Diálogo

La Intransigencia y Desespero se Imponen ante la Mesura y el Diálogo

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Quien lo creyera los que más se les distingue por ser reconciliadores y amigos de la paz, son sin lugar a dudas con su afán desmedido, los más guerreristas  e intransigentes. El señor Presidente de Colombia. Juan Manuel Santos Calderón,  encabeza la lista.

Son arrogantes, se creen los absolutos dueños de la verdad, ven en otros grandes pecados pero en los propios solo se ven como seres perfectos;  quien les contradigan,  son seres errados, equivocados, religiosos, enfermos sexuales, o cuanto calificativo inventado se les ocurra;  cuanta estupidez e ignorancia en no hacer la lectura correcta del porque se impuso el NO y la necesidad de hacer las cosas bien para alcanzar una paz duradera y estable.

Mentiras,  engaños, conejos se conocen por doquier. No se termina de entregar singular noticia cuando ya la supera otra, fruto quizás no de una ficción sino de ese realismo mágico que es Colombia. Sus políticos y subversivos tapando lo inocultable. Los que se creían intocables y dueños absolutos de la verdad recibieron certero cañonazo en su infinita arrogancia. El plebiscito los noqueó por su incuestionable resultado. Los contrincantes que se creyeron menos, que apoyaban el NO,  concurrieron a las urnas convencidos de su anticipada derrota y el reculazo del cañón,  los machucó sin plan B, para desarrollar la victoria entregada por los millones de votantes que no desean ni aceptan cambios producto de indiscutibles manipulaciones.

Los que siempre se creyeron victoriosos  reaccionaron inmediatamente empezando a implementar con más mentiras y prevenciones el diseño de un ropaje que permita confeccionar el traje constitucional justo a la medida. Los líderes subversivos de las FARC, quieren cuanto antes, sin tregua y sin descanso,  vestirse  de gala y ser tratados ya no como delincuentes,  sino como Honorables Congresistas de Colombia.

“La mona aunque de seda  se vista mona se queda”. Delincuentes, hampones narcotraficantes es lo que son y han sido, así se vean hoy como ideólogos. Cuando  vistan sus trajes de honorables congresistas, delincuentes se quedarán si insisten en refrendar,  como les venga en gana,  el acuerdo remendado de la Habana. Su vestimenta futura, hecha a su medida en desconocida calidad de sastres, no callará el clamor de tanta víctima  que no descansa en paz.

No se olvide que cuando terminó la negociación, como siempre lo indicó el primer mandatario,  el Acuerdo oculto de la Habana ya redactado en complejo texto de 297  incomprensibles páginas,  sería sometido a consideración del pueblo, en una única pregunta, si la que “diera la gana”.

Conocido el resultado ya de ello hace dos meses largos, el señor Presidente ad-portas de recibir un premio inmerecido de Paz por no conseguirla, y ante cercanía próxima de su entrega,  diseña otra de sus audaces estrategias más propias del jugador de Póker que del gobernante en ejercicio. Contrario a lo que debió  siempre ser,  inició descomunal carrera ante los partidarios del NO, para lograr lo impensable e inimaginable,  revivir al muerto ya sepultado en octubre 2 de 2016.

Mensajes de urgencia van y vienen, comunidades religiosas, caen en la trampa y unos destacados voceros que se identifican con el NO, sin sopesar la importancia de visitar al palacio Presidencial, ingresan al juego y entregan sesudos trabajos como paliativos y remedios que intenten la resurrección del cadáver, ya en grave estado de descomposición.

Es el pueblo el soberano. En Colombia no hay primacía de personas, grupos,  organizaciones, instituciones, gobierno, por encima de la ley. No es el Presidente, ni el Congreso ni las Cortes. No lo es tampoco la Mesa de Negociación de La Habana. El noble fin, por altruista que parezca,  no justifica  la violación de la Constitución Nacional.  Las cosas hay que tratarlas como son. Las terminologías que se emplean de renegociar,  implementar, revisar o cualesquiera otra, no son de recibo en el puntual mandato constitucional.  El pueblo se pronunció y su sentencia es una sola el primer Acuerdo de la Habana no sólo no lo apoyó por mayoría, sino que el Acuerdo constitucionalmente no existe. El acuerdo revivido o que renace de sus cenizas es abiertamente inconstitucional. La historia futura que se escriba dará el veredicto final. No es una resurrección, es sin lugar a dudas un Golpe de Estado a la Constitución.

Invitación no escuchada  a respetuosa solicitud del expresidente Álvaro Uribe de actuar con calma y  mesura reclama. Pide un prudente compás de espera pero no lo hay. Las explicaciones que entregan para no hacerlo, son tan ridículas y nimias que se impone la creencia generalizada,  se requiere el texto nuevo refrendado para poder  sacar pecho en Oslo al recibir el Galardón. La paz señor presidente,  su paz, no lo hace un texto inconstitucional, la PAZ la hace y aprueba en sus definitivos términos,  el pueblo soberano de Colombia.

El Congreso de la República tiene como función principal hacer las leyes y aprobar los tratados. Se hacen unas y se aprueban otras en debates que mínimo son cuatro de rigor y  ocho para los actos legislativos que modifican la Constitución. El Acuerdo de la Habana resucitado, no es ni lo uno ni lo otro. ¿Dónde está previsto que el Congreso puede refrendar? No.  Jamás, a lo sumo,  podrá implementar. El ya imparable abuso que se cometerá mañana, seguro lo será sin siquiera la lectura obligada de cualquier proyecto. Refrendarán 310 páginas sin leerlas. Lo harán por aclamación o por aplauso, pero lo harán netamente por intereses políticos sin importar consecuencias futuras judiciales.

Primó la arrogancia  sobre la mesura. Otros dirán que es hora de callar al expresidente que realmente son dos expresidentes a los que silencian. No los escucharon los usaron que es peor. El Acuerdo Nacional era el llamado a UNIR. Mañana la anunciada refrendación del Acuerdo de la Habana DIVIDE. Hoy los ánimos están caldeados pero no hay tiempo de reflexionar. No hay tiempo, toca ya. Vimos por los canales televisivos como los subversivos escoltados en caravanas al mejor estilo presidencial y congresional circulan las calles de Bogotá. Arenas y Marulanda en sus tumbas ya deben estar gritando nos tomamos Bogotá.  Ganó la revolución y vamos a ver, parece cierto que lo quieran  lograr pero aún estamos en tiempo de impedirlo. Por el bien del país por la salud de la nación, por el futuro de nuestros hijos y nietos.  El NO, señores está en la obligación de  luchar y salvar a Colombia.

Bernardo Henao habla sobre Alejandro Ordóñez

Por Bernardo Henao Jaramillo

 

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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