Cómo diablos hacer el presupuesto 2016

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En su libro, “El principio de Dilbert”, Scott Adams plantea lo que es hacer un presupuesto: “el departamento de presupuesto utiliza aportes de los empleados como base para prolongadas discusiones sobre la estupidez relativa y el poco valor de cada departamento. Se llama a un redactor técnico para que asuma la culpabilidad por el hecho de que los diversos componentes del plan no tienen sentido, y de que los proyectos importantes no disponen de fondos. Amargado y cínico, pero seguro, porque nadie verá nunca el plan, el redactor técnico prepara un documento y luego dimite, asqueado, después de borrar el archivo original.” (Ver Dilbert)

Miles de compañías se encuentran en esta etapa del año realizando proyecciones y cálculos sofisticados para intentar aproximarse a lo que va a ser la realidad de la economía y el comportamiento de sus ventas y costos del próximo año. Si no es una compañía multinacional, sino nacional, sin exportaciones o importaciones, sin insumos o gastos dolarizados ni correlacionados con el precio del petróleo, uno supondría que la proyección es relativamente sencilla. La variable que podría generar ruido en las proyecciones es la inflación. Aunque el Gobierno y el Banco de la República han abierto la posibilidad de tener una tasa de inflación por encima de 4%, este gran promedio se convierte a veces en otras cifras cuando se desmenuza industria por industria. No es lo mismo el comportamiento de un producto de consumo masivo, sobre todo de la canasta familiar, a otro tipo de categorías de nicho o para clientes sofisticados.

En Argentina, Brasil y Venezuela la inflación es un drama de doble o triple dígito, lo cual hace parecer nuestro 4% menos grave frente a la región. Lo que preocupa en Colombia es que nos acostumbramos a varios años de inflación cercana a 2% lo que se vuelve un incremento despreciable o marginal en los precios. Cuando ese porcentaje se dobla, por cierto tipo de productos, el efecto precio es multiplicador. Por ejemplo, un producto de $100.000 con inflación de 2% llegaría a $102.000 y con el doble de inflación a $104.000 con muy altas probabilidades de ser aproximado, o “redondeado” a $105.000 o inclusive a $110.000. En éste último caso ya estamos hablando de un aumento puntual de doble dígito, frente al real de un sólo dígito. Estas distorsiones puntuales son las que generan las asimetrías que van llenando de entropía y mayor caos el mercado. Lo mismo sucede en costos y gastos. Ahora, si le incluimos el tema de transporte entre ciudades, sólo para incrementar un nivel de dificultad, viene la incertidumbre del precio de la gasolina y por ende de los servicios asociados que pueden desbaratar cualquier proyección ajustada.

Ahora bien, si es una empresa que pertenece a un grupo multinacional el escenario es mucho más complicado pues debe entregar el presupuesto a su casa matriz en moneda extranjera con la respectiva incertidumbre del comportamiento del dólar. Una de las principales dificultades para proyectar el año 2016 es también proyectar el cierre de la tasa de cambio a 31 de diciembre de este año. Para muchos analistas del mercado la volatilidad permanecerá y podríamos acabar perfectamente con un dólar a $2.850 e igualmente probable podría ser un dólar a $3.200. Para tasa de cambio promedio de 2016, expertos financieros hablan de rangos entre $2.900 y $2.950 con picos de hasta $3.500 y mínimos de hasta $2.600. Ante esa posibilidad tan amplia de variación lo mas seguro es que la mayoría de gerentes financieros de empresas multinacionales se equivoquen en la proyección de la devaluación, generando un descuadre permanente en la diferencia en cambio de los estados financieros de las empresas para las cuales trabajan. No es muy distinto a la definición de Adams. Lo lamento si usted es alguien que se encuentre haciendo presupuesto en estos días. Lea el libro de Dilbert para no sentirse tan mal. Buena suerte, ¡la va a necesitar!

Por Jorge Hernán Peláez
Tomado de la República

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