¡Que los compren quienes no los conocen!

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Desconcierta las triquiñuelas ejercitadas por la esperpéntica coalición, ‘Equipo por Colombia’, que el domingo próximo escogerá su candidato presidencial; proceso plagado de malas formas, trampas fraguadas -con total cinismo- en contra del Ilustre, curtido, fogueado exministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, cofundador del CD, partido de gobierno exprimido al máximo -burocrática, presupuestalmente- por una gavilla de felones empeñados en demoler, maltratar al íntimo socio de ayer.

Acrisolado, cualificado dirigente, cuya experiencia, señorío, formación -humanística, intelectual- dista sideralmente de sus competidores. Caldense de bien, de mérito positivo, a quien conozco perfectamente, como a su apreciada, distinguida, emprendedora, enaltecida familia de empresarios de postín. Abolengo, casta a años luz de los contaminados, iletrados, ineptos, infraternos antagonistas, sin valor, faltos de juicio, autoridad moral, ética, profesionalismo para rivalizar honrada, rectamente con él, distancia que los indujo a cerrarle el camino de la consulta. Inhabilitadas medianías a los que nadie en su sano juicio, puede confiarles la vida, honra, salud y patrimonio de más de 50 millones de colombianos.

Envenenados fardos, a cual más peor, contenidos de un mismo lodo, la estremecedora megacorrupción que actúa desde las entrañas mismas del poder. Al margen de su condición de leal escudero del innombrable, apena nuevamente la artera componenda que con su anuencia fragua subterráneamente el duquismo con los aliados políticos, arriados por Susana Correa, en favor de Fico Gutiérrez.

Complacido le reitero -con los míos- a OSACR IVÁN mi creciente admiración, adhesión, solidaridad con su causa que busca rescatar a Colombia del fondo al que la llevó el desgobierno. Realidad negativa susceptible de empeorar como reza la ley de Murphy.

Títere convertido en una versión moderna de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que en un desborde de impudor, malicia, jura y perjura que es incorruptible. Modesto carga-maletas del BID, que se autocalifica -sin rubor- como el mejor mandadero de América, que actúa como cerebro -en la oscuridad de la noche-, detrás de la red criminal de ‘abudinadores’ del erario.

Resalto la consecuente actitud del presidente del directorio nacional Conservador, Omar Yepes, cuya conciliadora, endémica, mediadora posición lo condujo a proponer la admisión en consulta, interferida por la chequera del improvisado, celoso, desahuciado, opacado Alejandro Char, consciente de que frente al cuajado Oscar Iván, no tenía chance, que sobradamente se lo llevaría en los cachos. Irrebatible motivo que provocó el que se le atravesara como mula muerta, al otrora aliado. Tesitura que no sorprende, prueba fehaciente de su inmadurez política.

Zancadilla atada a componendas -repito- con el poder, a las rivalidades e intereses crematísticos que estimuló a que los coaligados gastaron sus energías, tiempo, peleándose recíprocamente, abandonando la exposición de sus insubstanciales, frívolos programas de gobierno que brillan por su ausencia, lo cual me recuerda el episodio evangélico en que Pedro blandió la espada en oposición a la detención de Jesús, cortándole una oreja a un siervo, origen del histórico apotegma: “Mira Pedro cómo estamos y tú cortando orejas”.

Sin ánimo agorero, zahorí, anticipo la abrumadora, contundente, explosiva derrota que alborozados registrarán: el país, el mundo democrático. Descalabro labrado, diligente, meticulosamente, por cívicas fuerzas -cuando de defender la patria se trata-, concertadas para destripar el escalofriante, genocida, ilegítimo, inepto régimen. Destronar al sectario, venenoso, zafio, antidemocrático títere -falto de entendedera- escogido -en mala hora- a dedo por su titiritero.

Imprevisible, ineluctable desgobierno, sin firmeza, que descuadernó, deconstruyó, desangró al país. Mitómano sin credibilidad, instalado del lado equivocado de la historia, quien vanamente intenta justificar lo injustificable. Tras el anhelado, clamado cambio por la severísima situación debida a quienes probaron la miel del poder, enviciados que ahincadamente luchan por no perderla. Calificadas pluralidades que con la premura que demanda, gritan un categórico, inequívoco: “que se vayan todos”, el cese inmediato del lastimoso, podrido Gobierno, incurso -como el que más- con la descomposición -de impredecibles consecuencias- por él promovida.

Ante el cúmulo de denuncias de corrupción, de evidencias indicios, homogéneos y concurrentes, sustentadas por aplastantes pruebas, que existen y fluyen alrededor suyo, alcanzando al más alto nivel del Estado, los colombianos no podemos permanecer impasibles, ni resignarnos tampoco con el insoluto argumento de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, tesis rebatible que será desmentida -Dios mediante- en estas elecciones, demostrándose que la patria se merece algo muchísimo mejor que Duque.

¡El sol no se tapa con un dedo!

Asistimos repentinamente a los últimos días de Pompeya, descalabro moral, del comportamiento de Alí Babá, inquilino de la conocida cueva, la ‘Casa de Nari’.

Bogotá, D.C., 06 de marzo de 2022

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mario arias gómez
mario arias gómez

Abogado, periodista y escritor


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