Eduardo Padilla

Jóvenes, ¡Salven ustedes la Patria!

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Por: Eduardo Padilla Hernández, presidente Asociación Colombiana de Veedurías (Aso-Red).

La creatividad espacial, una original empresa colectiva de las comunidades precolombinas para la producción tangible e intangible, era así: Pescadores, orfebres, agricultores, artesanos y cazadores.

Estos espacios eran coordinados por caciques (poder ejecutivo); palabreros (poder judicial); y ancianos (poder legislativo, que también cultivaba la enseña de la tradición oral).

Pero toda esta estructura indígena cambió radicalmente con la conquista, cuando una minoría externa a los pobladores originales introdujo otra lógica de creación espacial y la impuso.

América se inició como una creación de Europa, una copia mal hecha, un remedo, que se quiso hacer simplemente como un prolongamiento, y por ello la toponimia recuerda el origen europeo de la organización del espacio.

La aplicación de este nuevo criterio iba en contravía de la existencia de grandes comunidades nativas, porque esta minoría europea redujo este espacio a dos elementos: Espacio dominante y espacio dominado, cuyo método equivocado ha perdurado hasta nuestros días como un monstruoso pez grande que devora al chico.

Acerca de este escabroso tema, quizás lo que quiso decir Amado Nervo, fue lo siguiente:
No matar nos dice la Escritura, y tú (dominante) siendo creyente has delinquido, pues mataste en el pecho del dominado la ventura y en el fondo del alma lo has herido.

En Grecia el pueblo era el pópulo; en Roma: los plebeyos. En la época de la colonia, el común.

En Colombia, específicamente, de labios de Momo, el rey del carnaval de Barranquilla, surgió un término de identidad, auténtico y poderoso: “La guacherna.”

Jóvenes de las diversas etnias y estratos sociales: Indígenas, afrodescendientes, rubios, castaños, trigueños, zambos y otros; ustedes, sin ningún tipo de distinciones de raza, género, religión, nivel económico, social o académico, son personas valiosas que forman parte del Estado, ya que los adultos dominados se dejaron corromper por los dominantes, ahora les toca a ustedes cambiar el actual cimiento corrupto y poner, en cambio, otro fundamento forjado en la fragua resplandeciente de la justicia social.

Muchachos, no los estoy invitando a una revolución de sangre y aguardiente. ¡No! ¡De ninguna manera! Sino a una revolución sin precedentes en la historia de Colombia.

Una revolución alineada con los parámetros de la Constitución y las leyes de nuestra Amada República de Colombia.

Esta revolución la haremos en silencio con estas tres armas de artillería pesada: Un lapicero, un tarjetón y una urna.

¡Eso es todo! ¿No les parece fácil? Les propongo un nuevo grito de independencia: ¡Viva la nueva guacherna de Colombia!

La palabra Guache proviene de la lengua chibcha hablada en el altiplano cundiboyacense colombiano antes de la llegada de los españoles.

La palabra «guache» en lengua chibcha traduce «señor» y su par femenino es «guaricha» que traduce «señora».
Pero el conquistador europeo, con la intención de mancillar la lengua nativa, le dio un significado negativo.

Los jóvenes son los nuevos señores y señoras (guaches y guarichas) a los cuales les toca ahora dirigir el destino de Colombia.

Cobra vigencia, ahora, la orden que Simón Bolívar le dio al coronel Juan José Rondón Delgadillo. Hoy Bolívar diría: ¡Jóvenes, salven ustedes la patria!

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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