!A las madres de Colombia!

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mario arias gómez.

Feliz ‘Día de la Madre’

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Mamá’, primera, sublime palabra que de niños -inconscientes aún- articulamos, comprendimos. Prodigioso, excepcional, extraordinaria ser que nos arrulló en sus brazos; imperecedera maestra que inspiró y guio los iniciales, inciertos, irresolutos pasos ante la vida, a quien acudimos siempre, en busca de aliento, alivio, cariño, consuelo, fuerza vital; pañuelo que recogió, secó las lágrimas producidas por los diarios avatares, fracasos, soledades, tristezas; persona que no fue -en muchos casos-, necesariamente la que nos dio la existencia.

Llama inextinguible que pervive encendida en el alma de sus hijos.

Hoy, ‘Día de la madre’, extrañamente alegre, ilusionado llamo a ‘mamá Eva’, como si nunca nos hubiera abandonado, para acopiar luego, un tormentoso, sigiloso silencio, que agiganta -ipso facto- el ‘dolor de ausencia’, que como irónico paliativo, nos pulla a rememorar el doloroso, profundo vacío que su muerte produjo; hueco que nada ni nadie podrá nunca llenar; oquedad que nos retorna a la amarga, añeja, desconsolada, inmisericorde, llorosa, remota despedida; dolor que nunca se ha ido, ni se irá; manera de retenerla a nuestro lado, junto a los anudados, añorados, gratos, perfumados recuerdos que aprietan, ahogan el espíritu.

Familia, Arias Gómez

‘Día de mamá Eva’, en que prodigiosamente reaparece en la memoria de mis agradecidos hermanos, nietos y bisnietos, la orgullosa invocación, remembranza de quien todo nos lo dio a cambio de nada, a los que no nos alcanzará el resto de energía, para devolverle todo lo que por nosotros hizo; cuya cada vez más joven, fresca, lozana, remozada, venturosa impronta de amor, paz y sosiego, fue inoculada perennemente en nuestros genes; valiosa herencia -única-, contigua a las afincadas, balsámicas, dichosas, inmarchitables, inmutables, radiantes recordaciones aún vivas.

Retornan igualmente las beatíficas, bienaventuradas, endémicas, indelebles, plácidas reminiscencias, labradas día a día en familia, por las acertadas, amorosas, brillantes, eficaces, ejemplares, expansivas, fecundas, geniales, íntegras, oportunas, recursivas manos protectoras de ‘mamá Eva’, curtidas y encallecidas por el trabajo; destrezas que  estoicamente tutelaron la camada de sus entrañables, mimosos polluelos; formatearon los valores -éticos, morales- de ciudadanos de bien, indeleblemente gravados en el corazón de cada una de sus doce obras maestras. Ángel de la guarda que con su generoso talante, acogedores, hospitalarios, protectores brazos, continúa -estoy seguro- donde quiera se encuentre, velando por cada uno de nosotros, infundiéndonos aliento, esperanza, dándonos sabios consejos.

‘Mamá EVA’, no hay más que una, y como ella, NINGUNA

Virtuosos apelativos aplicables a cada una de las abnegadas, consagradas, inmortales madres de Colombia, especialmente a las de los afables, pacientes lectores. Auténticas, portentosas, heroínas todas. Seres queridos, a boca llena llamados: MADRES, sinónimo de amor, abnegación, afecto, altruismo, apego, benignidad, bondad, cariño, desprendimiento, dulzura, entrega, espiritualidad, generosidad, humanidad, indulgencia, misericordia, paciencia, perdón, piedad, probidad, renuncia, sacrificio, sabiduría, sensibilidad, tolerancia. Se queda corto en adjetivos el diccionario, para ponderar, valorar plenamente, tanto esplendor, grandeza, magnificencia.

Cuánto diera hoy en el crepúsculo de la jornada, del cotidiano e interminable peregrinar, en que extrañamos -tanto- a ‘mamá EVA’; en que todo lo que nos rodea la recuerda, queriendo poder abrazarla y decirle cuánto la amamos, que a pesar del distanciamiento eterno que nos separa, más se acrecienta el amor que por ella sentimos en esta hora de zozobra, de suspenso mundial, que nos acerca más al inevitable, sereno final -sin regreso-, que abrirá las puertas del reencuentro, en que nos fundiremos en un acariciado abrazo perpetuo.

Consigno estas desnudas líneas, dispuestas para darle gracias al creador, por habernos bendecido, favorecido con el mejor, el más inigualable, invaluable regalo, como fue nuestra amada ‘mamá EVA’; incondicional, insuperable amiga, la más bella, desvelada, hacendosa, ideal, incomparable, milagrosa princesa, pedazote de nuestra vida.

Homenaje que hago extensivo -sin distingos- a todas las madres de Colombia, en especial a las aliadas de esta solariega casa, ‘La Otra Cara’, para quienes va un ramo de afectuosas rosas rojas, y un sentido agradecimiento y reconocimiento en su día y, a las ya idas, un manojo de flores blancas, símbolo de su pureza y sacrificio, adicionado  a una lágrima y una oración con los suyos elevada, por su eternal descanso.

Que el Altísimo las bendiga.

mario arias gómez.

Bogotá, D. C., mayo 10 de 2020

 

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mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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