“Guerra avisada…”

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Por: mario arias gómez.

El tradicional clima de zozobra y violencia en que anda enfrascado el país, por la amenazante dirigencia incrustada en el movimiento indígena -visibilizado por la Constitución/91- reaparece una vez más mañana (25), con su verdadero rostro subversivo, afilados colmillos de hiena, que amenazan a los indefensos y pacientes colombianos -tan mestizos como ellos-, condición reconfirmada en la trágica protesta pasada, que calculadamente inmovilizó, durante 27 interminables días, los departamentos del Sur, tuvo en vilo además a los pobladores, causando irreparables pérdidas humanas, heridos, lisiados, e ingentes daños económicos y a la infraestructura.

Luego del temporal receso, reaparece la concertada revuelta, con más bríos, citada por la apertrechada, reaprovisionada, rearmada minga, sincronizada con los siameses grupos de inconformes (centrales obreras, estudiantes, maestros, ‘dignidades’ agropecuarias, camioneros, desempleados, jubilados, trabajadores informales); variopinta fauna, cuyo escalado plan anti-establecimiento, deriva -como siempre- enfrentada al ESMAD, preámbulo de anarquía, asonada, desórdenes, muerte, parálisis, daños en cosa ajena, detenciones.

Confuso ambiente de preguerra que, desde mis lejanos tiempos de estudiante, la sabiduría popular le antepone, el perspicaz e intuitivo proverbio -con validez inobjetable-: ¡Guerra avisada no mata soldado… y si lo matan, es por descuidado! Advertencia para el aletargado, cándido y narcotizado Gobierno, que no alcanza a vislumbrar las predecibles y nefastas consecuencias, que lo hubieran llevado a entablar un oportuno diálogo, e implementar, paralelamente, medidas preventivas para neutralizar los disturbios. Después del ojo afuera -dice la expresión popular- no hay santa Lucía que valga. Ante los hechos cumplidos, de nada vale llorar sobre la leche derramada, menos, lamentarse por lo que no tiene enmienda.

Improvisado Gobierno, que anda a rastras de los acontecimientos, sin poder descifrar el ‘modus operandi’ e intenciones de las curtidas y vandálicas fuerzas que acechan el estatu quo; avivan diligentemente el caos; divulgan incesantes el evangelio revolucionario, polarizante, que busca debilitar, desestabilizar, restar gobernabilidad; estrategia que conduce -en su entender- al poder, lo que hace inevitable, obligatoria, la impopular y extrema acción militar, que por incuria y jactancia, el monocromático y vanidoso Gobierno la descarta incomprensiblemente, sin atreverse a usarla, con la manoseada disculpa: Evitar una masacre que lo horroriza, igual que al mundo civilizado, que entiende que la tolerancia no excluye la firmeza. Causa de la enorme decepción de la gente de bien, que sabe que: ‘Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa’ (Perogrullo).

Entre las funciones esenciales -art. 189 de la Constitución- del Jefe de Estado; …de Gobierno; …de la Autoridad Administrativa; de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, están -entre otras-: Conservar el orden público, restablecerlo donde sea turbado, a efecto de restituir la normalidad; velar por la convivencia; conjurar las causas de perturbación que impidan la extensión de sus efectos; proteger los derechos y libertades ciudadanas; garantizar la seguridad y tranquilidad que permitan disfrutarlas, ejercerlas plenamente, sin abusos, ni excesos, con observancia cabal de los derechos y libertades ajenas; propender asimismo por el respeto pacífico y responsable del libre albedrío, de los deberes, dignidad, obligaciones y comportamientos inherentes a la persona humana.

Premisas concurrentes con el cirsense y desgastado: “No permitiré los bloqueos”. “No podemos seguir teniendo un Estado a merced de presiones”. ‘Decir’ antípoda con los penosos resultados últimos. Recuerdo: Qué no hicieron los vivarachos universitarios; la vociferante minga, aupados por la descastada, estéril, fosilizada y taciturna izquierda que, entre sus consignas -ambientadas con la cobertura mediática de medios afines-, están, impugnar el ‘satatu quo’; controvertir y descalificar a los opositores de sus mesiánicos designios, tachándolos de “fascistas”: generalizar -en últimas- la barbarie.

“En río revuelto, ganancia de pescadores”. Sedicioso libreto, ejecutado -en la sombra- por un imparable contingente de encapuchados, con la retaguardia de francotiradores, guarecidos en esos territorios de nadie, ‘liberados’, -léase campus universitarios- escuelas de adoctrinamiento, adiestramiento, en mora de ser reconquistados por la fuerza pública.

Enseñó el florentino Maquiavelo: “… quien gobierna deberá recurrir a la fuerza para imponer el orden, dejando de lado toda tibieza”, lección compatible con el sagrado juramento de ‘cumplir y hacer cumplir la ley’, mantener el orden, contra toda forma de violencia, practicada por radicales, que actúan -despótica y libremente- a sus anchas, a sus anchas, condenados sin paliativos, repelidos, con las uñas, por una fuerza pública maniatada, estigmatizada, compuesta por miles de anónimos compatriotas, que exponen sus vidas en defensa de sus semejantes, aborrecidos, agredidos, denostados, maltratados, perseguidos por una inhumana, reverdecida ‘guerra de guerrillas urbanas’, con un arsenal de explosivos, piedras, elementos contundentes, que, asesina, aleve y selectivamente, defensores de DH, dirigentes comunales, populares, sociales.

Bogotá, D. C. 24 de abril/2019

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