Desmitificar los Dogmas Comunistas de cara a las Elecciones de 2022

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Por Ariel Peña.

En la próxima campaña electoral se va a definir el  futuro de la democracia en Colombia, ante las acechanzas de las fuerzas totalitarias que con diferentes remoquetes pretenden tomarse el poder e instaurar una  dictadura comunista por sécula seculórom;  en consecuencia una persona que  ha sabido discernir la difícil situación política del país, indudablemente que   es la  senadora  María Fernanda Cabal, que en la actualidad  como precandidata presidencial   defiende las ideas republicanas, de acuerdo a su concepción   sobre el Estado moderno, en donde la libertad individual es la que determina el desarrollo social  y humano de los pueblos.

Entonces  la confrontación ideológica y política se debe enfocar en  desmitificar los dogmas comunistas, con los que se engrupe a una parte de la población y que le han  hecho mucho daño a la nación; en consecuencia la mejor carta para este debate que de ninguna manera se puede pasar por alto, es la senadora Cabal, quien por su experticia se  convierte en   imbatible, cuando se trata de dar la discusión dialéctica en contra de los sofismas marxistas-leninistas, como ya  lo ha demostrado en diferentes escenarios, especialmente en los medios comunicación y el parlamento.

Precisamente observamos como de manera farisea,    personajes proclives al totalitarismo comunista, hablan de un supuesto “odio” por parte de los demócratas; y  eso si es el mundo al revés, ya que  la estafa comunista del marxismo leninismo que es seguida por las bandas narcoterrorista de las Farc  y el Eln,  en los últimos 100 años para la humanidad ha sido la madre del odio, la mentira y el crimen, pues no hay que olvidar que el comunismo es responsable de  millones de asesinatos perpetrados por los marxistas más conspicuos como son: Pol Pot, Stalin, Lenin, Mao Zedong, Kim Il Sung, Fidel Castro y desde luego a las bandas armadas marxistas en Colombia les toca su parte de responsabilidad en esa calamidad; recalcando que el principio marxista de la lucha de clases es ni más ni menos que una vendetta, cuya práctica es igual a la de  cualquier mafia.

Los principales dirigente de los llamados partidos “alternativos” no han renegado del  marxismo,  tampoco las Farc ni el Eln piensan abjurar de la lucha de clases y  de las entelequias comunistas, y   el resto de mamertos que abraza el esperpento marxista mucho menos, pues la diabólica lucha de clases según las enseñanzas totalitarias es el motor de la historia, por lo que la batalla de ideas se tiene  que poner al orden del día para frenar las intenciones hegemónicas comunistas que buscan avasallar al verdadero pueblo colombiano, si ganan la presidencia en el 2022, y por ello no hay que confundir la lucha de clases con la lucha social, situación  que  habitualmente planteamos.

La lucha social es inherente a  la casi totalidad de los seres humanos, porque durante nuestra existencia tenemos necesidades tanto materiales como espirituales, lo que significa que las personas nacemos con necesidades, trascurre la vida en medio de esas necesidades y hasta la muerte de una u otra forma necesitamos del apoyo   de los demás, por lo cual la vida es una lucha permanente; por ese motivo,  como diría un dirigente de la Segunda Internacional de los trabajadores a finales del siglo XlX “el movimiento lo es todo, el objetivo final, no es nada” con esa afirmación se desenmascararon  los dogmas absolutistas de Karl Marx.

La lucha de clases planteada en el Manifiesto Comunista en 1848,  promueve  un ajuste de cuentas o vendetta, en donde supuestamente se pretenden vengar las injusticias cometidas en toda la historia. Para ello los seguidores de la cáfila marxista en  sus diferentes  denominaciones por la concepción mágica  de ese engendro, se creen iluminados para dominar a sus semejantes, creando dictaduras a perpetuidad  con ejemplos claros en Cuba, Norcorea, China y Vietnam,   y  en Latinoamérica quieren imponer  la misma fórmula  con el socialismo del siglo XXl y el foro de Sao Paulo. Desde luego Colombia hace parte del proyecto totalitario, y de ahí que se continua con la combinación de todas las formas de lucha, en donde las bandas narcoterroristas de las Farc  y el Eln son parte importante del entramado.

Así que una cosa es la lucha social movida por  nobles ideales  para el bienestar de las gentes y, otra muy distinta es la  lucha de clases que utiliza medios perversos  para instaurar  una esclavitud permanente en contra de los pueblos. Porque las clases existen en la taxonomía con  los animales y las  plantas, pero los seres humanos somos únicos e irrepetibles, y  a las diferencias sociales y económicas hay que darles el nombre de estrato o nivel, pero nunca de clase, porque la terminología marxista no solo impulsa el odio, sino que busca con la violencia llevar a confrontaciones crueles, igual al caso colombiano en donde el comunismo totalitario le declaró hace 57 años la guerra al Estado y la Sociedad  para tomarse el poder, utilizando sus bandas armadas.

La narrativa de la lucha de clases se basa en el fetiche del materialismo histórico, por ese motivo en una forma mendaz los comunistas con sus diferentes divisas, dicen luchar a favor de los pobres y en contra del capitalismo (que tiene diferentes acepciones),  sin embargo el nazismo y el fascismo también manejaban esa predica falaz, ya que tanto Hitler como Mussolini hablaban a favor de las masas necesitadas antes de llegar al poder, lo que significa que desde el espectro del marxismo-leninismo este par de genocidas podrían aparecer  también como  “formidables líderes del proletariado.

El comunismo en Latinoamérica amenaza la democracia, usando diferentes máscaras,  para descrestar ingenuos, principalmente porque las viejas oligarquías que han parasitado con el manejo del Estado durante largas décadas  tienen un  complejo de inferioridad frente al marxismo, de pronto asustadas con la monserga comunista del materialismo histórico y la inevitabilidad, creyendo el cuento tonto de que el futuro de la humanidad es del  socialismo basado en el marxismo, por ello dichas oligarquías más preocupadas en sus privilegios que en el futuro de sus países, no le han dado la lucha ideológica al comunismo totalitario, de suerte que  esa tarea le corresponde hoy por hoy a las capas medias de la sociedad unidas con los sectores populares, y también a los estamentos nacionales e internacionales interesados en defender la libertad, porque si hay algo que asusta a los marxistas  es el debate ideológico, debido a que  eso los paraliza, porque son huérfanos de argumentos para defender el bodrio comunista.

Al marxismo leninismo hay que marginarlo de la lucha social,  que es diametralmente opuesta a la tal lucha de clases, pues  las reivindicaciones  de los pueblos no pueden ser usurpadas por el totalitarismo, cuyos miembros buscan conquistar  el poder político  para montar dictaduras oprobiosas.

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Ariel Peña
Ariel Peña

Columnista, Escritor. Presidente de la federación Sindical UTRECOL


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