Se va a armar la gorda

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EL PLAN DE DESARROLLO QUE ACABA DE PRESENTAR AL CONGRESO PARECE MÁS LA BOTICA DE LA ABUELA.

Dentro del enmarañado Plan de Desarrollo que acaba de presentar al Congreso, y que más parece la botica de la abuela, hay un paquetillo que va a armar la gorda y que en vez de modernizar al país puede montarnos una gazapera.

Resulta que en Colombia, desde las épocas alcabaleras españolas, los departamentos han mantenido el control sobre los licores que se venden en su territorio. Como tal por cada botella que se beba, se paga el impuesto de consumo en las tesorerías departamentales.

Hay algunos departamentos en donde se paga un poco más que en otros y en especial sobre los que llegan de otras regiones distintas. Pero muy españolamente para poder vender, por ejemplo Ron Viejo de Caldas en Cundinamarca los gobernadores tienen que firmar un convenio que lo permita y el de Caldas paga en Bogotá un impuesto mayor que el que paga el ron de Cundinamarca.

Con la propuesta del Plan de Desarrollo, se acaban las fronteras entre departamentos para los licores y se acaban los convenios. Podrá venderse cualquier licor que haya pagado el impuesto único en la fuente a la DIAN y para poderse tomar un Tapa Roja del Tolima en Barranquilla no habrá necesidad de ir hasta Ibagué.

Pero la propuesta no dice cómo se repartirán los impuestos que les quitan a los departamentos pero sí que los recogerá la DIAN.

Y, lo que es peor, como se baja la bandera verde para que los distribuidores armen la batalla por ganarse los grandes mercados con cualquier licor, las licoreras departamentales mal administradas quedan condenadas a morir y los gobernadores a esperar de la DIAN que les llegue una liquidación de regalías por lo menos sospechosamente inventada.

ASPRILLA Y ‘PORRÓN’

‘FAUSTINO ASPRILLA, CON ENTEREZA SIN IGUAL, ENFRENTÓ A LA GENTE DE ‘PORRÓN’’

Si en Colombia existieran más colombianos con el temple y la verraquera de Faustino Asprilla, nuestra gloria del fútbol, muy probablemente el azote de la extorsión que se campea por ciudades y veredas se habría terminado.

Faustino Asprilla, con entereza sin igual, enfrentó a la gente de ‘Porrón’, el diminuto extorsionador que por tres años mantuvo en jaque a las gentes de Tuluá y con su denuncia pública obligó a la Policía a recular en sus afirmaciones torpes sobre la inexistencia de ‘Porrón’ y consiguió que un cuerpo élite de esa institución, independiente del extraño influjo protector de que gozaba el extorsionador, le echara mano y lo pusiera a buen recaudo.

Por alguna razón a ‘Porrón’ nunca lo encontraba la Policía aunque a casi todos sus segundos o los pillaban con facilidad o los encontraban muertos. Algunos comandantes de la Policía Valle llegaron a decir que las denuncias sobre el éxodo que se precipitó en Tuluá, y que aquí denuncié varias veces, eran invención de mi calidad de novelista o se trataba de una franquicia para delinquir.

Pero fueron donde Asprilla a exigirle el pago cara a cara (como siempre lo hacían) a nombre de ‘Porrón’ y el negro les resultó respondón, se negó a pagar y denunció a toda Colombia la situación de Tuluá. Él no se tragó el bochinche tulueño de que a ‘Porrón’ lo protegían desde una agencia norteamericana porque había permitido desmantelar muchas bandas narcotraficantes.

El resultado de su valentía es el que debemos aspirar a que se propague por toda Colombia. Las bacrim no pueden avanzar más. La batalla de la Policía debe ser contra ellas como pudieron hacerla contra ‘Porrón’. Civiles y uniformados podemos pararlas.

Por GUSTAVO ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL

Tomado del diario ADN

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