Cafeteros, el olvido que seremos

Cafeteros, el olvido que seremos

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Con los cafeteros en Colombia sucede como con los ríos, sólo se acuerdan de ellos cuando son sinónimo de negocios financieros o de tragedia noticiosa. La verdad para el mundo financiero ya no es suficiente el néctar que chupan del café bajo la actual estructura gremial, de ahí las comisiones para desmontar cualquier garantía, profundizando la tragedia económica que para los gobernantes, exigir resolverla, no es muy atractivo.

De modo que el muy anunciado verano, la volátil tasa de cambio y el precio internacional están rematando cafeteros en todo el país. El verano del 2015 disparó los niveles de infestación de broca. Los botones de las flores no se desarrollaron completamente, hubo floración marchita. Frutos inmaduros, no germinaron a plenitud. Y mucho café caído. Añadan la carencia de planes de prevención ante fenómenos climáticos, al revés; el gobierno insiste en malos negocios sobre los ríos. Hoy basta con mirar al Huila, Tolima o Cauca, es aterrador el paisaje cafetero. Una mezcla que consume al sector que aún paga pérdidas de la revaluación del quinquenio previo al 2013 superiores a 6 Billones.

Además al factor clima en la producción cafetera colombiana va amarrada la fertilización, en buena parte fruto del sometimiento a la peste de la “Revolución Verde”. Materia en la que el país pierde con cara y con sello; es de los que más paga por fertilizantes y más requieren fertilizar sus tierras, en datos del Banco Mundial para el periodo 2011-2015, Colombia aplicó 648,6 kilogramos por hectárea, el segundo más alto de América después de Costa Rica. El problema frente al tema lo ilustra Risaralda que, haciendo parte de las tierras más antiguas en uso de suelos para café, sólo la tercera parte de sus cafeteros logran fertilizar. Y cabe recordar aquí el incumplimiento en los acuerdos para reducir los precios.

Queda espacio para analizar que los directivos cafeteros -elegidos varios con alientos de dignidad de las luchas cafeteras- hasta el momento han empedrado su camino de buenas intenciones, como entregar pequeñas cantidades de fertilizantes, burbujas para cafeteros que están con el agua al cuello. Pero dadas sus capacidades aportarían si retoman las exigencias para resolver los problemas coyunturales y estructurales, sin morder el anzuelo de la “unidad”, impulsada por el actual gerente Roberto Vélez mientras él coquetea con la “misión Echavarría” para transferir a plenitud los riesgos del mercado a los cafeteros.

Y alerta, promediando lo corrido del 2016 el precio internacional no supera 1,20 centavos de dólar por libra, tendencia similar al trimestre final del 2015, ¡ojo! precios inferiores a los de la época del paro cafetero en el 2013, y con café figurando entre las mercancías a la baja.

¿Qué hacer? Primero una política pública para la estabilización del precio, intervención estatal en los costos de producción que desde el 2002 en dólares por saco, crecen aproximadamente al 20% anual, y políticas avanzadas de prevención sobre fenómenos del clima. En eso coinciden analistas rigurosos y miles de familias cafeteras empresariales y campesinas, a lo que podrían contribuir con seriedad varios comités departamentales de cafeteros. Por su parte gobierno y compañía proyectan el olvido perpetuo, por ende urge llamar de nuevo a la movilización cafetera.

Duberney Galvis

Por: Duberney Galvis

Columnista de La Otra Cara

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