Desde cuando comenzaron a aparecer los casos de las niñas de Carmen de Bolívar, afectadas en su salud luego de que les aplicaron la vacuna Gardasil contra el papiloma, el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, se aferró a la tesis de que se trataba un caso de histeria colectiva. No valieron los datos de otros países en donde ese mismo medicamento ha ocasionado problemas a quienes se las aplican. Era histeria y punto, como siempre sucede con este gobierno. Las enfermas no existían como no existen las autodefensas gaitanistas ni las ambiciones territoriales de Nicaragua. Ahora los padres de 829 niñas afectadas, certificadas por científicos, han demandado. Nos tocará pagarles la histeria.
Por Gustavo Álvarez Gardeazábal
Publicado en eljodario.co