Bernardo Henao

Ad portas de una guerra 

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Por Bernardo Henao Jaramillo.

Como lo expresó Arthur Neville Chamberlain “para hacer la Paz se necesitan dos: pero para hacer la guerra basta con uno sólo”. La semana que concluye será recordada en los anales de la historia por un minúsculo grupo que sembró el terror y la violencia en nuestro país. Sin importarles que se vivía la peor época de la pandemia en nuestro territorio, que registra ya más de 83.719 muertes de compatriotas y las UCI en la mayoría de los principales hospitales se hallaban copadas, no les interesó ni la vida ni a salud de los colombianos, por lo que no solo siguieron en su delirante desfogue de resentimiento y odio, sino que llegaron a impedir la atención médica que requerían las personas.

Ellos, los de la manifestación pacífica nos estaban haciendo la guerra. Y esa posición de quienes persisten en el paro llevó a tener las repercusiones que nos dan dos grandes noticias, las que, por supuesto, por sus efectos impredecibles agravan y complican aún más el bienestar de todos los habitantes de esta patria y la recuperación de su economía. Guerra es guerra, dicen ellos, sin ni siquiera tener conciencia de su significación. La primera de las noticias tiene que ver con el quebrantamiento del orden público en Buenaventura y el consecuente bloqueo de la vía que conduce de Cali a ese principal puerto; caos y ataques que subieron el nivel de riesgo, por primera vez en su historia, a grado dos, por los que las navieras adoptaron decisiones perjudiciales para nuestra nación. Así, Meditarranean Shiping resolvió cancelar los itinerarios de buques a Colombia: Hamburg Sud, por su parte, la de no enviar barcos a la zona portuaria de Buenaventura, como también lo hará Maersk, mientras Evergreen está evaluando la posición que va a asumir. (Fuente Cámara Portuaria de la Andi y Asonav, gremio naviero).

Pero ahí no paran las funestas consecuencias de los desórdenes y la violencia de quienes nos han declarado la guerra. Se conoció que la calificadora Standard & Poor’s (S&P) Global Ratings bajó la calificación crediticia en moneda extranjera de Colombia a BB y S& a su vez Global Rating rebajó las calificaciones, por riesgo país, al Banco Davivienda, a la Financiera de Desarrollo Nacional y a la Financiera de Desarrollo Territorial. ¿Será, por ventura, que los “guerristas” comprenden el daño que le están causando a la población más vulnerable y a sus descendientes? Imposible pensar que si, pues ello nos llevaría a predicar un actuar doloso, entonces, únicamente podemos recurrir a la ignorancia de quienes actúan en ese sentido, para medianamente entender su comportamiento devastador, con el cual, unido a la pandemia, hasta ahora han desaparecido diez años de crecimiento económico, con grave afectación en el PIB.

Los colombianos somos por completo los perdedores. Aquí, no hay victoriosos. Están arrasando con la construcción de país de anteriores generaciones, sin la más mínima responsabilidad y con total ausencia de liderazgo y autoridad. La indefensa sociedad civil se ha visto presionada a salir a proteger sus legítimos derechos, la policía se encuentra atada para actuar, el ejército no es autorizado para ejercer su función, al exterior se envían mensajes torticeros, mal intencionados y equívocos que no son contradichos, salvo por contadas excepciones, como por ejemplo el embajador ante la OEA, Dr. Alejandro Ordoñez, quien puso en evidencia la razón de las protestas “Hay una verdad que no podemos ignorar, pero los criminales de siempre, aquellos que pretenden obtener el poder político a través del chantaje, de la criminalidad, permean e instrumentalizan las causas legítimas para tratar de quemarlo todo (…) Hay una fuerza que quiere causar la desestabilidad contra la institucionalizad y que nada tiene que ver con los reclamos legítimos”, motivo que por demás, se ha tenido conocimiento, tiene un reconocimiento económico para quienes ejercen el vandalismo y la violencia, persiguiendo la ruina del país, que, por supuesto, en la generalidad es la suya propia.

Las protestas que se dice de palabra son pacíficas, por su desarrollo, prolongación y consecuencias no lo son. En cambio, dejan entrever la existencia oculta de intereses personales y políticos para hacerse por cualquier medio al poder. Dolor de patria. ¿Cómo siquiera imaginar que quien de esa manera procede puede ser el represente del pueblo colombiano? Imposible. Si nos detenemos y analizamos con cuidado los bloqueos de vías, el desabastecimiento, la destrucción de los bienes de producción y de todo en cuanto a su alrededor encuentran los manifestantes, es evidente inferir que nos quieren llevar a un grave conflicto social para desembocar, quizás, en una guerra civil, de efectos impredecibles, propósito que siempre ha tenido la izquierda radical. Lo que se vive y padece es lo que los analistas denominan guerra asimétrica, en la que resultan afectados gravemente los pobres y llegan a arrastrar a la clase media, la que se destruye para ser aprovechada por quienes desde la oscuridad manejan esa peculiar situación para obtener el poder. En esa contienda asimétrica, como lo anticipara Diosdado Cabello, la “guerra se hará al interior de Colombia” y el régimen tiránico para lograrlo da refugio y apoyo al ELN y a las disidencias de la FARC, grupos financiados con el tráfico de drogas y la minería ilegal. Ahí se halla la fuente del pago a quienes participan en las protestas.

En medio del caos también se presenta recurrente actividad en las redes llegándose a descubrir que son más de 7.000 cuentas de trolls que desinforman y a su vez tratan de impedir que se critiquen las protestas atacando aquellas campañas que se identifican como hashtag (#) que con escasa fuerza y organización tratan de mostrar la verdadera y trágica realidad del paro y sus marchas. Por el contrario, existe un nutrido número de atacantes que las bloquean, montan narrativas en contra de la policía y las FFMM que prontamente son replicadas en el exterior. Es lo que se conoce como la “guerra” de la desinformación. Lo más preocupante es que el análisis forense revela que estas cuentas son operadas desde Bangladesh, México y Venezuela, y sin confirmar, quizás administradas por servidores en Rusia y China. Rusia lo niega.

Contribuyen alebrestar los ánimos y a ser impulsores de la desestabilización los viajes de los senadores incendiarios Gustavo Bolívar y Alexander López quienes trataron infructuosamente de conseguir una visita oficial de la Comisión de Derechos Humanos del país del norte  supuestamente para que constaten la “brutalidad policial”, cuestionando el legítimo trabajo del Esmad; se reunieron con Jim McGovern, miembro de la Cámara de Representantes y co-presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso estadounidense. Fracasaron por completo. Estos apátridas deberán demostrar que cumplieron con los requisitos del reglamento del Congreso para efectuar el viaje.

El llamado que si se debe atender prioritariamente es el formulado por los 29 gremios del Consejo Gremial Nacional que extendieron a destacadas organizaciones internacionales para que haga presencia en el país y constaten el grave daño que hacen los bloqueos, que los califican por “completo de criminales”.

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Bernardo Henao Jaramillo
Bernardo Henao Jaramillo

Abogado e investigador


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