A la Corte Suprema «le quedó grande» decidir el caso de Luis Alfredo Ramos

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Por Alejandro Ramírez

Este mes de julio, más exactamente el 20 de julio, cuando Colombia esté celebrando un año más de su independencia, el proceso de Luis Alfredo Ramos cumplirá un aniversario más triste: 500 días esperando un fallo. Nos resistimos a entender la razón de la injustificada mora.

Estos 500 días de mora en producir una sentencia, contados desde la última audiencia del proceso de Ramos ante la Corte Suprema, ahí mismo, en la cuadra de enfrente de la Casa de Llorente, donde recuerda nuestra historia hace más de 200 años se negaron a prestar un florero. Hoy, se niegan a decidir algo más delicado: la inocencia de un ciudadano, un líder político que migró del sector privado, para dejar huella con la gerencia pública.

Y así lo hizo: durante 3 años al frente de la alcaldía de Medellín, Ramos fue galardonado 2 veces como el mejor alcalde del país, lo que lo dejó de manera definitiva en la vida política. Pasó a la rama legislativa, como presidente del senado lideró una de las más ambiciosas agendas de reformas que recuerde el Congreso en las últimas décadas.

Desde su campaña a la gobernación de Antioquia, ya se vislumbraba un grupo político que evitaba, con calumnias infundadas, la llegada de este líder a grandes responsabilidades. Primero,  intentaron frenar su aspiración con la publicación de un libro. Claudia López se estrenaba en sus acusaciones estridentes, de la mano de León Valencia. Los antioqueños no creyeron en falsas denuncias y lo eligieron. Una vez elegido, sus contradictores escalaron sus acusaciones y de la mano de un colectivo de abogados, Claudia lópez y sus amigos, entre ellos Iván Cepeda, le abrieron otro proceso a mediados del 2011. Finalizaba Ramos su gestión como gobernador, y para aquella fecha, contaban sus contradictores con la ayuda de funcionarios judiciales tan efectivos, como cuestionados fueron sus métodos, como el magistrado auxiliar Iván Velásquez.

Y en el 2013, justo cuando Ramos se encontraba en el preludio de precandidatura a la presidencia para enfrentar a Juan Manuel Santos,  encontraron a un Criminal que, haciéndose pasar por paramilitar, rindió una versión tan incoherente como fantasiosa. Le creyeron los magistrados a este testigo, que tenía un video grabado con su celular, desde el año 2001, donde Ramos recibía cientos de millones de pesos de manos de Carlos Castaño en una maleta. Pero el magistrado Leonidas Bustos, recordado «magistrado de la Paz», sin mayor análisis del testimonio – como lo demuestra el hecho de que la tecnología de video solo llegó a los celulares en el año 2004- ordenó la captura de Ramos, sacándolo de una contienda presidencial. Bastó el sólo dicho del «testigo estrella», sin rastro alguno del mencionado video.

Desde esa fecha hasta hoy, Ramos cumple más de 8 años en un proceso, durante los cuales han aprovechado algunos medios de comunicación para dar todo tipo de versiones mancillando su nombre, su honra, su dignidad y de contera afectando a su núcleo familiar. El último episodio, dirigido por Noticias UNO -avalado por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP)- y Revista Semana, donde se encuentran reconocidos opositores del uribismo, como Cecilia Orozco Tascón y Daniel Coronell.

Pero el Presidente de la Corte Suprema, finalizando ya su periodo como magistrado, ha sabido descalificar los arrepentidos testigos que le montaron sus contradictores políticos: aún cuando el proceso de Ramos se encontraba cerrado a pruebas desde hace años, sin prueba técnica alguna y en contra de cosa juzgada. Así sucedió, por ejemplo, con Carlos Enrique Areiza, quien luego de someterse a sentencia anticipada y colaborando con la justicia, aceptó ante juez penal de Medellín, las presiones para prestar testimonio en contra de Ramos. No le valió al presidente de la Corte Suprema de Justicia dicha sentencia, y en cambio le aceptó en enero de este año, nueva retractación, donde el reconocido testigo falso negaba «el contenido» de unas cartas, de puño y letra suyas, que además había expuesto ante reconocido programa televisivo «los informantes», en el año 2016, en el cual había pedido perdón de manera pública a Ramos y su familia. Ante semejante testigo falaz, los togados obviaron la prueba de grafología, puesto que todo iba dirigido a restar credibilidad a la labor de contradicción de los testigos que Ramos y su defensa hicieron durante el prolongado proceso.

Y así, con inconsistencias tan visibles, se cumplirán antes de que se acabe el mes, y se conmemore nuevamente la primera «acta de independencia», 500 días sin que la justicia pueda demostrar la independencia de la política. ¿Hasta cuando, señores Magistrados? 

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