El profesor Santos

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Por: Abelardo De La Espriella.

abdelaespriella@lawyersenterprise.com

En medio de un cúmulo de trabajo realmente abrumador, me disponía a escribir el presente artículo, exprimiéndole tiempo al implacable reloj de las ocupaciones, y, entre los temas que circundaban mi cabeza, al ritmo de la odisea informativa que desborda en Colombia la capacidad de analizar cada uno de los asuntos de interés que saltan a la palestra, cavilé en tres posibles opciones: 1. La fortuna de las Farc: la Fiscalía General informó que encontró en los computadores de esos bandidos los registros de lo que sería un botín monumental, fruto de las múltiples fechorías de esas alimañas. 2. La válida protesta estudiantil, que propugna por una mejor educación pública, manifestación en la que se colaron el oportunista de Petro y un combo de marihuaneros acaba ropa, que ni siquiera asisten a clases porque el sopor de la bareta y la flojera no los dejan. Pero eso sí, para cometer actos vandálicos están de primeros. 3. Los casos de pederastia en la Iglesia católica, encubiertos por el benemérito papa Francisco. Estaba en eso cuando, revisando las noticias del día (ritual que ejecuto siempre antes de empezar a teclear), encontré una perla que dio al traste con el eje temático que había dispuesto: “Juan Manuel Santos se estrena como profesor”.

Era imposible dejar pasar por alto semejante primicia. El expresidente y premio Nobel (comprado) de paz, a través de su cuenta de Twitter señaló que la primera enseñanza que daría a sus alumnos sería esta: “Lección número 1 para mis estudiantes: siempre hagan lo correcto, no lo popular”. Todo esto en el marco de una serie de conferencias en la escuela Kennedy de la universidad de Harvard. No di crédito a la noticia y pensé que era un error; pero después recordé que Santos engaña a un duende y se me quitó. Se “lagarteó” esa cátedra y se les metió por los ojos a las directivas de ese prestigioso claustro; aunque, cuando los alumnos se quejen de la mediocridad inocultable de Santos, de seguro no lo volverán a invitar; pero el daño ya estará hecho.

La verdad es que Santos no debería ser profesor, sino rector, pero de la universidad del Crimen. No hay un personaje más siniestro y oscuro que el tartufo. Dada su experticia en las lides criminales, la mentira, la deslealtad y demás manifestaciones abyectas de la condición humana, se me ocurre que también podría dar clases, viéndolo bien. No hay que desperdiciar el potencial de semejante espécimen. Por ejemplo: Traiciones 1, ¿o qué tal Falsedades 2? Puede contar incluso con la ayuda de alguna de sus exministras impolutas como las traviesas “Gini” y “Ceci”, para animarse a dictar charlas sobre contratación estatal y moralidad administrativa. La trayectoria de Santos en quiebras, liquidaciones y descojones financieros, daría para disquisiciones sobre reestructuraciones empresariales. Lo propio podría hacer en la Facultad de Comunicación Social, con una materia titulada “¿Cómo comprar a la prensa y no morir en el intento?”. En el marketing político Santos es un verdadero fenómeno, mostrarles a los estudiantes las incoherencias, salidas en falso y contradicciones del “príncipe de Anapoima” sería muy didáctico, a fin de reconocer lo que nunca debe hacer un dirigente decente. La repartija de “mermelada” merece una cátedra magistral, que incluya el origen y diseño de los cupos indicativos, hasta llegar a la feria de contratos y puestos burocráticos para comprar conciencias parlamentarias. La mafia internacional nunca ha tenido una fachada de aparente legalidad, como la que Santos logró construir, en su paso por el servicio público. La Ndrangheta, la Yakuza y la Cosa Nostra envidiarían un método así de sofisticado y adornado con una falsa diplomacia tan eficiente al momento de conseguir lo que se quiere, incluso si hay que llevarse por delante a todo un país.

Encuentro que la llegada de Santos a la academia puede tener sus ventajas. Al fin y al cabo, es bueno que el mundo entero conozca la maldad en gel y no en pasta, como decían las abuelas.

La ñapa: Más que merecido el premio “Nobel de literatura póstumo” otorgado al gran Jorge Luis Borges, el escritor latinoamericano más universal e importante de todos los tiempos, por los organizadores del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA). A Borges le cobraron los de la Academia sueca ser de derecha para no galardonarlo en vida, otra prueba de que la izquierda desprecia a todo aquel que no piense igual. El premio es justo y cumple el sueño de millones de admiradores que reconocemos en Borges un genio inigualable e irrepetible.

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Abelardo De La Espriella
Abelardo De La Espriella

Abogado y Columnista


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