¡La hora de la Verdad!

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¡La hora de la Verdad!

¡A otro perro con ese hueso!

En cuatro días los peruanos cumpliremos el ineludible deber ciudadano de elegir en segunda vuelta -en medio de una perniciosa polarización-, al próximo Presidente, entre dos opciones, ideológicamente antípodas: 1)-  Pedro Castillo de Perú Libre, inasible topo ‘serrano’ -senderista disfrazado de oveja- y, 2)- Keiko Fujimori, de Fuerza Popular, guardiana de la heredad.

Modelo marxista-leninista, estatista, totalitario -el primero-, que, al margen del sistema democrático, el interés común, permitiría que el malsano, rancio, roído comunismo se cuele, por candidez, ignorancia, áspero, sectario, visceral encono, dejando la sensación -a cargo de los apátridas que lo prohíjan- el no haber escarmentado con el terrorismo perpetrado por Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Facinerosos que, derrotados militarmente, cambiaron de estrategia para hacerse al poder, cambiando la vía de las armas por la de las urnas; contingencia facilitada por la inesperada, fatídica, terrible crisis sanitaria, agregada la socio-política-económica.

Aciaga, inédita, inenarrable, proscrita, suicida eventualidad -imposible de silenciar- que conculcaría los fundamentales, sagrados derechos a la vida, libertad, salud, educación, trabajo, seguridad, libre albedrío, circulación, especialmente los del desahuciado, inerme, esclavizado, desposeído pueblo, condenado a la virulenta miseria, a los infames caprichos -antisistema- de sus verdugos.

Extremistas imbuidos por preceptos marxistas, cuya prédica, la lucha de clases -reiterada por Stalin- proclama que todo es de todos; los medios de producción, propiedad común; los organismos de seguridad entrenados para reprimir, oprimir, someter al soberano. Entre otros: Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua; ‘Unidos Podemos’ (España), ‘Frente Nacional’ (Francia), ‘Movimiento 5 Estrellas’ (Italia).

La segunda alternativa -de centroderecha- encarnada por la  esforzada, gallarda, impetuosa, inteligente, luminosa, tolerante Keiko Fujimori que, -mutatis mutandis- empodera la sociedad en su conjunto, dedicada de lleno a los desposeídas, menesterosos, a las irredentas masas, enmarcada en la aún imperfecta democracia; las improfanables: alternancia del poder, libertad, autonomía, independencia, convencida defensora de la propiedad privada, libre albedrío; acreditada por el legado histórico de su padre, que rescató al Perú del atroz, brutal, diabólico, infernal, profundo hueco, en que lo hundió la insufrible guerrilla, incubada en los cobardes gobiernos precedentes, que en vez de enfrentarla, prefirieron mirar para otro lado.

Genocidas que pusieron en jaque al país, lo ataron de pies y manos, afortunada, exitosa, valerosamente batidos, palmaria, sagazmente por el insomne, pragmático, Alberto Fujimori, mediante medidas extraordinarias, como el forzoso, imperativo, imprescindible cierre del Congreso, que impedía, entrababa, interfería -irreflexiva, sectariamente- la legislación de choque encaminada a atender, redimir la caótica situación; restablecer el orden, el crédito, la confianza; confrontar la hiperinflación, reencauzar la economía; rescatar al país de la condición de paria internacional. Estado terminal endosado por el populismo practicado en su primer gobierno por Alan García, rehabilitado en el segundo.

Coyuntural excepcionalidad -temporal- que requirió la expedición de nueva ‘Charta’ -aún vigente-, que enmendó el rumbo, pacificó al país, restauró, estabilizó la hacienda, forjó crecimiento, desarrollo, paz social. Icónica gestión acogida, aplaudida mundialmente, por Tirios y troyanos. Incomprendida, calculada, interesadamente por los emocionales dinosaurios izquierdistas -de todos los pelambres-, que persistentemente azuzan desde entonces, la implacable, vengativa persecución, estigmatización, satanización del gestor, tachado inicuamente de criminal, corrupto, tenido por muchos -duélale a quien le duela-, como heroico segundo libertador peruano.

Documentada memoria, valorada por la vieja guardia que padeció -en carne propia- el sintetizado horror, ignorado, inexplorado por los desinformados, despistados jóvenes, que no tienen idea, ni imaginan las crueles, ensangrentadas atrocidades por las que atravesaron sus victimizados mayores, cometidas por los precitados monstruos nazistas, enmascarados hoy de luchadores sociales, bajo el eufemístico eslogan, Perú Libre; brazo político de SL, aniquilados, desmantelados -en buena hora-, por el cojonudo ‘chinito’; tarea inconclusa que complementará -de seguro- su hija Keiko. ¡Lo que se hereda no se hurta!

¿Podrá alguien -en sus cabales- con dos dedos de frente impedirlo?  Imploro a los dioses del Olimpo iluminar a nuestros compatriotas, para que puedan discernir -objetivamente- lo bueno de lo malo, entre la paz y la guerra, entre el cielo y el limbo.

Vale repasar la atrapante comedia de Alejandro Casona, ‘Prohibido suicidarse en primavera’, yuxtapuesta a los sintagmas: “Primavera Árabe”; “Revolución de los Jazmines”; “Revolución Blanca” “Revolución de la Cintas Rosas”, germinadas después de la caída del Muro de Berlín (9/11/1989), que desplomó el comunismo en la Unión Soviética y países satélites del Este europeo; chispa encendida -en Sidi Bouzid- por un vendedor ambulante de frutas, Mohamed Bouazizi -26 años- arbitrariamente desposeído por la policía, quien en respuesta se inmoló (17/12/2010), rociándose gasolina.

Espíritu impugnador, de rebeldía, génesis de las actuales, enardecidas, densas protestas -de índole social-, avivadas por las infrahumanas, míseras condiciones de vida de la población, impuestas por las mañosas, sórdidas políticas de gobiernos insolutos, que han engendrado, alimentado durante décadas, el espíritu revolucionario latente en las nuevas generaciones que no tienen nada que perder.

Recapitulando la noche de los tiempos, suena hiperbólico concluir que la inhumana, masiva diáspora venezolana (siete millones), que huye en absoluta indefensión, en busca de alimentos, cobijo, medicinas, salud, seguridad, podría repetirse en el Perú, de permitir sus nacionales, que la alevosa, inescrutable, maloliente, repudiada cofradía -narco-comunista- acceda al mando a través del iletrado, descastado monigote; títere -no pensante- del alevoso, despreciable, indefinible, libertino, vulgar Vladimir Cerrón, sentenciado por corrupto.

Espuria, alienada banda que revitalizaría la trasnochada ideología, soporte de estos triunfalistas senderistas confesos, trajeados de demócratas; tontos útiles que han adoctrinado, envenenado, inducido por años a sus secuaces. Especímenes que intentan reescribir la sangrienta historia del último cuarto de siglo, con empalagosa, inconsistente, verdulera cháchara, que anda tras amnistiar al camarada Gonzalo, su faro, guía.

Plagiarios -allende la frontera de sus admirados ídolos, Chávez-Maburro- que igual anhelan acceder al poder por la vía democrática -que repudian-, para perpetuarse luego, como clara, enfáticamente lo advierten -sin rubor-, lo que demanda de la corajuda ciudadanía, ponerse en guarda, en aras de salvar de sus garras la patria. Apabullante evidencia que, del Estado de Alarma, se pasó al Estado de Emergencia; razón para alzar la voz, alertar que el ominoso, temido lobo feroz -sin vuelta atrás- acecha.

Fatalidad a la que Keiko -con el respaldo creciente de plurales, libérrimas, invencibles fuerzas socio-políticas de bien-, plantará cara dentro del Estado de Derecho, del libre juego democrático.

Expresó Heródoto (484 y el 425 a. C): “La historia es maestra de la vida, pero también de la venidera”. A su vez, el filósofo español, George Santayana (1863-1952) platicó: “los pueblos que no recuerdan la historia que ya pasó, tendrán que repetirla”.

Lima, 02 de junio de 2021

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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