Por mario arias gómez.
Flor, su mamá, contó que el nombre lo eligió el médico que le dijo que estaba embarazada. Le gustaba porque le sonaba a dios griego victorioso. Los dedicados a explicar los significados de los nombres, cuentan que Egan fue el nombre que en el Olimpo dieron los dioses al primer fuego, tan hermoso y brillante que Afrodita, tan enamoradiza y sensual, lo hizo hombre, y de su interior irradiaba una hermosa y esplendorosa luz. Hoy todos esperan y creen que, a sus 22 años, no será solo su Tour, sino el primero de sus muchos Tours, que le esperan.
Es el más joven y sereno ganador de los tiempos modernos, tres meses más joven que Felice Gimondi, el debutante que ganó en el 65. Es el primer colombiano que llega a París de amarillo, como campeón del Tour de Francia. Ha llegado más lejos que Cochise Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra, de Sogamoso, que Nairo Quintana, de Tunja, que Rigo Urán, de Urrao, a todos los de aquellos tiempos en los que a los escaladores colombianos se les llamaba escarabajos.
“Espero que este Tour solo sea el primero, espero seguir creciendo, pero no quiero suponer el futuro, ni agobiarme», declaró el Campeón colombiano y añadió: «solo quiero seguir disfrutando con el placer de competir sin más, de la adrenalina que se dispara, de lo que hace hermoso pedalear, y quiero vivir solo este momento, no quiero salir de él”.
Como los campeones del ciclismo, Anquetil, Bobet, Poulidor, Hinault, Coppi, Egan llega al centro del mundo, a París, desde un lugar humilde y lejano, Zipaquirá, una ciudad que aún mantiene el nombre que le dieron los muiscas, que la habitaban antes de la conquista. Cuando él nació, en 1997, un 13 de enero, como Marco Pantani, ya tenía su propio héroe ciclista, Efraín Forero, el Indomable Zipa, quien hace 70 años, cuando tenía 19, llegó hasta Manizales por el alto de Letras, demostrando que era posible hacer una Vuelta a Colombia, y en Manizales lo pasearon a hombros por su hazaña, como hace 600 años a sus zipas, sus reyes.