Pasó el tan esperado 23 de marzo, donde se suponía que se firmara el acuerdo final de la negociación entre el Gobierno y las FARC, aunque amanecerá y veremos; pero lo que quiero llamar la atención es la situación del ELN y su sospechoso fortalecimiento de los últimos cuatro meses, desde las pasadas elecciones el 27 octubre de 2015 donde emboscaron y masacraron 12 uniformados en Guican, Boyacá, este grupo armado según datos del CERAC (Centro de de Recursos para el Análisis del Conflicto) ha pasado de 2 combates por mes a 7, ha realizado 20 acciones unilaterales de terrorismo y secuestrado a 12 personas, en palabras del investigador del CERAC Juan David Vela “se puede decir que en estos 3 meses el ELN realizo lo que no hizo en 8 años de seguridad democrática”.
Hay diversas lecturas a esta situación, unos analistas mencionan que es una estrategia de mostrar fortaleza para una eventual negociación, otros mencionan que hay una división interna donde su frente más poderoso el Domingo Laín bajo el mando de alias “Pablito” mayor financiador de esta guerrilla no está interesado en un proceso de paz; pero hay otra lectura a la que me adhiero; es la existencia de un proceso de alianza entre algunos frentes de las FARC ante su posible desmovilización y del ELN que podrían servir de receptores de hombres de las FARC, a quienes no les interesa una desmovilización y alejarse de su lucrosa actividad, esto incluiría mandos medios de esta guerrilla quienes son los verdaderos ejecutores y expertos de las acciones ilegales; como la extorsión, el secuestro, la minería ilegal y las rutas del narcotráfico.
Lo que convertiría al ELN en un reciclaje de una considerable y representativa fuerza militar de las FARC, sucediendo algo como lo que paso con las BACRIM y los paramilitares, cambiando de razón social pero siguiendo el mismo mal. A esto si le debería poner atención el gobierno, no solo a la fecha de la firma del acuerdo con las FARC.
Por Carlos Patricio Eastman Barona