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Que nadie se llame a engaños: Santos está dando vueltas y posando de demócrata con el consabido cuento de buscar consensos, para hacer al final lo que mejor sabe hacer: lo que le da la gana. Tanta reunión y encuentro con los líderes del ‘No’ es tan solo una fachada para mostrarse ante el mundo como el gobernante conciliador que nunca ha sido. Le queda mal a un Nobel de Paz desconocer a la oposición que venció legítimamente en las urnas. Por eso barniza la tropelía con aires de diálogo y buenas maneras. Es el modus operandi de los políticos del altiplano: sonrisa en el rostro y puñal bajo la ruana. En el entretanto, azuza a cancerberos locales e internacionales para que se vayan lanza en ristre contra el expresidente Álvaro Uribe. ¡Bonita forma de hacer la paz!

6.424.385 colombianos votamos por el ‘No’, conscientes de que se estaba sacrificando la institucionalidad de la República y suplantando la Constitución por un nuevo orden ilegal, que sería administrado por la arrogancia de las Farc y los odios de Santos. Dijimos ‘No’, porque, a diferencia de lo que piensa el señor Presidente, No somos tontos, No tragamos entero, y Sí sabemos leer. De los áulicos ‘enmermelados’ del régimen se han escuchado toda suerte de ataques y vejámenes contra la oposición democrática: han llegado al extremo de asegurar que, habiendo sido tan escasa la ventaja, entre el ‘No’ y el ‘Sí’, está en duda la victoria. Falacia despreciable: se gana por un voto o más, y al que no le guste que se vaya a vivir a Venezuela o Teherán.

Ahora los malos somos los del ‘No’. Mientras los defensores del ‘Sí’ marchan desesperadamente para que las Farc –los violadores de derechos humanos más grandes que ha parido Colombia– no paguen un día de cárcel, a los que estamos en la otra orilla (con argumentos) y en la civilidad, nos estigmatizan, y, si pudieran, nos fusilarían. Basta ver el odio que expele sin remilgos la senadora Claudia López, por tan solo citar un ejemplo. Olvidan convenientemente la ilustre ‘madre de la Patria’ y los demás defensores del ‘Sí’, que el Plebiscito estuvo plagado de trampas, y, a pesar de ello, ganó el ‘NO’: modificaron el umbral electoral; la campaña del ‘No’ careció de financiación estatal, a diferencia de la del ‘Sí’; los funcionarios públicos fueron obligados a hacer campaña por el ‘Sí’, no se limitó la publicidad estatal y, para completar, manipularon al electorado con el ‘revelador y original’ eslogan: “la paz es mejor que la guerra”.

Lo dijo el mismísimo Humberto de la Calle, antes de la derrota inesperada del ‘Sí’, en un video que anda rodando en internet: “Si gana el No, pues el acuerdo se cayó”. Elemental, mi querido Watson: los acuerdos no nacieron a la vida jurídica, ergo No existen. Hay que empezar de cero, así No les guste a las Farc y al Gobierno; pero, como estamos tratando con tramposos, lo más seguro es que impongan lo pactado entre ellos, a pesar de que el constituyente primario dijo ‘No’. Debemos estar preparados para el conejo; defendamos el ‘No’ en todos los rincones de la patria. No hay tiranía que aguante la fuerza de un pueblo embravecido en la calle.

La ñapa I: después de 17 años de chavismo en Venezuela, de ese país no queda sino la suela.

Abelardo De La Espriella con Cabeza Fria

Por Abelardo De La Espriella

abdelaespriella@lawyersententerprise.com

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Abelardo De La Espriella
Abelardo De La Espriella

Abogado y Columnista


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