‘Paz en su tumba’

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Por mario arias gómez*.

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Ha partido un gigante, a los 95 años de edad, Belisario Betacur Cuartas (1923-2018), viaje sin retorno, pensando -de seguro- en las aflicciones y dolencias de su patria amada, en la esquiva paz. Éxodo definitivo de uno de los más brillantes colombianos de cualquier época. Abogado, escritor, filántropo, humanista, intelectual, periodista, buen poeta. Impoluto político conservador. Integérrimo, magistral y preclaro presidente (1982-1986). Un ser humano sin par, humanitario, que ha dejado de pertenecer -perfectamente lúcido- al mundo de los vivos, que lo valoró, admiró y echará de menos.

Paradigmático ciudadano, honra y prez de la academia, el arte, las letras, la poesía, el derecho, la justicia, el buen gobierno. Hijo ilustre de Amagá, diputado conservador de la Asamblea de Antioquia, integrante de la Cámara de Representantes (1950). Activo participante -entre 1953 y 1957- de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por Rojas Pinilla; Ministro de Trabajo y Seguridad Social (1963); Senador; Embajador ante España, que lo hizo su honroso y apreciable súbdito. Candidato a la presidencia en 1970, campaña en la que compitió contra el general (r) Gustavo Rojas Pinilla; en 1978, volvió a intentarlo -sin éxito- frente a Julio Cesar Turbay Ayala.

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Y en 1982 -la última fue la vencida-, se enfrentó y derrotó al ‘compañero jefe’, ex-presidente entonces, Alfonso López Michelsen, bajo el eslogan “Si se puede”, batalla adelantada con el respaldo de su partido y la Anapo, con la que conformó el ‘Movimiento Nacional’, que lo hizo Presidente, con la mayor votación -de la época- de la historia de Colombia. Un ejemplar valor humano, de gran carisma, insuperable modelo de dedicación, lucha, persistencia. Antagonista leal que, nunca blandió armas innobles contra los opositores, que jamás hirió a sus émulos e impugnantes en el foro, ni lastimó a nadie en la vida, quién al marcharse, deja “un tizón encendido, que no se puede apagar, ni con las aguas de un río”, como diría, apropiadamente, el cantautor argentino, Alberto Cortez, además, su existencia, deja una huella profunda, que hace tan triste esta apenada y desconsolada despedida.

En su Gobierno ocurrió la ‘Toma del Palacio de Justicia’, (6 y 7 de noviembre de 1985) por un comando del M-19, que lo acusó de traición, y que pretendió entablarle un juicio político. Lamentable hecho que lo obligó a ejercitar valerosamente, la comandancia del ejército, para la cruenta retoma del palacio, sin ceder un ápice a la narco-insurgencia. Una semana después -13 de noviembre-, como si faltara, el volcán nevado del Ruiz, entró en erupción y produjo la doliente tragedia, en la que perdieron la vida, 31.000 compatriotas, aproximadamente. Hechos que marcaron y entristecieron al país.

Luego del insólito, penoso y vergonzoso preaviso de su muerte, catedralicia metida de patas, de la pitonisa del régimen, Matha Lucía Ramírez, imagino -sin temor a equivocarme- que le infundió ánimo al distinguido bardo, para repasar, antes de la acongojada partida, el poema de Agustín de Foxa, “MELANCOLÍA DE DESAPARECER”, que alguna vez -los que compartimos con él su cualificada inteligencia, buen humor y bonhomía- disfrutamos de su cálida voz -‘en vivo y en directo’-, en un entristecido acto, igual de lloroso, por la pérdida irreparable, como la presente, que lamentan, su familia, colegas, amigos, discípulos, y el Partido; la comunidad toda, a la que perteneció y enalteció, como el mundo que gustoso lo acogió en su seno.

Premonitoriamente anticipó:

Resultado de imagen para Fotos Belisario presidentePensar que después de que yo me muera, / aún surgirán mañanas luminosas,

que bajo un cielo azul, la primavera, / indiferente a mi mansión postrera,

encarnará en la seda de las rosas.

Y pensar que, desnuda, azul, lasciva, / sobre mis huesos danzará la vida,

y que habrá nuevos cielos de escarlata, / bañados por la luz del sol poniente

y noches llenas de esa luz de plata, / que inundaban mi vieja serenata,

cuando aún cantaba Dios, bajo mi frente.

Y pensar que no puedo en mi egoísmo / llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja,

que he de marchar yo solo hacia el abismo / y que la luna brillará lo mismo

y ya no la veré desde mi caja.

Los dioses del Olimpo lo tengan a buen cuidado. ‘Requiescat in pace’, inolvidable maestro.

(Dejo, para mañana, en señal de luto, las ‘Pildoritas y sábados de salud’.)

mario arias gómez*

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La Otra Cara
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Periodismo Investigativo


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