gustavo alvarez gardeazabal

Fajardo y los Licores

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El gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, la tiene mancada aprovechando el liderazgo y la potencia de la Fábrica de Licores de Antioquia, que no es una empresa del Estado sino una dependencia de la Secretaria de Hacienda de ese departamento.

A Fajardo no le bastó con conseguir la renuncia de la esposa de Vargas Lleras de la presidencia de las licoreras sino que, acudiendo a viejos trucos burocráticos, acaba de adjudicar a su estilo las distribuciones de los licores de Antioquia en Córdoba y Cesar por encima de las advertencias de la Procuraduría.

Hace unos meses, le adjudicó sin contemplaciones y sin mirar el estatuto de contratación la distribución en Córdoba a Licosinú, pese a que era el único proponente y debería haberla declarado desierta y vuelto a abrir.

Ahora acaba de entregar la distribución en el Cesar a Empresar S.A., luego de modificar en el camino la forma de calificar la capacidad de endeudamiento para que obviamente esa empresa pudiera competir. Y no contento con ello, dejó la decisión, muy a su estilo, en una junta asesora sin funciones legales.

Como era tan protuberante lo que el gobernador Fajardo y su combo estaban haciendo, la procuradora María Stella Cuadros le envió control de advertencia y ellos se lo pasaron por la galleta.

Como la firma ganadora tiene vínculos con David Escobar, el carnal y antiguo secretario privado de Fajardo, y como el gobernador sin duda alguna aspira a ser candidato presidencial, esta metida de pata con los licores puede resultar siendo capitalizada no solo por Vargas Lleras, su más probable rival, sino por la opinión pública, que está mamada de tanta escandalera, así ella provenga del sagrado e impoluto cenáculo paisa.

La justicia tarifada

DESDE HACE VARIOS AÑOS HA VENIDO HABLÁNDOSE EN COLOMBIA QUE LA JUSTICIA TIENE PRECIO.

Desde hace varios años ha venido hablándose en Colombia que la justicia tiene precio. Desde cuando naturalizamos el delito de que para evadir un parte en cualquier carretera hay que meterse la mano al dril y sacar el billete, el asunto ha crecido.

Como nadie tiene papel en mano para demostrarlo ni muchos menos nadie consigna en cuenta bancaria el aporte que debe dizque hacerse para conseguir una determinación de la justicia, todo se había ido quedado en el rumor y en una cada vez mayor desconfianza por la justicia.

Con el asunto de los testigos falsos y la hibridación absurda de nuestra justicia tradicional con la anglosajona para volverla oral, el asunto ha empeorado y es verdad casi que admitida que en Colombia la justicia tiene tarifa.

Pero este fin de semana con la denuncia que un magistrado de la Corte Constitucional hace de otro consiguieron la tapa del congolo.

Desde ese día, los colombianos nos hemos empezado a preguntar que si eso es lo que pasa en las Cortes y que si eso es lo que hay que pagar para conseguir que revisen una tutela, cuánto habrá que pagar para que se consigan fallos en otros entes de la justicia.

Nos acercamos a un punto sin retorno. La justicia desprestigiada por los magistrados. El Congreso arrodillado haciéndose el ciego ante los desafueros del Ejecutivo. La libertad de prensa amordazada con impecable estilo santafereño. El Ejército frenado en su accionar. La Policía sin purgarse de sus nexos con las bacrim y Uribe y Santos agarrados para armarnos otra guerra civil en reemplazo de la que van a acabar. ¡Nos jodimos!

Dos Métodos

Como existe el pleno convencimiento, tanto en el gobierno como en la guerrilla, que la verdadera paz se logra si Álvaro Uribe hace parte del proyecto que se negocia en La Habana, han ido creciendo paralelamente dos métodos para tratar de convencer al expresidente.

La primera línea es la del perrero. Parece ser la preponderante en la Casa de Nariño. A cada salida de Uribe contra el proceso, garrote. Eso dicen que fue lo sucedido el pasado viernes cuando la Sala Penal de la Corte precipitó la lectura del fallo contra Bernardo Moreno y la Hurtado.

Cogió tan de sorpresa a los abogados que Granados, el de Moreno, andaba por Cali y tuvieron que esperar a que regresara, y empezar a leer el fallo, por televisión, un viernes a las 6 de la tarde, cuando tradicionalmente los magistrados ya se han ido a sus casas de descanso.

El precipitador del fallo a la carrera habría sido el mismo Uribe cuando maluqueó al gobierno y al proceso de paz divulgando el correo interno del ejército donde se advertía de inminentes ataques de la guerrilla contra batallones del ejército constitucional.

La reacción fue inmediata y sacaron el perrero.

Ahora vendrá la segunda línea, la que patrocina Cesar Gaviria, la de ofrecerle salidas legales a Uribe y a los soldados que lo apoyan con la Ley de Punto Final y ponerlo a negociar, que es lo que más le gusta a un paisa como Uribe.

El problema es que RCN divulgó el sábado otro correo interno suprimiendo a los soldados profesionales lo que indica que sí era verdad que en La Habana se negocia el futuro del ejército.

Por GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Tomado del diario ADN

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