‘Alzate Avendaño’ (II parte)

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Por mario arias gómez

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Auxiliado por el cultivado fichero de la obra del legendario, Gilberto Alzate, que, de su admirado ídolo, pacientemente consolidó, el invaluable exconsejero de Estado, Augusto Trejos Jaramillo, competente conocedor de la obra, del admirado paladín de nuestra juventud ya ida, incunable archivo del que desentierro el editorial, “INCOMPATIBILIDADES”, para deleite de los lectores, más que vigente –que si no es por la salvedad- parece escrito -a pesar de sus 66 años- por el caudillo, para la actual coyuntura política, que interpreta magistralmente -qué duda cabe-, signada puntualmente por la corrupción, según el probado caso, cuya autoría le pertenece al elástico, pernicioso y perverso ‘aventurero, que funge como Director del conservatismo. Traficante -con otros más de su calaña-, del hoy marchito conservatismo.

Transcribo -en gracia a la brevedad- unos apartes:

Con generosidad de espíritu, así habló de su eterno contradictor: “Ni sus más empecinados adversarios osarían desconocer el obstinado celo que el doctor Gómez puso siempre en el mantenimiento de la pulcritud administrativa. …rasgo distintivo de su vida pública. A través de su proceloso tránsito por la política, su verbo colérico y zarpa leonina, cayeron sobre prevaricadores y concusionarios. Ejercía una especie de fiscalía moral contra el soborno, el cohecho, el peculado, el fraude, la corrupción en el interior del Estado”.

…a medida que el país crece, se encara con nuevos problemas. Ya no existe el presupuesto patriarcal de la patria boba, ni el estado se limita a ejercer las modestas funciones de recaudador. Suben vertiginosamente los ingresos fiscales y las cargas del servicio público. Todo ello determina un inevitable reajuste en las formas de vida, un cambio de las costumbres, una crisis en las reglas éticas de conducta”.

…hay personajes sobre los que gravitan unas incompatibilidades morales. Es el caso de los conductores políticos, investidos de una autoridad jerárquica dentro de sus partidos. Una posición de tal laya, implica un fuerte influjo -casi decisivo-, máxime en un país donde se reclutan con un criterio político los cuadros burocráticos del estado. Los partidos son agencias de colocaciones para su respectiva clientela”.

Un líder político tiene más instrumentos de presión que un parlamentario raso. No es lícito, aunque no sea ilegal, que adelante gestiones administrativas o contrate con las entidades oficiales”.

El hombre público tiene que escoger entre la riqueza y el poder, entre lo confortable visceral y la ambición histórica; entre los negocios y la política, pues su contubernio es vitando. No tiene derecho a reclamar la adhesión de sus conciudadanos, ni pretender conducirlos hacia metas ideales, si hace un aprovechamiento indebido de su fuerza y prestigio. Sus deberes morales son más rigurosos, ya que tiene que rendir cuentas al público de sus actos. Nuestros conductores de valía, no acostumbraron negociar con el estado, ni enriquecerse torticeramente al amparo de la política”. Así han sido todas las grandes figuras nacionales, que prefirieron siempre el honor al beneficio, la gloria al dinero, el ascético servicio público a los regalados lujos de la comunidad privada”.

Desde luego las previsiones legales, en la lucha del estado contra la bolsa negra de las influencias ilícitas, no pueden cubrir la variedad de formas y modos como se consuma ese deshonesto tráfico. Hay trucos y estratagemas para saltar por encima de esos retenes de policía moral. Ya apelando al testaferro, a la interpuesta persona, a la práctica sigilosa del serrucho clandestino. También mediante la gestión verbal que no deja prueba documental, ni huellas digitales. … bastan como vehículo del trato simoníaco.”

En estas materias hay que crear sanciones morales, más que legales. Una opinión pública alerta, vale por muchos incisos y parágrafos. El debate público, la libertad para dar a conocer los escándalos administrativos, con suficientes precauciones y salvaguardias, para que no se proceda sin pruebas a averiar la honra ajena, es un escarmiento más eficaz que el moroso trámite de la justicia”.

Es menester precaver el dañino y punible ayuntamiento de los negocios y la política, para salvaguardar el prestigio moral de la clase dirigente y preservar el país contra la corrupción administrativa”.

La transitoria incapacidad de contratar y gestionar ante entidades oficiales, debía extenderse a los parientes inmediatos de los altos dignatarios, …consanguíneos y afines, mientras dure su investidura. Puede reputarse como un rigor desmedido o un trato injusto, que un simple vínculo de familia repercuta así sobre personas particulares, pero hay una compensación social al poner a cubierto a los funcionarios de categoría, contra cualquier aleve suspicacia”.

Ver ‘Alzate Avendaño’ (I parte)

Bogotá, D. C. octubre de 2018

http://articulosmarioariasgomez.blogspot.com.co/30

 

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