La Guajira

El fracaso de La Guajira

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La inviabilidad de La Guajira es asunto viejo y ni siquiera se inició con la llegada a la mayoría de edad departamental en 1965. Las crónicas informan que su primer gobernador, Alonso de Ojeda, nombrado por la Corona española el 18 de junio de 1501, escogió esta faja de tierra para fundar el asentamiento de Santa Cruz en lo que hoy es Colombia por su riqueza perlera. Pero, la fatalidad hizo que ese tesoro fuese de escasa duración y se extinguió sin que esta población alcanzara un desarrollo sostenible. De modo que el fracaso gubernamental por ineptitud, voracidad y latrocinio de sus dirigentes parece hacer parte del ADN guajiro. La fuerza del destino, se dirá. Lo cierto es que La Guajira es región signada para el delito, sea contrabando, drogas o corrupción política, esta última la peor de todas y la razón directa de la postración del departamento. Los operadores de la alimentación escolar que actúan en este marco delictuoso han pasado a ser los chivos expiatorios, porque aun cuando no parecen ser inocentes, solo son filipichines en trance de aprendices.

La Guajira

Aunque es difícil individualizar un tópico en que se retrate mejor la corrupción en La Guajira por el abismal atraso socioeconómico del departamento, el colapso de la salud es uno de ellos. La reciente administración del Hospital San José de Maicao dejó la institución cerrada en su segundo nivel y con un contrato leonino a cuestas por el alquiler irrisorio a un ente privado de la Unidad de Cuidados Intensivos y sin ganas de demandarlo por el detrimento patrimonial que representa. Riohacha y Maicao responden por las necesidades en salud de más del cincuenta por ciento de la población guajira, pero eso nada le importa a sus barones electorales, los de siempre ni a sus delfines de hoy. En discursos recientes han culpado a la zorra  que vendría de Bogotá de lo verde que se le pondrían las uvas.

En efecto, ahora la península es recorrida por una onda sísmica de fingida indignación tras la conjetura del poder central de nombrarle a La Guajira un tutor para recomponer el camino. Se ha propuesto designar un gerente que se encargue de enderezar los entuertos monetarios y sociales. Aunque la medida suena saludable y ojalá se haga efectiva, sin duda llegaría con un retraso de cincuenta años. Tal prevención debió tomarse al mismo tiempo que se superó la etapa de intendencia, pues la realidad es que este departamento nunca, óigase, nunca ha funcionado a cabalidad. Ni la bonanza marimbera fue capaz de crear empresas que diversificaran las fuentes de empleo de las burocracias, que siguen siendo los mayores empleadores regionales. Cabe preguntarse si lo que contraría a los políticos provinciales es la dificultad en que quedarán para seguir enredando el erario por mano propia. Puesto que desprecian la vergüenza queda descartada la pena, dado que ni la ajena la conocen. Menos están en condiciones de asumir su estolidez administrativa, pues carecen de autocrítica.

En La Guajira poco de lo social  es satisfactorio, tanto que según el magíster en economía Mauricio Cárdenas Estupiñán en su tesis de grado sobre la indigencia guajira apunta que  “Después de analizar 53 indicadores relacionados con pobreza, desnutrición, educación, salud y servicios públicos, en 44 de ellos (83%), La Guajira presenta una situación peor a la del total del país y en 22 (42%) presenta la peor situación entre los 8 departamentos de la región Caribe [Población guajira, pobreza, desarrollo humano y oportunidades humanas para los niños en la guajira, 2011, http://www.bdigital.unal.edu.co/3573/1/tesis__mauricio__cardenas.pdf]. En este trabajo hay una cita que evidencia el escamoteo inclemente, sistemático, impúdico y completo al que los políticos han sometido al departamento: el PIB per cápita de La Guajira tiende a situarse por encima de la media nacional, “pero no se refleja en los ingresos de la población y mucho menos en los niveles de bienestar”. La jamushiri (hambre) guajira va para largo, sin bocado alguno que la alivie. O tal vez sí, ahora que La Guajira podría ser saneada por un corregidor cachaco llamado gerente. Se lo merece, ojalá con perrero. No se ha hecho la tarea.

Gustavo Munera Bohorquez

Por: Gustavo Múnera Bohórquez

Médico e investigador de temas sociales

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