De aquellos polvos, llegan estos lodos

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De aquellos polvos, llegan estos lodos.

Expresión conocida hacia mediados del siglo XV, como: ‘Con esos poluos se fizieron esos lodos’, locución que con el paso del tiempo evolucionó a: ‘De aquellos polvos se hicieron estos lodos’; ‘De estos polvos vinieron estos lodos’, habitualmente usada como forma de advertencia sobre cosas que pasan (malas o buenas), consecuencia directa de algo que ocurrió, se dijo, hizo, dejó de hacerse. Título que remite en el presente escrito, a los enquistados males generados en estas últimas dos décadas, por el cuestionado ejercicio público del ‘Innombrable’, en perjuicio de nuestra amada, martirizada patria.

Fatal, perverso, sobreactuado papel sobresaturado de inicuas bajezas, crueldades, injusticias, asesinatos, desapariciones, chuzadas, padecimientos, vilezas causantes de la polarización que nos carcome; desgracias tapadas con la impunidad reinante, compiladas en las múltiples, graves sindicaciones acumuladas durante tan largo protagonismo -para el olvido-, caracterizado por el constante enfrentamiento con los operadores judiciales que, en cumplimiento de su misión constitucional, de impartir justicia -garantía (única) de libertad y democracia-, se han atrevido  a tocar al ‘intocable’ a costa de  su tranquilidad.

Cometido interferido por Duque, para quien su irremplazable ‘presidente eterno’, es ‘inocente’ de todos los cargos; premisa (previa) sobre la que se montó la extensa, condescendiente, mansa, sospechosa entrevista -de más tres horas- concedida por el energúmeno semidiós, a la otrora autorizada, confiable, creíble,  imparcial, influyente Revista Semana.

Farsa oficiada -de rodillas- por las decorativas, fletadas, vergonzantes, María Isabel Rueda y Vicky Dávila, con indudable sesgo político y fétido tufillo de engaño; indecorosas, zalameras loras -que no periodistas-, tatuadas -orgullosamente- en la frente, con su nombre, puestas al servicio del paleolítico, bárbaro furibismo, que las distingue como las más fieles, mercenarias escuderas del acatado, incorregible pontífice de la horda de ‘paracos’ que en Colombia han sido.

Plática cuyo concertado contenido descartó las contrapreguntas, interrogatorios incómodos; penoso, lánguido final del acreditado, tradicional medio periodístico, colonizado, silenciado con la empalagosa, irresistible, autosuficiente, poderosa chequera de la multimillonaria familia Gilinski Bacal -una de las cuatro más ricas del país- la cual se hizo al control absoluto -accionario, editorial- que lo convirtió en altanero altavoz, aliado incondicional, cómplice de las abusivas, desatinadas, disparatadas, prohibitivas aventuras del santón del Ubérrimo.

Ocupada en promover al predestinado primogénito a la presidencia -convencidos que después de Duque, cualquier pelagatos puede serlo; de ahí que el pasado 23 de noviembre se estrenara con portada y dilatado autobombo, negando su condición de aspirante; negación prueba fehaciente de su preexistencia,

Entrevista -la de su padre- dedicada a reforzar lo argüido por el Fiscal -que funge de defensor- sobre la inexistencia o insuficiencia de elementos materiales probatorios que demostraran que el exmandatario, haya cometido los delitos de soborno y fraude procesal, denunciados por el ‘senador de la FAR”, según señalamiento del fundador de las ‘Convivir’ (nombre asociado con el  paramilitarismo). Proceso (el más liviano, menos grave, importante, cuya audiencia en marcha en el juzgado 28 de conocimiento, se postergó para pasado mañana (viernes).

Tema inabarcable, inagotable en una columna, que con los ‘falsos positivos’, llenan buena parte de la historia oscura colombiana, pasados por alto en la impresentable, nada ética entrevista, encomendada a las esclavizadas, mimadas, teledirigidas, costosas, bobas útiles, utilizadas por el prontuariado -pasible de ser procesado por los delitos de lesa humanidad-.

Comedia que le permitió al astuto, intimidante lobo -con piel de oveja-, subir un peldaño más -encogido de hombros-, en la escabrosa escalera de la ignominia; consistente en descalificar, demoler, infamar, inhabilitar a “los magistrados (“cómplices”) de la Sala de Instrucción de la CSJ” que “me tienen secuestrado por mentiras y sesgos…”. Fue así como reprodujo la enfermiza obsesión por “reformar el sistema de su selección, encadenada políticamente”; “mafiosos”  que, “han afectado, ignorado la presunción de inocencia”, avalada por las medianías -venidas a más- Duque – Barbosa.

‘Con cara de beato y uñas de gato’, confesó que, sus abogados: “no interpusieron el recurso de reposición sobre la medida de aseguramiento”, a la espera -in péctore- que el proceso pasara a manos de la blanda, indulgente, instrumentalizada fiscalía, cuya cantada decisión la antecedió la aparatosa renuncia.

Propuso -como sofisma de distracción-, crear un “tribunal de honor” para que “verifique si he dicho un ápice de mentira”, en el entendido que sería seleccionado por los susodichos subalternos -de bolsillo-, cumbres morales de la nación, lo que sería tanto como poner al gato a cuidar los ratones, a vigilar -estos- el queso o, contratar un orador tartamudo, un bombero pirómano; una puta beata.

Una mentira dicha mil veces, termina convirtiéndose en verdad (Gobbels). Son incontables las que surgen de los centenares de procesos pendientes. Tanta verdad, limpidez, luminosidad, inocencia, las aportaría, siempre y cuando la aludida magistratura, tuviera carácter vinculante y fuera proveída  por el secretario general de la ONU, a semejanza de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig), instituida en Guatemala, o en su defecto, acudiera -de una vez- a la Corte Penal Internacional de Justicia, a donde llegará -más temprano que tarde-, para que aclare, responda por los presuntos delitos de lesa humanidad que lo perseguirán ‘per saecula seculorum’.

Bogotá, D. C. 07 de abril/2021

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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