Parece que en el Centro Democrático, que dirige el ex Mandatario de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, se comienza a vislumbrar una especie de lucha interna por el poder político. No es la primera vez que el periodista Ricardo Puentes Melo la emprende contra el destacado senador de ese movimiento Iván Duque, a quien cataloga de ser cercano a algunos sectores de izquierda e, inclusive, al propio Presidente Juan Manuel Santos, supuestamente el hombre más odiado en esa colectividad de oposición que considera al Jefe de Estado un traidor que se hizo elegir por el uribismo.
Puentes acaba de publicar en su blog Periodismo Sin Fronteras un dura nota contra Duque, la cual republicamos para ilustrar esta «batalla» en el CD.
«George Soros y sus negocios con las FARC en el posconflicto»
A nadie en el Centro Democrático parece importarle que Iván Duque Márquez sea el principal seguidor y propagandista de Soros y sus doctrinas. Y todos creen que su economía naranja es una doctrina muy sesuda e inteligentísima nacida en las aulas de la libertad, cuando no es más que una línea de acción de la Escuela de Frankfurt con la cual propagan el marxismo cultural.
Este será el primero de una serie de artículos sobre la maléfica y poderosa influencia de George Soros en la propagación y financiación de grupos izquierdistas, junto a todo el emporio ideológico que esto requiere, alrededor del mundo y muy especialmente en nuestro hemisferio. Emporio ideológico que incluyen los poderosos medios de comunicación, así como think tanks, medios digitales “alternativos” de comunicación con apariencia de independientes (pero fuertemente financiados), premios a la excelencia, premios de periodismo, ONG de Derechos Humanos, ONG defensoras de la “libertad de prensa”, etc. Todo un conglomerado muy bien montado para darle una apariencia intelectual, académica y humanista a un propósito simple: la implantación del totalitarismo comunista que le permitirá a esa élite de mercaderes apropiarse de los medios de producción, de la tierra, de los negocios ilícitos y, por supuesto, del poder total sobre nuestras naciones.
La efectiva propaganda de Soros y su gente, movida por este todopoderoso imperio, siempre había colocado a los periodistas investigadores que se atrevían a tocarlo, en el podio de los perturbados conspiracionistas donde todos los medios -pagados por Soros, obviamente- los convertían en el hazmerreír del “periodismo serio”.
Esta aura de fantasía que Soros y su oligofrénico tinglado tejieron a su alrededor, llegando mucha gente incluso a dudar de la existencia real del mismo multimillonario, fue desmitificada por Donald Trump quien, sin temor alguno y sin pelos en la lengua contó al mundo sobre George Soros, sobre cómo éste financió la campaña de Hillary Clinton, y cómo, junto a ella, pusieron a andar el monstruoso aparato mediático que día a día intenta sin mucho éxito desprestigiar a Trump y su familia mostrándolo como un xenófobo y como un mandadero del odio. Los voceros de la campaña Trump anunciaron que el húngaro Soros será denunciado por traición a los Estados Unidos, y por atentar contra la estabilidad de Europa.
Hablar de George Soros es hablar de Smartmatic, la compañía de voto electrónico responsable del fraude electoral en Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador. Hablar de Soros es hablar del fraude electoral de Juan Manuel Santos, Dilma, Lula, Chávez y Maduro.
Hablar de George Soros es mencionar que él se sirve de la inteligencia castrista para sus más diversos propósitos en América, y que ha visitado muchas veces La Habana porque, junto a las FARC, tienen el propósito común de legalizar la droga y hacerse a millones de hectáreas para desarrollar sus negocios agrícolas. No por nada Soros es el principal promotor de los Acuerdos de La Habana. En el “postconflicto” Soros hará negocios multimillonarios en sociedad con las FARC.
Hablar de Soros es también mencionar la descomunal financiación de los grupos izquierdistas que buscan la legalización de las drogas psicoactivas (un negocio de proporciones gigantescas), de los que promueven la inmigración de islámicos a Europa y Estados Unidos, los feministas, los que publicitan el aborto y la abolición del cristianismo de la vida civil de las naciones. Soros está también detrás de las inyecciones de los ríos de dinero que sostienen el falso ecologismo, la ideología de género (es decir, la promoción del homosexualismo), la defensa de la “multiculturalidad”, la eugenesia (control poblacional), y el empoderamiento de la “industria cultural” como herramienta marxista para el control y engaño de las masas.
George Soros donó enormes sumas de dinero para conseguir la derrota de George W. Bush en Estados Unidos, en 2004. Perdió el dinerillo, pero apoyó la candidatura de Obama y la de los Clinton.
Un miembro de inteligencia en Estados Unidos manifestó a Periodismo Sin Fronteras que, durante los últimos comicios electorales de Estados Unidos, “se hicieron al menos 10 intentos de megafraudes, pero el equipo de Trump estaba preparado para ello y dieron al traste con la intención de esa gente (de Soros) de sabotear las elecciones para que se declarara un ‘Estado de Excepción’ por ‘razones de seguridad nacional’ y poder mantener a Obama en el poder.”
Para nadie es un secreto, tampoco, que George Soros, según investigaciones disponibles, estuvo detrás de la financiación de los crecientes desórdenes civiles que buscaron sembrar el terror en Estados Unidos luego del triunfo de Donald Trump. Esto, también, intentando que se declarara ese “Estado de excepción”. Varios analistas concuerdan en que Trump debe estar alerta por su vida misma.
Hablar de George Soros también es hablar, como ya lo mencionamos, de la legalización de la droga. El magnate es el principal financiador de los Open Society Found.
Fue a través de Open Society Foundations que George Soros consiguió que en 2013 Uruguay se convirtiera en el primer país en legalizar el comercio de la droga. Millones de dólares se invirtieron en la campaña que incluyeron eventos “científicos y académicos”, programas de televisión, artículos de prensa, editoriales y, lógicamente, congresistas que empujaran los proyectos de ley necesarios.
No fue gratuita la reunión de Soros y Juan Manuel Santos, recién empezaron los diálogos con los narcotraficantes de las FARC. Allí ellos dos definieron que esos diálogos deberían desencadenar, entre otras cosas, en la legalización de la droga. Una vez concluido el publicitado encuentro, Santos salió inmediatamente a decir a los medios que las “Farc debe ser aliado de lucha contra las drogas”(1). Evidentemente, el más poderoso cartel de droga del mundo exigía formar parte de la legalización de las drogas. Los comunistas (socialistas, progresistas, fabianos) se toman el poder, lavan sus dineros, se quedan con el negocio de la droga. Negocio redondo para todos ellos.
Iván Duque el “senador estrella” del Centro Democrático, Partido político de Álvaro Uribe, principal opositor del gobierno de Santos, es también fuerte promotor de la legalización de la droga para “uso medicinal” y es, además, fuerte crítico de la lucha contra las drogas en Colombia. (2)
Lo que a nadie parece interesarle en el Centro Democrático, es que Iván Duque, además de haber sido siempre del Partido Liberal, es discípulo de Juan Manuel Santos y empleado suyo desde la Fundación Buen Gobierno, en donde, siguiendo las directrices de los Castro, fueron los precursores del despeje del Caguán para los diálogos con las FARC en el gobierno de Pastrana.
Tampoco a nadie en el Centro Democrático parece importarle que Duque, como si fuera poco, es el principal seguidor y propagandista de Soros y sus ideologías (3). Y como pocos conocen del tema, creen que su economía naranja es una doctrina muy sesuda e inteligentísima nacida en las aulas de la libertad, cuando sabemos que no es más que una línea de acción de la Escuela de Frankfurt con la cual propagan el marxismo cultural.
Nadie sospecha de que el principal promotor de la candidatura presidencial de Duque es José Obdulio Gaviria, el mismo que llevó a Juan Manuel Santos al círculo de Uribe. Y todos en el Centro Democrático se hacen los de la vista gorda cuando a Duque, el defensor de los propósitos de Soros, lo premian las mismas organizaciones financiadas por Soros, le dedican carátulas y entrevistas los medios financiados por Soros, y lo invitan a difundir sus tesis los think tanks de propiedad de George Soros.
A nadie en el Centro Democrático le huele mal que mientras Iván Duque se derrite por George Soros, otro grupúsculo suyo, el International Crisis Group, diga que Álvaro Uribe (jefe político de Duque) es el principal obstáculo para la paz.
Nadie dijo nada cuando todos los senadores en el Centro Democrático (excepto dos) votaron a favor de la elección de Fernando Carrillo como Procurador General, gracias al cabildeo de Iván Duque, Ernesto Macías y Honorio Henríquez. A ninguno de ellos le importó que Fernando Carrillo, además de ser del círculo de Duque, fuera también alcahueta de Pablo Escobar Gaviria, ficha del M19 y él mismo un defensor de la legalización de las drogas.
Es el mismo modus operandi de Uruguay, Estados Unidos y, en general, de todos los países donde se ha legalizado la droga para beneficiar al magnate Soros, quien funge como “filántropo”: Bajo el disfraz de los centros de pensamiento o think tanks los empleados de Soros elucubran y emiten ‘sesudos’ estudios académicos para defender sus tesis de que la lucha contra las drogas es inútil y que es mejor legalizarla para usos medicinales. Luego esos “usos medicinales” se convierten en “usos recreativos” y toda la sociedad termina drogándose y descomponiéndose donde los únicos beneficiados son Soros y sus lugartenientes y, por supuestos las grandes mafias de narcotraficantes, en las cuales -dicen los expertos- George ya ocupa un puesto prominente.
Que el Centro Democrático, como único partido de oposición a los planes de los narcoterroristas de las FARC siga permitiendo tercamente que desde su interior se apoyen los intereses de los criminales, es preocupante. Pero más preocupante es que los mismos que engañaron a Álvaro Uribe Vélez para que apoyara a Santos sean hoy quienes promueven a Iván Duque como el salvador, matoneando a quienes digan lo contrario. Son esa izquierda “democrática” que sigue engañando a los millones de uribistas que no ven otra salida para evitar el triste destino de Venezuela o Cuba.
Porque mientras Colombia se jode, estos sinvergüenzas seguramente ya están haciendo sus negocios para poderse comprar su apartamento en Ocean Club, en Key Biscayne, Florida, de propiedad de George Soros, y donde Juan Manuel Santos ya adquirió el suyo a un precio innombrable que solamente los más ricos pueden pagar.
Es que ser mandadero de Soros y socio de las FARC tiene sus recompensas.
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