Primero. Santos utilizó a Uribe para que este lo postulara como el candidato presidencial del uribismo a las elecciones de 2010-2014. Cuando ganó, porque la gente votó creyendo que elegiría a un hombre de Uribe, de inmediato, a los dos días de las votaciones, lo traicionó y comenzó a coadyuvar para que la justicia, que ya actuaba a su favor, arrinconara, a modo de persecución, a sus antiguos compañeros uribistas en el gabinete del Gobierno, la mayoría sin pruebas contundentes, todo, para diezmar a Uribe.
Segundo. Cuando ganó el NO en el Plebiscito, el pasado 2 de octubre de 2016, que buscaba refrendar los acuerdos de paz con las Farc producido en las conversaciones en La Habana (Cuba), Santos salió supuestamente compungido ante el país y anunció que incluiría las propuestas de la oposición en los documentos que se pactaron con la guerrilla. Uribe, como líder de los colombianos que no quieren la impunidad para las Farc, se reunió varias veces con los designados del Gobierno para expresarles sus puntos de vista, pero, al final, la mayoría de las propuestas del NO, nunca fueron tenidas en cuenta. Uribe protestó, pero de igual forma fue utilizado, ya que Santos salió a decir en todo el mundo que el nuevo acuerdo con la subversión era mejor porque contenía todas las anotaciones del NO, producto de los encuentros con Uribe, lo cual no fue cierto.
Impulsó su famoso Fast Track en la Corte Constitucional y logró que fuera el Congreso, donde tiene mayoría de parlamentarios, en reemplazo del pueblo, el que refrendara los acuerdos con la guerrilla. Ahí, traicionó la voluntad popular que ganó en el NO al Plebiscito, pero quedó bien ante un sector del mundo que lo ve como el Nobel de la Paz.
Tercero, sorpresivamente Uribe sale corriendo a encontrarse con Santos en El Vaticano, donde el actual Presidente utiliza al Santo Padre como intermediario para que el ex mandatario forme parte de un gran pacto nacional, la idea es reforzar el acuerdo de paz con las Farc… otro capítulo que huele a traición, pero esta vez utilizando al Papa para que le baje revoluciones al caso, tal como sucedió con la oposición en Venezuela.
Por Samir Alberto Pérez
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