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El refugio en Madrid del «carnicero» de las FARC

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Por ser un tema de interés para nuestro país, La Otra Cara retoma este artículo sobre Héctor Arboleda, reclamado por Colombia tras haber practicado 500 abortos forzados a guerrilleras y a niñas secuestradas, el cual fue publicado por el portal de suscripción español interviu.es  

La fiscalía colombiana lo acusa de ser el “jefe de los abortos” de las FARC y de haber provocado cientos de interrrupciones de embarazos a guerrilleras de manera forzosa. Pero Héctor Arboleda vive tranquilo, en libertad condicional, en Madrid. Posee un piso, un coche, una plaza de garaje; reside con su madre y con su compañero sentimental en un populoso barrio, donde se ha ganado la simpatía de muchos vecinos. 

«Pocos saben en el madrileño de Ascao que el Enfermero de las FARC vive entre ellos. A Héctor Albeidis Arboleda Buitrago (Pereira, Colombia, 1975) también lo apodan en su país el Mengele colombiano, el Médico y el Carnicero de las FARC. Pero para quienes son sus vecinos desde hace unos tres años, es simplemente Héctor, el colombiano minusválido que cuida de su madre anciana, y al que jamás se le olvida dar los buenos días o las gracias.

No debía ser tan amable el colombiano con las mujeres a las que presuntamente realizó abortos sin su consentimiento, según recoge el expediente de extradición que entregó en enero pasado el Gobierno colombiano a las autoridades españolas. En casi setecientos folios, un centenar de exguerrilleras de las FARC identifican a Arboleda como el enfermero que les practicó abortos a la fuerza; a algunas hasta a los ocho meses de gestación.

En Madrid, muy lejos de los campamentos selváticos donde presuntamente Arboleda administraba a las chicas pastillas de Cytotec para provocarles el aborto, el Enfermero de las FARC también campa a sus anchas, aunque precisa muletas para caminar. Ascao es un barrio populoso de clase trabajadora que se vacía por las mañanas y se recoge al atardecer. En la misma calle donde reside Arboleda, la mitad de la población procede de Colombia, Ecuador y Perú. Muchos habitantes viven de alquiler y otros están hipotecados, igual que el Enfermero.

interviú ha localizado el refugio madrileño del Mengele colombiano: un piso modesto de 65 metros cuadrados, tres dormitorios y un cuarto de baño, donde vive Arboleda con su madre, de 83 años. También se aloja en el piso el compañero sentimental del enfermero, un joven robusto, con acento portugués, que pasea al perro tres veces al día y que hace de portavoz del reclamado por la justicia colombiana: “No tiene absolutamente nada que decir”, espeta el compañero del Enfermero.

Arboleda se convirtió en propietario en abril de 2015, después de casi dos años pagando un alquiler. El piso le costó 64.000 euros, que le prestó el Banco Santander con una hipoteca que está pagando actualmente. En septiembre de 2015 adquirió al contado una plaza de garaje en un aparcamiento cercano, que ahora tiene alquilada. Tres meses después de firmar las escrituras, el colombiano era detenido en su domicilio debido a una orden de Interpol.

El Gobierno colombiano acusa a Arboleda de realizar abortos forzados, entre 1998 y 2003, a al menos 500 mujeres y niñas, y en el seno no solo de las FARC, también del ELN (Ejército de Liberación Nacional) y del extinto ERG (Ejército Revolucionario Guevarista). Ciento cincuenta de ellas ya han declarado en la Fiscalía de Pereira, ciudad natal del Enfermero, en el departamento de Risaralda, donde las FARC tienen mucha presencia.

La maternidad está prohibida para las guerrilleras, salvo para las esposas de los comandantes. Según la información difundida por el Gobierno colombiano, los mandos de las FARC aprobaron una directiva en la que recuerdan a sus mujeres que no se puede criar hijos en la selva y que estos son un obstáculo a la hora de movilizar a los grupos guerrilleros. Así, las mujeres están obligadas a utilizar medios anticonceptivos, pero a menudo escasean. Además, la violencia sexual contra las guerrilleras provoca también embarazos. A las que se quedan embarazadas se las obliga a abortar, según acusación de la fiscalía colombiana y que niega la guerrilla. En caso contrario, pueden ser fusiladas, u obligadas a duros trabajos en el campo, o destinadas a combatir en los enfrentamientos más cruentos contra el ejército regular. Las FARC no solo niegan que en sus filas se obligue a abortar; también han negado que Héctor Arboleda haya militado en la guerrilla. Sigue leyendo…«.

Por Ana María Pascual / Fotos: Alberto Paredes

Tomado en su totalidad de interviu.es

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