Cirujanos fantasmas

Cirujanos fantasmas (II parte)

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La columna “Cirujanos Fantasmas” (Ver columna 1) publicada en este mismo espacio hace dos semanas, generó una importante reacción en cadena en varios medios de comunicación y en las entidades involucradas en el control de la mala práctica como Ministerio de Salud y Ministerio de Educación. Varias víctimas fueron entrevistadas por la periodista Johanna Fuentes de Noticias Uno y en los siguientes días por colegas que en diferentes espacios abanderaron la denuncia. Día tras día se conocían nuevas víctimas del flagelo de los mal llamados cirujanos estéticos, no todos con las acreditaciones académicas correspondientes y lo que se aspira es estandarizar mínimos por parte de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica.

Luego de la publicación recibí una decena de casos similares y varias llamadas de médicos de diferentes especia- lidades que plantean soluciones a la problemática que probablemente no se le han ocurrido al Ministerio de Educación. Está muy bien que la viceministra Natalia Ariza, como lo informó en rueda de prensa la semana pasada, haya tomado la decisión de frenar las homologaciones de títulos en el exterior mientras revisan cómo van a replantear las cosas.  Ahora bien, el problema sigue existiendo. Hay decenas de cirujanos falsos por ahí operando y exponiendo a pacientes incautos a unos riesgos inimaginables. Se descubrió también que ante el ministerio hay especialidades de otras carreras, no necesariamente medicina, que tienen el mismo manejo irregular. Esto quiere decir que hay algunos ingenieros, arquitectos, economistas, administradores y otros profesionales que dicen tener una especialización o postgrado que realmente no lo es.

Volviendo al tema de los médicos y los que son realmente cirujanos, lo más importante es hacer un inventario actualizado de los títulos homologados en el pasado y crear una base de datos de registros a verificar. Esto puede ser demorado y engorroso porque muchas cosas del Estado aún se hacen en papel y no hay tanto nivel de digitalización, aunque se ha avanzado muchísimo con programas como Gobierno en Línea. Luego del inventario se debe hacer un cruce contra la información que tienen las universidades del país, para de paso revisar los títulos locales y la información que tengan registrada en nuestros centros académicos. Con un cruce inicial seguro salen algunos filtros importantes para ir depurando. En tercer lugar, se debe crear un sistema de segunda convalidación, un examen o una comprobación de los conocimientos contra lo que traen documentado los profesionales de universidades extranjeras.

Estas homologaciones deberán ser de cirujanos dedicados tiempo completo a programas de 3 a 4 años sin operar mientras estudian, porque como se puede evidenciar de la denuncia es demasiado riesgoso para un paciente caer en manos de un médico que realmente no haya estudiado el tema a profundidad. La Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica le confirmó al ministerio su reiterado interés en colaborar en los procesos de verificación, ya que claramente conocen mejor la industria internacional que los aislados funcionarios.

Otra rueda que aún queda suelta es la discusión en el Congreso para reglamentar el tema de procedimientos y cirugías. No puede haber en Colombia cirugías de primera y segunda clase. Tenemos el suficiente talento profesional para atender un mercado creciente y nuestro país no se puede dar el lujo de permitir la existencia de cirujanos fantasmas con clínicas de garaje o alquiladas en donde a diario se ponen en riesgo vidas de los pacientes. El complemento natural tiene que venir con mayor educación y divulgación de las verdaderas complicaciones que puede tener cualquier cirugía en cualquier paciente. La gente se debe informar mejor y tratar de hacer las cosas lo más profesional posible, así el valor de la inversión sea más alto. Lo barato sale caro, y en este caso puede irse inclusive hasta la muerte por un mal procedimiento.

Jorge Hernán Peláez escribe para La Otra Cara el artículo la Guerra por los Datos

Por Jorge Hernán Peláez

Tomado del diario La República

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