¡Buen viento y buena mar, Presidente Duque!

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Por: Mario Arias Gómez

Con la asunción del sexagésimo presidente de Colombia, se da inicio -para alegría de muchos y disgusto de otros- a la era Duque, acentuada por el talante paisa-tolimense, que dejará huella -es su promesa-, conforme se desglosa del suculento discurso de posesión -de excelente factura-, en que notificó, sin preámbulos, al cualificado gabinete: Es hora de los deberes, pasar de las palabras a los hechos, construir sin destruir, reducir la pobreza, instando al equipo, a mostrar resultados, sobre la hoja de ruta: “El futuro es de todos, juntos lo vamos a construir”, alejado de los imponderables y vicisitudes del destino, del torbellino del sectarismo,  la polarización, la corrupción.

Preámbulo engalanado con la nutrida presencia de 10 jefes de Estado, y 17 delegaciones de  gobiernos amigos, invitados especiales, excepcionales testigos del auspicioso inicio de un mandato que, con rigor técnico, exigencia intelectual, se propone -luego del natural borrón y cuenta nueva- diferenciarlo, por un amistoso, civilizado y enriquecedor diálogo, sin espejo retrovisor, sin reconocer enemigos, sin odios, revanchas, mezquindades, teniendo como consejero básico, la sabiduría del pueblo, con la mira puesta en los humildes, los sin voz, en la provincia irredenta. No en vano madrugó a visitar a la olvidada San Andrés, luego al Catatumbo, Guajira, Tumaco, Girardot.

Anticipó, desde la noche del triunfo: “Voy a entregar absolutamente todas mis energías por unir al país”, complementado luego: “Voy a lograr que la nación se levante con ímpetu y asegure -de manera categórica- el crecimiento económico, que traiga consigo equidad, justicia social; que derrote la pobreza; expanda la clase media; acceda a los bienes que eleven la calidad de vida”. “Llegó el momento de cumplir con aquello que el que la hace la paga; consolidar un plan de desarrollo, que es un pacto por Colombia, por el porvenir, la legalidad, el emprendimiento, la equidad, la sostenibilidad ambiental, la ciencia, la tecnología, la información”; en el entendido que los logros y derrotas del presidente, son los logros y derrotas de Colombia. Si al presidente le va bien, a Colombia le va bien.

Ratificó: más que un quimérico pensamiento único, interpuesto a los antagonismos ideológicos y partidistas, el presidente busca un acuerdo sobre lo fundamental, por encima de  estériles controversias, de la disparidad de criterios, en aras de concertar metas comunes, que no, el indeseable unanimismo, propio de regímenes despóticos, que aliena a los pueblos, los aparta de las realidades, induce a falsos paraísos, política que donde fue aplicada -‘remember’ Venezuela-, dejó tras de sí, una estela de sangre, desempleo, miseria, conflictos sociales, que llevó a la desesperanza, a la búsqueda de un ‘chapulín’ que pudiera salvarlo.

Duque, como candidato, reiteró lo que ahora como Presidente corroboró, enmendar el Acuerdo de paz, especialmente en lo que tiene que ver con el narcotráfico, para que deje de ser considerado conexo al delito político, primordial para avanzar hacia la sustitución y erradicación efectiva de los cultivos ilícitos: “Nuestro deber como sociedad, es enfrentar sin vacilaciones, el terrible daño causado a nuestros jóvenes, los jíbaros, los combos, las oficinas, el contrabando, el lavado de activos, las economías ilegales, al servicio de traficantes”.

Igualmente, prometió a los jóvenes equidad, incentivar y aumentar, substancialmente la inversión en ciencia, tecnología, información, en sectores asociados con la generación de empleos de calidad: la Economía Naranja, la tecnología, el big-data, el cloud computing, la impresión 3D, el internet de las cosas, la inteligencia artificial. Los incitó a no dejar que el odio interfiera estos propósitos, sin permitir distracciones que los alejen del camino de la unión, del bien.

Paralelo al programa de modernización enunciado, los calenturientos, mediáticos y ufanos antagonistas del estatu quo -con sus “barras bravas”-, estrenaron el ‘Estatuto de Oposición’, con lánguidas manifestaciones, convocadas por la chamuscada hidra de siete cabezas: ‘Colombia Humana’, ‘Polo’, ‘Compromiso ciudadano’, ‘Verdes’, ‘Unión Patriótica’, Farc, de los que nada bueno -dado su pasado- podrá esperarse.

Matices de una iletrada, indisciplinada izquierda, sin respeto por la democracia que, por definición, es el gobierno de las mayorías, representada -en este caso-, por los 10’373.080 votos obtenidos por el presidente Duque, quien garantizó tutelar los derechos de las minorías, que deben actuar -a su vez-, dentro del Estado de derecho. Conocido el almendrón, es pedir peras al olmo, pues se trata de réprobos, fanfarrones, camorristas, condenados a pelearse egoístamente, por la supremacía, por posicionarse, de cara a las próximas elecciones regionales (2019) y presidenciales (2022).

Que la fortuna y hadas madrinas, acompañen el esperanzador mandato iniciado.

Bogotá, D. C. agosto/2018

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