En el Caso de Uribe, la Corte tiene la oportunidad de liberarse del «secuestro» de la izquierda

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La Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia tiene en sus manos la decisión judicial más compleja de los últimos tiempos en Colombia: Definir el caso del expresidente Álvaro Uribe Vélez, el político más importante en la historia de la Nación.

Desde el inicio del proceso, grupos de izquierda hacen lobby ante la Suprema para que meta preso a Uribe por supuesta manipulación de testigos, de lo cual no hay pruebas concretas, pero sus opositores buscan que no sea una decisión basada estrictamente en derecho, sino política.

De acuerdo con la periodista Vicky Dávila, en su columna de la Revista Semana, muchos de ellos se han empeñado en mandarles mensajes a los togados, especialmente periodistas y políticos enemigos de uribismo y del actual Gobierno.

Recordemos que la izquierda ha logrado capturar a la justicia en el país, desde las encumbradas altas cortes hasta los más modestos jueces municipales.  El antigobiernismo y el antiuribismo reina en los estrados judiciales y, por eso, una inmensa mayoría de los colombianos dicen que el aparato judicial está «secuestrado» por la ideología marxista, sin dejar de contar su mala imagen entre los ciudadanos por los sonados casos de corrupción como el «Cartel de la Toga», temas de persecuciones y demás.

Se dice que la decisión de formularle o no un medida de aseguramiento a Uribe, ya sea intramural o domiciliaria, está dividida entre los magistrados que manejan el expediente. Dos estarían a favor, otros dos se oponen a esa decisión y uno está indeciso.

En el campo político, Uribe ha sido un campeón inderrotable y por eso, sus innumerables contradictores han utilizado todas las tácticas para vencerlo sin éxito. Han hecho causa común en múltiples denuncias penales o en un sinnúmero de campañas de desprestigio en los medios tradicionales, en sus portales Web o en las redes sociales. Allí han realizado series, documentales o informes especiales, todos basados en supuestos, conjeturas, versiones de oídas o testigos falsos para destruirlo a cómo de lugar. Pero no han podido.

Si Uribe pierde su libertad, festejarán las Farc a las que persiguió cada minuto durante sus  ocho años de mandato. Para todos los políticos de izquierda, ver a Uribe tras las rejas sería un estasis,  pues siempre fue su opositor natural a quien no pudieron derrotar.

Para el expresidente Juan Manuel Santos sería más que una victoria, pues considera a Uribe su peor enemigo  porque se el opuso a su Paz de impunidad con la guerrilla. Santos nunca pudo acorralar políticamente a Uribe, pues su reelección de 2014 siempre estará manchada por Odebrecht, el  montaje del hacker y el plebiscito por la paz, que se le robó al pueblo, que le ganó en las urnas, a pesar de la maquinaria de su Gobierno con miles de millones para la propaganda oficial en los medios arrodillados. Uribe lo venció con el NO y eso no lo olvida y hace que su ego estalle.

Los dictadores Nicolás Maduro, en Venezuela, y Raúl Castro, en Cuba, festejarían hasta más no poder, porque Uribe ha sido su enemigo más punzante en Colombia y toda la región. Para muchos, este expresidente ha sido sin duda un muro de contención para que el “castrochavismo” no se tome el país y toda la zona, él los puso en evidencia y los enfrentó, por eso, ellos no lo perdonan.

Como lo reiteró la comunicadora Vicky Dávila, los magistrados deben saber que si se equivocan en el caso Uribe le harán un daño irreparable a la credibilidad de la justicia. Mucha gente espera que si el izquierdista senador del Polo Democrático, Iván Cepeda, salió limpio de la Corte, en un proceso similar de supuesta manipulación de testigos y, ese sí, con muchas pruebas visibles, con Álvaro Uribe debe pasar lo mismo.

Uribe debe tener las mismas garantías que Cepeda o Gustavo Petro o cualquier ciudadano colombiano, incluso, esas que le dieron, con suficiente ventaja, al  narcotraficante de las Farc Jesús Santrich, hoy pedido por la DEA pero liberado en su momento por el Alto Tribunal. Debe ser una decisión en derecho.

Si a Uribe lo detienen, sus enemigos juntarán todos esfuerzos para que no vuelva a ver la luz durante años y así sacarlo del Congreso y la vida política del país. También empezarán a llegar a la Corte toda clase de procesos donde lo mencionan.

Según Vicky Dávila, si Uribe cae «terminarán empapelándolo y condenándolo hasta por el primer tetero».

La justicia debe imperar, antes que cualquier cosa, en este sonado proceso contra el expresidente Uribe.  Aquí la Corte tiene la oportunidad de liberarse del «secuestro» de la izquierda.

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