Eduardo Padilla

La Ciénaga y la Ley del Embudo

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Por: Eduardo Padilla Hernández, presidente Red Colombiana de Veedurías.

La tradición oral de los pueblos encierra una sabiduría sorprendente. Ahí uno se topa con unas perlas preciosas engarzadas en el hilo de oro del conocimiento ancestral, por ejemplo: Lo ancho para la élite, lo angosto para el pueblo. La élite es como el ratón: lo que no se come, lo daña.
Yo antes creía que la ley del embudo se trataba de dinero, pero no es así. No se trata de dinero, porque ellos tienen máquinas para hacer dinero. La cosa es más profunda. Su objetivo lúgubre consiste en matar todo lo que tenga vida.

VAMOS A EMPEZAR POR EL PRINCIPIO:

La Ciénaga Grande del Bajo Sinú es un cuerpo de agua formado gracias a la dinámica hídrica entre el complejo de lagunas y la cuenca media y baja del río Sinú, mediante un conjunto de caños ubicados en la zona baja del valle de dicho río, antes de que éste forme un delta para desembocar en el mar Caribe.

Este humedal está comprendido dentro del territorio de cinco municipios del Departamento de Córdoba: Chimá, Cotorra, Lorica, Momil y Purísima. Este complejo cenagoso es un cuerpo de agua que se forma debido a la dinámica hídrica entre el conjunto de lagunas y la cuenca media y baja del río Sinú. Mediante su conexión con el río, la ciénaga se convierte en determinante clave de la vida de los municipios que la rodean debido principalmente a dos razones: su función amortiguadora del nivel del río en la época lluviosa, de abril a noviembre, que evita las inundaciones excesivas en invierno; y el enriquecido entorno ecológico que se forma gracias al intercambio de aguas entre ecosistemas de tipo léntico (las lagunas) y lótico (el río), convirtiéndose en un hábitat que alberga gran variedad de fauna y flora. Estas aguas históricamente han sido aprovechadas por los habitantes sinuanos, que han desarrollado toda una economía a su alrededor.

LOS NATIVOS RESPETABAN LA NATURALEZA

La población precolombina del valle del Sinú aprovechó las características geográficas de su región construyendo sofisticados sistemas de canales para regularizar, drenar y conectar los cuerpos de agua con las salidas al mar y entre sí. Durante el invierno contenían las inundaciones facilitando el natural funcionamiento de las ciénagas como amortiguadoras del elevado cauce del río y protegiendo sus cultivos y viviendas de desbordamientos excedidos. Su ingeniería disminuía la velocidad de las aguas, lo que retenía los sedimentos del río para que luego, en el verano, fueran aprovechados como abono en los playones que quedaban secos al bajar las aguas y donde ubicaban sus cultivos. Los zenúes tenían un modelo de desarrollo respetuoso con el medio natural.

¿CÓMO SE INICIÓ EN, LA ZONA, LA LEY DEL EMBUDO?

En la época de la conquista, los españoles encabezados por Alonso de Heredia, llegaron a la zona del Sinú, luego de fundar Cartagena, en busca de la legendaria orfebrería Zenú y sus fuentes de oro. Al mando del adelantado Pedro de Heredia, la zona fue invadida y saqueada y se reconoció su territorio y población como pertenecientes a la provincia de Cartagena de Indias.

Luego llegaron los franceses y norteamericanos, interesados en el resto de oro que quedaba en la zona y en la tala y extracción de madera.

Luego, los campesinos y pescadores fueron desplazados, pues durante la segunda mitad del siglo XX la ocupación y uso de la ciénaga, por parte de los terratenientes, fueron abriendo paso a la ganadería y la agricultura expansiva; esto sumado a la complicidad del Estado, quien a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) construyó canales artificiales y distritos de riego, y ofreció incentivos a los latifundistas con el fin de recuperar tierras baldías y destinarlas a actividades agropecuarias. Como consecuencia, es obvio que la reducción del área inundable hace que la zona de depósito de sedimentos disminuya y que la colmatación y permeabilidad aumente, produciendo una desecación de alrededor de 10.000 hectáreas en las últimas décadas. Esto significa catástrofe ambiental.

Actualmente, la Ciénaga sufre problemas de colmatación que sumados a la alta sedimentación han venido limitando cada vez más la capacidad amortiguadora de las aguas del río. Su comunicación con el río se da a través de un complejo de caños, siendo los más importantes Aguas Prietas y Bugre, y por los cuales recibe también contaminación orgánica procedente de las aguas residuales domésticas de diferentes centros poblados, principalmente de Ciénaga de Oro, Cereté y, sobre todo, de Montería, que por carecer de PTAR, a raíz de la corrupción administrativa, todo el excremento de la ciudad desemboca en el río Sinú y luego toda esa contaminación llega a la Ciénaga Grande del Bajo Sinú, para luego seguir su curso hacia el delta en la bahía de Cispata. De la misma forma la ciénaga recibe sólidos a través de los caños debido al uso de agroquímicos en la zona.

DESPLAZAMIENTO = POBREZA

En la década de los 70, la Ciénaga Grande de Lorica tenía 45.000 hectáreas de humedal en invierno, pero hoy solo tiene 20 mil hectáreas porqué los vecinos perimetrales colindantes se han robado 25.000 hectáreas, disminuyendo el volumen de agua y desplazando a la población nativa. Sabemos que el desplazamiento forzado vulnera los derechos de las personas y se convierte en un delito penal.

Existe una variable para tener en cuenta a la hora de caracterizar la situación de pobreza de la población de la Ciénaga Grande del Bajo Sinú. El índice de Necesidades Básicas Insatisfechas contempla ciertas características de un hogar que cumple con requisitos básicos de calidad de vida. Al identificar alguna de estas condiciones como ausente se define al hogar como pobre, y en caso de que sean dos o más se considera que vive en la miseria. Esto significa que los campesinos y pescadores que antes vivían en los alrededores de La Ciénaga Grande del Bajo Sinú, ya no siembran ni pescan, pues fueron desplazados por muchos latifundistas que se robaron grandes extensiones de la Ciénaga.

Cuando se inició la Represa de Urrá, el gobierno les prometió a pescadores y agricultores de la Ciénaga Grande, que los iba a subsidiar para que ellos iniciaran proyectos de emprendimientos, pero unos particulares “paracaidistas” organizaron una fundación, y todos los recurso fueron canalizados para esa ONG totalmente ajena a los pescadores y agricultores de la ciénaga.

¿QUÉ HACE EL MINISTRO DEL MEDIO AMBIENTE Y EL DEFENSOR DEL PUEBLO?

Estos cordobeses no hacen nada por su tierra. Es grave esa indiferencia. A pesar de que es su deber trabajar en la recuperación de ese importante cuerpo de agua y ayudar a los pescadores y agricultores que fueron desplazados por latifundistas? No han movido un dedo para ejecutar la Sentencia T-194/99 de la Corte Constitucional referente al Proceso de degradación medioambiental, desecación y contaminación de este cuerpo de agua. Tampoco hemos visto el desempeño de los entes públicos, como gobernación y las alcaldías que están en el área de la ciénaga. ¿A qué se debe la apatía en este asunto? ¿Será que los latifundistas son miembros de sus grupos políticos?

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