Eduardo Padilla

La corrupción crece de caos en caos para poder continuar en el poder

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Por: Eduardo Padilla Hernández, presidente Asociación Nacional de Veedurías (ASO-RED).

¿QUIÉN DIRIGE A COLOMBIA, LOS HIJOS DE DIOS O LOS HIJOS DEL DIABLO?

La historia de Colombia está hilvanada con los hilos de la confusión, la anarquía, el caos, y la máscara de la democracia que esconde su verdadero rostro: el de la dictadura.

Muchos organismos independientes están hablando de un Nuevo Orden Mundial macabro. Pero este régimen es tan antiguo como la humanidad misma. Y Colombia no es la excepción, pues el Estado hace parte de esa red global de iniquidad.

Si le damos una ojeada, con ojo crítico, a la historia, nos damos cuenta, con claridad meridiana, de lo obvio que ha sido el régimen de la ignominia, programado por La Liga de la Corrupción Mundial.

Es necesario que La Liga de la Justicia cinematográfica de las sagas de Hollywood se haga realidad cotidiana con héroes de carne y sangre, para poder combatir la escalada mundial histórica de hechos inicuos maquinados deliberadamente en contra de la humanidad doliente.

Cuando, en el principio, Dios les dijo a sus hijos: “Ustedes son dioses, y todos ustedes son hijos del Altísimo” (Salmo 82:6); Después agregó: “Ustedes poseerán sólo un conocimiento, el del amor, el cual fijarán sobre su corazón, se lo transmitirán a sus hijos, lo escribirán en diversos lugares de su casa y lo repetirán en toda ocasión” (Deuteronomio 6:5-9).

Cuando los ojos del entendimiento, de estos hijos de Dios, son alumbrados, no le causan daño a ninguna persona, porque ellos viven sobre el fundamento del amor.

En cambio, todos los proyectos de los hijos del diablo se basan en el amor al dinero, que es la causa de todos los males. A toda esa calaña, Dios les dijo: “Ustedes son hijos de su padre el diablo, y los deseos de su padre quieren hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).

Observamos, actualmente, un panorama desalentador: Pandemias originadas en los laboratorios, guerras fratricidas que facilitan el negocio de las armas, drogas alucinógenas que causan locura colectiva y la muerte, aguardiente que embrutece a los pueblos y reformas tributarias mediante las cuales les roban a los pobres para darle a los ricos. Todo esto es una escalada de hechos criminales, planeada en los escritorios de la burocracia diabólica, que las familias de toda la tierra han tenido que soportar con dolor.

Cuando, en el pasado, la élite sombría se vio en peligro de ser descubierta por el pueblo, inventó los partidos políticos: Liberal-conservador, demócrata-republicano, guerrilla-paramilitar, entre otros. Y así, la élite ha pasado desapercibida detrás de la máscara de la acción combinada de los que son opuestos sólo en la apariencia de los medios de comunicación, pero que en secreto son unánimes.

Por todo este daño que los agentes de la red global perversa establecida en Colombia le ha causado al país, la única alternativa que le queda, a la Liga Real de la Justicia, conformada por el soberano pueblo colombiano, consiste en protestar sin salirse de los linderos de la ley, pues la Constitución permite las manifestaciones sin violencia. Y la primera protesta de 2021 tiene un objetivo claro:
La falta de apoyo del Estado durante el confinamiento, difícil situación económica del pueblo, hambre, educación, salud, servicios públicos, impuestos, profesionales sin clientes, no hay dinero para pagar las deudas, la inoportuna reforma tributaria, nadie le compra los productos a los campesinos, los estudiantes no tienen internet para las clases virtuales, la incertidumbre de los empresarios, las amas de casa ven que sus maridos no están trabajando (mientras que los cobradores tocan a sus puertas), los indígenas, los afrodescendientes y toda la sociedad civil mira este panorama de incertidumbre. Si antes un amplio sector de la población infantil sufría de desnutrición, ahora su situación ha empeorado.

El pueblo colombiano sabe que el presidente Duque no está haciendo un manejo óptimo de la situación originada por la pandemia. ¿Qué le pasa al presidente? A mí me parece que él les cree a sus asesores cuando ellos dicen que todo está bien. Es obvio que esas personas lo engañan con el disco rayado del “castro-chavismo”. Algunos miembros del Centro Democrático están buscando alternativas por otro lado. Aunque no pertenezco a ese grupo, yo voté por Duque, creyendo en lo que resultó ser una farsa.

Hace rato vengo trabajando con organizaciones contra la corrupción, y lo seguiré haciendo con quien encarne este pensamiento político en Colombia; porque lo tradicional no funcionó, pues se trata de las mismas familias, las mismas mentiras, las mismas promesas, las mismas falsedades y las mismas formas de corrupción.

Uno, como ciudadano decente, denuncia la corrupción de los políticos, por ejemplo, en Córdoba, pero el gobierno, en lugar de enjuiciarlos, los premia con contratos y cargos burocráticos. En Córdoba hay 15 presos por corrupción: Auditores, secretarios, y contratistas; pero faltan los de cuello blanco. Como dice El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha: “Mientras los perros están presos, sus amos están libres”.

A nivel nacional, el fiscal anticorrupción resultó corrupto y, en Córdoba, yo fui víctima del cartel de la toga. De esto hay mucho que decir; por ejemplo, los funcionarios bandidos que hoy son investigados por la contraloría general la Nación. A causa de la corrupción, la procuraduría tiene varias investigaciones internas. Y en la administración pasada el mismo procurador ayudo a poner presos a funcionarios de su confianza.

Hay ejemplos de líderes del cambio y mejoramiento continuo como el caso del presidente Nayib Armando Bukele Ortez, del Salvador, que inspiran a los colombianos para reclamar mayor rendimiento del congreso, dirigido hacia la nivelación de los verdaderos necesitados que hoy afrontan pérdidas de empleo o empleos mal remunerados, aumentado los cinturones de miseria nacional.

Los Gobernantes deben salvar y nivelar a la clase trabajadora o, necesariamente, estas por hambre y grave necesidad se los tragaran a ellos. Así de crítica está la situación; la «papa caliente» son los de abajo. Ellos podrían dar un golpe de estado si sus dirigentes los siguen asfixiando con la mala administración en este tiempo de pandemia; lo cual afecta en forma negativa al individuo, a la familia y a la comunidad en general. Por eso no es raro que el pueblo desesperado promueva un levantamiento nacional sin precedentes.

No importa si no crecemos económicamente. Lo prioritario en este momento es ayudar a las familias a sobrevivir sin agobiarlas, ofreciéndoles una salida para evitar la hecatombe social.

Actualmente, se percibe en el ambiente un enfado social provocado por la escasa visión de nuestros gobernantes. ¿Acaso no se dan cuenta que sobre ellos recaerá todo el peso de daños y víctimas de lo que pueda suceder, en Colombia, a causa de su miopía administrativa, en un país en guerra y con pandemia?

Es mejor prevenir que lamentar. De nuestro pueblo limitado por el confinamiento puede surgir un grave y peligroso estallido social.

Seguiremos con más fuerza en esta lucha.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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