tranquilamente sin afán, bajo la consciencia de que soy yo quien dejo que los eventos externos, las críticas, afanes, deseos y expectativas de otras personas, alteren mi sobriedad y activen mis defectos de carácter.

En la meditación envió frases de paz a mi mente, como:

“Si yo cuido de mi cuerpo, lo protejo y lo consiento, mi propio cuerpo cuidará de mí, me consentirá y protegerá.»

 – “Cada momento que pasa, me siento mejor, mejor y mejor“

– “Soy consciente de que puedo cambiar el hábito de estar y sentirme mal, por el hábito de estar y sentirme bien“

– “Todo pasa, todo es efímero, todo es provisional, pero lo único que permanece en mí es el amor, el perdón y la comprensión hacia mí mismo y hacia los demás“

– “Mi cuerpo es un instrumento de Dios por donde pasa su bondad y amor universal“. 

Este ejercicio de crecimiento personal se puede realizar como una meditación “dinámica“, es decir, a cualquier hora del día, en los trancones de la ciudad, mientras van en un transporte de servicio público, caminando entre la multitud, en la sala de espera de un consultorio médico o en cualquier circunstancia que altere el estado de ánimo. Lo anterior se puede practicar día de por medio o cada tercer día. Así mismo, la meditación ayuda para no tomar decisiones apresuradas, pues el éxito de toda decisión consiste en ser consciente y responsable de la misma. Debemos procurar no tomar decisiones con afán y mucho menos improvisadas, pues que lo que sembramos hoy, es lo que recogeremos mañana.

No hay cosa más importante que algunos espacios de soledad interior, donde me puedo escuchar a mí mismo y meditar, entrando en contacto con mi intuición que viene a través del corazón y la cual casi nunca falla. Recuerdo las palabras, de quien durante un tiempo fue mi director espiritual, el padre Fernando Umaña Montoya, cuando en sus famosos retiros espirituales del Foyer de Charité, nos enseñó que: “el ruido hace mucho mal y el mal hace mucho ruido“ y lo he aplicado, evitando personas dramáticas, manipuladoras y escandalosas, que me alejan del equilibrio interior. Experimentar la sensación de felicidad y paz que produce abandonar el deseo de ser “el centro de atención“, erradicando la soberbia y el ego de nuestra existencia, nos convierte en seres humanos simples, gozando de la sensación de un beso, un abrazo, de la belleza en el arte y especialmente de la conexión con nuestro amoroso Creador.

Al terminar la meditación muy posiblemente las circunstancias y el mundo no van a cambiar, pero indudablemente, la actitud frente a los problemas y el estrés, será muy diferente gracias a la meditación. Si nos enamoramos del bienestar que la meditación produce, poco a poco iremos recuperando nuestra naturaleza esencial, es decir, estar conectados a Dios sintiendo su presencia que nunca nos abandona. Finalmente quiero dejarlos con un pensamiento de S.S Dalai Lama, uno de mis maestros espirituales, con quien he tenido la bendición de dialogar personalmente y sentir su maravillosa energía de compasión, luz y paz: “Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir“.

Por: Armando Martí – Life Coach y Mental Trainer 

http://www.armandomarti.com

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Armando Marti
Armando Marti

Periodista, Escritor y Coach de Vida


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