Apenas el Senador Iván Cepeda supo, para su decepción, que la masacre de policías en Barranquilla había sido cometida por el grupo terrorista ELN, el rechazo a los hechos, la solidaridad con las víctimas y su exigencia de castigo para los criminales, se esfumó.
Cuando Colombia se estremeció con el terrorismo y el asesinato de 6 policías en Barranquilla, el 27 de enero de 2018, la ciudadanía indignada rechazó el hecho y exigió castigo para los autores del salvaje ataque a la institucionalidad del país.
Varios personajes de la vida publica, políticos, la sociedad civil y ciudadanos de a pie exigieron de inmediato al gobierno el enfrentamiento efectivo contra los terroristas y la ejecución de un castigo real.
Uno de los que primero manifestó su respaldo a la gente de Barranquilla y a la Policía Nacional fue el congresista de el Polo Democrático Iván Cepeda Castro, quien pocas horas después, sin conocer los ejecutores y mas bien pensando con el deseo, escribió en twitter: «Mi solidaridad con la gente de Barrranquilla y especialmente a los integrantes de la Policía Nacional». Así mismo, calificó el ataque como infame, deseó el pronto desmantelamiento de las «redes mafiosas» detrás de los hechos y exigió castigo.
Hasta ahí todo normal. Cualquier colombiano en hechos donde se ataca la dignidad institucional del país y se pierden vidas, se solidariza, condena y reclama el ejercicio de la justicia para los asesinos.
Primer trino de Ivan Cepeda
Mi solidaridad con la gente de Barranquilla y especialmente con los integrantes de la Policía Nacional en esa ciudad ante infames ataques criminales. Ojalá pronto sean desmanteladas las redes mafiosas que están detrás de esos hechos, y castigados sus autores.
— Iván Cepeda Castro (@IvanCepedaCast) January 28, 2018
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Pero algo pasó horas después. El repudio, la solidaridad, el deseo de justicia y la exigencia de castigo que pedía Cepeda para los criminales se esfumó cuando supo y se confirmó que los ejecutores de la masacre de los policías habían sido, para su desgracia y decepción, el grupo terrorista ELN. Entonces, como por arte de magia ideológica, el Senador, en otro trino en twitter, moderó el lenguaje, se le terminó la indignación y asumió una posición apaciguadora y blandengue. Ya no habló de «ataque infame», ni de «redes mafiosas», ni mucho menos exigió castigo para los delincuentes. Todo cambió. El milagro lo había hecho la certeza de saber que la guerrilla y no otro grupo de criminales eran los culpables. La calificación de «ataques infames» desapareció y comenzó a hablar de hostilidades. Lo mismo ocurrió con la exigencia de castigo, pues pasó a suplicar e insistir por la continuación de los diálogos y acuerdos.
Segundo trino
A pesar del rechazo que he manifestado, sin ambigüedades, al ataque contra la policía en Barranquilla, mi posición es que no debe romperse el diálogo de paz en Quito. La forma de acabar con las atrocidades es lograr el cese definitivo de hostilidades y un acuerdo de paz
— Iván Cepeda Castro (@IvanCepedaCast) January 29, 2018
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¿Por qué ese cambio de actitud tan radical de Iván Cepeda? ¿Por qué después de conocerse que los masacradores de los patrulleros eran del ELN, Cepeda apaciguó el lenguaje y sus exigencias de castigo desaparecieron? ¿Esperaba el honorable Senador que los autores fueran otros? ¿Por qué esa doble moral, ese doble rasero para calificar hechos y exigir justicia? son preguntas que se hacen ciudadanos del común que esperan que lideres políticos asuman posiciones coherentes ante la coyuntura social que vive el país.
Es público el sesgo ideológico del Senador Iván Cepeda, pero la opinión publica esperaría que en casos como el ocurrido en la Estación San José de la Policía Nacional en Barranquilla haya una postura seria, franca y desligada de un toxico rasero doctrinal.