La herencia del Gran Colombiano

La herencia del Gran Colombiano

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 Valledupar es tierra de amor, y no es una exageración, esta es una tierra donde el amor prima en las personas y lo afirmo con total convicción, debe ser porque los mayores nos repiten constantemente en nuestro proceso de crecimiento: “Dios te mandó a este mundo a ser feliz y no a echarte a la pena”.

Lo reafirmo, porque ahora que he regresado después de 25 años por fuera,  cuando premeditadamente toco el tema de los terribles años de la violencia “narco-guerri-paramilitar”, la gente hace caso omiso a mis palabras, no calla temerosa o rencorosamente como en otros pueblos, no, es como si no escucharan, es como si esos años no hubieran existido, los vallenatos no se han quedado en el miedo o en el odio por la guerra, no han acudido a pasar la página del libro de la memoria como han hecho tantos pueblos en Colombia. Aquí han arrancado esas páginas del dolor siguiendo las enseñanzas de nuestros progenitores.

Aquí la gente ama, y ama profundamente a Diomedes, escalona, Consuelo Araujo, Pedro Castro y Alfonso López y a muchos otros, entre los que se encuentra Álvaro Uribe Vélez

Ama a Diomedes porque le cantó a este valle con tanto sentimiento que se le metió al corazón; ama a Escalona porque narró en bellos cantos sus hermosas historias; ama a Consuelo Araujo porque en compañía de algunos amigos engrandeció su música creando el Festival de la Leyenda Vallenata; ama a Pedro Castro y Alfonso López porque fueron motor de su desarrollo.

Cada uno de ellos le dejo su herencia y se ganó su amor, pero también ama a Álvaro Uribe Vélez, y ahí quedo desconcertado, porque curiosamente Valledupar es una mujer consentida o  pechichona como decimos acá, a ella hay que heredarle algo ya sea un canto, un poema un festival o hasta un puente, ella es así, por eso ama a todos los ex presidentes porque cada uno le ha dejado su cariñito, pero pregunto a los vallenatos por el detalle de Uribe para con Valledupar y ninguno sabe que responderme.

Entonces me doy cuenta que los vallenatos, aunque amorosos, son unos desagradecidos que no reconocen la herencia del Gran Colombiano.

Uribe nos dejó de herencia a cientos de paramilitares sin un programa de resocialización. Estos reinsertado hicieron escuela del crimen y hoy son casi dos mil atracadores que nos tienen cercados y para ello cuentan con el respaldo de las bandas criminales que operan desde “La tramacúa”, como llamamos a la cárcel de máxima seguridad.

El entonces presidente Uribe, en su afán de querer guerra se peleó con el tosco y agresivo presidente Chávez, quien tomo medidas que acabaron el comercio con nuestra república hermana, si, hermana, porque Colombia y Venezuela son hermanas siamesas unidas por un solo corazón, y ese corazón es la etnia Wayuu que hoy está padeciendo hambruna porque dependía en mucho del contrabando, pero también de comercio licito con Venezuela que murió gracias a la pelea de esos rencorosos presidentes.

Uribe cerró los puertos del contrabando de la guajira, dentro una campaña para acabar con esa práctica ilícita  que fue anunciada pomposamente y que muchos celebramos, pero no hubo tal, el contrabando solo cambio de dueños, ahora pertenece a las bandas Criminales migradas del paramilitarismo las cuales usan los puertos del Urabá. Él acabó con el contrabando en la región de tajo, así como él acaba las cosas, sin dejar un programa de reconversión laboral, trayendo una gran crisis económica a las familias más humildes y matando de hambre a los niños Wayuu. Sus padres solo tenían como único sustento el trabajo con los contrabandistas, porque los dineros del gobierno siempre se lo han robado los políticos Guajiros.

Seria de aplaudir el cierre de los puertos si este se hubiera acompañado de programas de reconversión laboral y que el contrabando se hubiera acabado, pero no, curiosamente está en poder las Bacrim, mientras los Vallenatos heredamos pobreza y los Wayuu ven morir de hambre a sus infantes.

También nos dejo como herencia varios campesinos humildes muertos en los falsos positivos, entre ellos se cuenta un querido y recordado retardado mental. Uribe era el comandante en jefe de las FFMM y por ende el directamente responsable así no sea el culpable de esas muertes y ese dolor.

Uribe no nos dejó obras como lo han hecho los otros presidentes, pero nos dejó su herencia, herencia que los Vallenatos han preferido olvidar, arrancando las paginas dolorosas del libro de la memoria como dije antes, para seguir aquel consejo de los viejos: “tu viniste a este mundo a ser feliz y no a echarte a la pena” y para mantener la tradición de que Valledupar es una tierra de amor.

Por John Bolívar

@johnbolivaracos

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