“Pucherazo peruano”

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“Pucherazo peruano”

La palabra puchero -plato del menú español- es usado en Argentina, Bolivia, España, Filipinas, México, Paraguay, Perú, Uruguay, sur del Brasil, para llamar varios tipos de cocidos, semejantes al sancocho de Colombia, Ecuador, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela.

La RAE asocia el término ‘pucherazo’, al fraude electoral, equivalente a la alteración, manipulación del resultado ídem, comúnmente efectuado mediante distintas modalidades : en el escrutinio; en el recuento de votos; al instalar urnas en lugares sin vigilancia; resucitar -como Lázaro- a los muertos para que sufraguen; habilitar menores; trasteo de votantes; compraventa, y un largo etcétera. Incontables, bochornosas, recurrentes maneras patentadas, coligadas al clientelismo político.

Escamoteo que en nuestra patria se viene dando desde los albores de la Gran Colombia (17/12/1819), y que acaba de darse en el Perú, al pasar por alto, el Jurado Nacional de Elecciones electoral (JEP) un sinnúmero de irregularidades denunciadas por Fuerza Popular, soportadas debidamente con pruebas e indicios fehacientes, suficientes, ocurridas durante y después de la elección del 6 de junio, declaradas, descaradamente, sin fundamento, en forma exprés y contra evidencia.

Desafiante, dudosa, voceada decisión, aun antes de zanjar los recursos, arguyendo una insostenible “falta de pruebas”, cuando no, ocultándolas. En ese escenario de descrédito institucional, en tres días queda consumado, definitivamente, el fraude, al asumir formalmente como nuevo presidente de la República, Pedro Castillo; inequívoca, insalvablemente afectado de nulidad, deslegitimado por el 69 % de los crispaos peruanos que acreditan el ‘pucherazo’.

‘Chocorazo’ (colombianismo), sinónimo de lo ocurrido a finales del siglo XIX en La Guajira -antigua Provincia de Padilla-, que con otros rememoraré en próxima oportunidad.

‘Pucherazo’ peruano, fácticamente validado -motu proprio-, por el espurio, esperpéntico órgano electoral que, premeditada, dolosamente -antes que escudriñar la verdad procesal- prefirió ponerse una venda en los ojos, taparse los oídos, para proclamar afanosamente al doméstico, incoherente, irritante, vergonzoso ‘don Nadie’; ignorante, resentido social, sin cacumen, enjundia, horizonte, sindéresis; monocorde, mudo, desaliñado, repelente, tedioso títere; incapaz de articular dos frases juntas.

Pírrico mandadero -en el más amplio, lato sentido del vocablo- sin alternativa posible, antidemocrática, arbitrariamente avalado por el cobarde, cuestionado, estridente, inédito, inescrupuloso, irrisorio, obnubilado, oscuro, parcializado, pusilánime, repudiado, venal presidente del JEP, presidido por un comunista confeso, defensor de terroristas; hechura del defenestrado, despreciable, ultramontano, Martín Vizcarra, saltimbanqui -venido a más-, instigador, maniobrero, causa de la crispación, escozor de la opinión de bien, que marcó razonablemente distancia del delictuoso comportamiento, mal obrar de estas convictas lacras, condenadas al basural de la historia.

Responsables de la larga noche de incertidumbre que irremisiblemente se inició en el Perú, desde la alevosa, ilegal proclamación del perro faldero del condenado -por corrupto- mentor, sin credenciales morales que solventen la tutela que por derecho propio reclama sobre el soberbio Gobierno castro-chavista -con viento de cola-. Soslayando la institucionalidad, se empeña en plagiar la constituyente, legado de Chávez, Correa, Morales, Ortega, con su consecuente captura del ejecutivo, legislativo, judicial-; la cooptación total del Estado -órganos de control; fuerza pública-; la reelección, desangre, esclavitud, esquilme, expropiación, consubstanciales con el fagocitado Socialismo Siglo XXI.

Traición que debe tener revolcándose en la tumba al prócer, José de San Martín, quien supo ganarse el cariño, respeto de quienes eternizaron su memoria, en la legendaria Plaza que lleva su nombre, a escasos pasos de la de Bolívar, Catedral -referente de la actividad política-, desde cuyos balcones del Cabildo, declaró el 28/071821 la Independencia (no definitiva). Tarea que concluyó el genio -invencible- de América, en la batalla de Junín (6/08/1824), quien consideró a su émulo (luego de reunirse en Guayaquil): “muy hábil para negociar, pero muy ingenuo como estratega militar”.

Finiquitado el triunfante proyecto emancipador, Bolívar lanzó su encendida proclama que finaliza: “¡Peruanos! bien pronto visitaremos la cuna del Imperio peruano y el templo del Sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad, más placer, más gloria que bajo el dorado reino de sus Incas«.

Inimaginable lo que en este impensado, magno, triste bicentenario, estuviera pensando esta  bidimensional dupla de indóciles héroes, al ver festinado, espoleado, el colosal legado libertario del virreinato, empujado al despeñadero, por la precitada, depravada cáfila de apátridas, renegados saduceos chavistas, inducidos por la corroída, ominosa, satánica, vacía doctrina -de baratillo- castrista, antípoda del espíritu que fortaleció su invicto activismo; desprendido, mesiánico, munífico, patriótico sacrificio, que rescató al imperio del Tawantinsuyo, de las garras de la degradante sumisión.

Sólo el inapelable tribunal del tiempo podrá indicar, cuán equivocada está la asquienta, embustera, facciosa, tramposa pandilla de zascandiles que ha fragmentado, irreparablemente, al pueblo peruano.

Bogotá, D.C., 25 de julio de 2021

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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