¡El que la hace la paga!

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No hay duda que, la huidiza renuncia al Senado del ‘Innombrable’, buscó esquivar a su juez natural, luego de la degradante, impensada detención dispuesta (4 de agosto/2020), por ‘soborno de testigos y fraude procesal’ (mínima ante los gravísimos delitos pendientes), a objeto de ‘evitar la obstrucción de la justicia’. Medida que puso el dedo en la llaga.

‘Vaca ladrona no olvida el portillo’. ‘Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico’.

Estratégica dimisión del hereje en cuestión, que buscó -cobardemente- soslayar al máximo tribunal -en lo penal-; el cambio del marco legal que lo arropaba. Pérdida de competencia, a efecto de cubrirse -premeditadamente- con la clemente, indulgente fiscalía -de bolsillo-, presta a barnizar, diluir los graves señalamientos.

La juez 30 de garantías de Bogotá, Ximena Salcedo, ordenó -10 de octubre/2020- su libertad, arguyendo -concurrente con la defensa- que no podía privarse de la misma, sin imputación de cargos. El Juez Cuarto Penal del Circuito de conocimiento, enmendó -6 de noviembre/2020- en segunda instancia, la condescendiente, sirviente valoración, validando las pruebas recopiladas por la CSJ, adheridas a la continuidad del vínculo procesal, antípoda de lo inferido -acomodaticiamente- por la fiscalía.

Ratificada la liberación del incriminado, determinó que en tal condición, proseguía ligado al proceso, ya no bajo la Ley 600/2000, sino de la 906/2004, desestimando lo pergeñado por el desenfadado, sofístico leguleyo -que embolata un duende-, en el sentido que el belicoso ‘intocable’, no había sido adecuadamente acusado por la Fiscalía.

Infamante sainete oficiado por el anónimo, descarrilado, vergonzante Fiscal, que más parece un subordinado de la defensa, según se desprende del bochornoso, inconexo, intrascendente, politizado libelo de cuatro páginas, fraguado -supuestamente- por el arrogante, descomedido, insolente letrado que, planteó -con insufrible descaro-, sin soporte lógico, la preclusión de la causa.

Despropósito acogido por el fiscal Jaimes, que falseó -sin disimulo- la verdad: “…algunas conductas que se le imputan no tienen el carácter de delito y otras que lo tienen, no pueden atribuírsele”.

La Jueza 28 de conocimiento, Carmen Helena Ortiz -con los reflectores mediáticos encima- decidirá en la audiencia del próximo seis de abril, la validez o denegación de la descarriada, extravagante, parcializada, torcida petición, inducida, impulsada por el descalificado, incompetente jefe; al servil, sometido subalterno; amplificada por la agresiva, falaz campaña de los medios periodísticos afines, y regateados gacetilleros adictos al ignominioso belcebú.

Contextualizando la censurable, reprochable coartada que -en mi modesto criterio- ignora -a propósito- las miles de pruebas, testimonios, experticias -sin cotejar, rebatir-, contenidas en las juiciosas 1.550 páginas de la CSJ, en las que sustentó la aprehensión y vinculación del  ‘irremplazable’, encubiertas por el insolvente Fiscal, con un tupido velo de silencio, contradichas en su astracanada, burda, direccionada, disparatada, esperpéntica solicitud -no por casualidad, sino conscientemente-, tras el frenético empeño de sacar limpio de polvo y paja -por sus múltiples, progresivas, sistemáticas tropelías- al arrinconado, omnímodo semidiós.

Pleitesía adicionada con ciego, implacable, visceral odio hacia los llamados despectivamente acusetas, germen del recóndito, estrepitoso desprecio al ideal de justicia, aplicable, sin mirar a quien, trocado por los instrumentalizados, manipulados escuderos en impunidad, cuyas consecuencias derivan en su pérdida de credibilidad, estima, respeto.

En seis días sabremos si continuamos condenados -irreversiblemente- a padecerla, frente al blanqueado, controvertible, mitificado ‘Héroe nacional’, aupada por fanáticos, desvergonzados esbirros -de la misma calaña-, que incesantes baten el incensario al encumbrado -sin rubor- como “el mejor gobernante de nuestra historia”; ‘atila’ criollo, redivivo. Emperador obedecido -a pie juntillas- por el digitado, gelatinoso, sumiso apéndice -bobo de solemnidad- que aglutina arbitrariamente al ejecutivo, legislativo y las intimidantes IAS.

Imploro el Supremo para que confiera a la Juez: ecuanimidad, imparcialidad, independencia, resiliencia, sabiduría, que le permitan honrar la pundonorosa, sacra función de administrar justicia, en nombre de la República y por autoridad de la ley. Fortalezas para enfrentar la vidriosa tarea, tachonada de engañifas y presión de ayayeros, malandrines; fachas al servicio del añoso, decimonónico, incorregible, olímpico mandamás, blindado por la apocada, desafiante, fantasmal, inane dupla que por arte de birlibirloque, lo absolvió prematuramente.

Artera intromisión -disciplinable-, de este politicastro aventurero, que no esperó a que la justicia fallara; indulto extendido a los impiadosos ‘falsos positivos’ -crímenes de ‘lesa humanidad’- que cegaron la vida de millares de compatriotas, cuyos sumarios -ignorados- reposan en los abarrotados, empolvados anaqueles de la desnortada Fiscalía, cubiertos de telarañas.

Exención aplaudida por los cantinflescos altavoces; endogámicos felones; sucedáneos del insoportable subpresidente -ignorante supino-; del mercenario, troglodita círculo de ganapanes -adulones, lameculos-: Macías, Felipe Mejía, el coro de loras.

Bogotá, D. C. marzo 31 de 2021

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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