Rafael Nieto Loaiza

Desempleo y Cuarentena

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Estoy convencido de que Duque respondió de manera rápida y oportuna a la amenaza del Covid19 y de que la información pública disponible permite afirmar que la cuarentena cumplió su propósito: evitar el colapso del sistema de salud pública y darle tiempo a ese sistema para prepararse adecuadamente para manejar la crisis.

Tres criterios relevantes así lo indican. Por un lado, el porcentaje de ocupación hospitalaria y de unidades de cuidados intensivos. El reporte del viernes mostraba 1.301 casos de hospitalización general y 235 en UCI.  A estas alturas de la pandemia, los Covid19 están ocupando solo el 3.7% de las 6.286 UCI que hay en el país, según estadísticas del Min Salud. Si la comparación se hace con la última cifra disponible (04 de mayo) de las UCI efectivamente liberadas para atender contagiados, 3.289, los Covid19 solo están ocupando el 7.1%. La ocupación de camas de hospitalización liberadas es solo de 5.3%. El número de UCI disponibles será pronto mayor porque el Ministerio compró 2.817 equipos de ventilación, el cuello de botella para crear nuevas UCI, el grueso de los cuales llega entre junio y agosto. Con esos equipos, la capacidad de UCI del país crecería un 40%. Y apenas el Invima de su visto bueno, entrarán a producirse los ventiladores diseñados en la U de las Sabana, la de Antioquia y la EIA, lo que permitiría no depender de las importaciones y abaratar sustantivamente los costos.

Por otro lado, el 21 de abril, el MinSalud sostuvo que en Colombia «inicialmente una persona contagiaba a 2,5 y hoy nos acercamos al valor de 1”. La tasa reproductiva (Ro) mide a cuántas personas puede contagiar un solo paciente y es el mecanismo para estimar la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en una población. Es una noticia formidable porque una tasa de 2.5 significa que un enfermo contagiaba a dos personas y media. Si la tasa baja a uno o menos, el virus se irá controlando.

Finalmente, la tasa de mortalidad por cien mil habitantes es también muy buena: 1.72. Muy por debajo de Bélgica, que tiene hoy 82.6, España 58, EEUU 31.4 y Alemania 10.2, y de Ecuador 19.5, Perú, 18.8, Brasil 13.3 o México 7,5.

Los tres indicadores muestran que la tarea se hizo bien y que no parece haber riesgo de que, en general, el sistema de salud colapse. Seguirá creciendo el número de contagiados e inevitablemente habrá más muertos, pero no transitamos por el camino de Italia, España o Nueva York. Ahora bien, es verdad que en algunas ciudades, Leticia, Cartagena, Buenaventura y Tumaco, hay que tener especial cuidado, pero esos casos solo demuestran que se requieren respuestas localizadas y no invalidan los logros alcanzados.

Sí, había que evitar que el sistema de salud se fuera a pique, por supuesto. Pero desde fines de abril algunos pocos venimos advirtiendo que también había que evitar que la economía se desplomara y que por es es indispensable levantar un confinamiento que ya había cumplido su objetivo. No se nos oyó. Y el resultado es devastador.

El DANE anunció ayer que la tasa de desempleo en abril había llegado al 19.8%. En marzo era de 12.6%. El desempleo creció 7.2% en apenas un mes, 9.3% en lo que va del año. Pero los porcentajes no reflejan la  tragedia humana. Detrás de cada punto hay 240.000 personas, es decir, hoy hay por lo menos 2.232.000 colombianos más desempleados que a fines de 2019. Lo digo porque la cifra real de desempleo debe ser bastante mayor, si se considera que la tasa de participación bajó de 63.3 al 51.8%, una brutal caída de 11.5%, y que se explica porque hay centenares de miles de colombianos que decidieron no buscar trabajo al menos durante la cuarentena. Saben que no lo encontrarán ahora. Pero empezarán a hacerlo cuando termine y ahí la tasa formal de desempleo aumentará aún más.

Detrás de esos millones de nuevos desempleados se asoman tres catástrofes adicionales. Primero, la quiebra de decenas de miles de micro, pequeñas y medianas empresas, en particular en el comercio y la manufactura, y la angustia de ver desaparecer en pocas semanas los ahorros y el esfuerzo de muchos años. Segundo, el crecimiento de la informalidad, enfermedad estructural de nuestra economía que a fines del año pasado era de 47.3%. Finalmente, el aumento de la pobreza. En Colombia perder el empleo casi siempre significa descolgarse de la clase media. Multipliquen cada uno de los nuevos desempleados por cuatro, él y su núcleo familiar, y tendrán una buena idea de cuantos pobres más tendremos en el país. Y todo esto solo hasta abril y pendiente de los estragos que hará el confinamiento en mayo.

Al final, como he advertido, no hay dilema entre vida y economía. La pobreza trae hambre, desnutrición, enfermedad y muerte. Y desórdenes sociales e inseguridad y, por ahí, también muerte. Como no hay vacuna a la vista y la cuarentena no reemplaza a la vacuna, no queda mientras tanto sino aprender a vivir con el Covid19. Higiene personal, uso masivo de tapabocas, distanciamiento social y disciplina son las claves de la supervivencia. Y permitirle a la gente trabajar libremente!

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Rafael Nieto Loaiza
Rafael Nieto Loaiza

Abogado, columnista y analista político. Ex viceministro de Justicia.


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