Así serán las consecuencias internacionales si en Estados Unidos se le pone un impuesto al carbono

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Saskia Wright

Especial para La Otra Cara.

La política ambiental del presidente estadounidense Donald Trump consiste en revocar las regulaciones ambientales hechas por su antecesor Barack Obama. Como consecuencia, gran parte del progreso realizado por los Estados Unidos en reducir las emisiones de carbono se ha deshecho. Sin embargo, los próximos años tienen cara de ser muy diferentes. Joe Biden se encuentra muy por delante de Trump en las encuestas para el voto Presidencial en noviembre, y la desilusión entre los jóvenes republicanos con las políticas de Trump sigue creciendo. Si Biden es elegido presidente, se encontrará en una buena posición para cambiar el papel de los Estados Unidos en la lucha global contra el cambio climático.

Según el Centro de Investigación Pew, dos tercios de los adultos estadounidenses dicen que el gobierno federal está haciendo muy poco para reducir los efectos del cambio climático. Sin embargo, se encuentra difícil encontrar una política ambiental que la mayoría de los estadounidenses apoyen. Esto se debe a que existe una gran división bipartidista en cuanto a la percepción de los efectos económicos de la regulación ambiental. En el 2019, alrededor de la mitad de los republicanos (el 52%) dijeron que las políticas ambientales dañan a la economía. En contraste, la mayoría de los demócratas dijeron que las políticas ambientales ayudan (el 47%) o no tienen ningún impacto (el 38%) sobre la economía. Con la economía global en una recesión post pandémica, la política ambiental de Biden va a tener que ser económicamente conservadora para obtener el apoyo de los republicanos. Además, debe radicalmente reducir las emisiones de carbono para obtener el apoyo de la facción más izquierdista del Partido Demócrata.

En el 2018, más de 3,500 economistas reconocidos llegaron a un consenso y expresaron su apoyo hacia el uso de un impuesto sobre el carbono. El consenso incluyó declaraciones de 27 economistas ganadores del Premio Nobel, todos los ex presidentes de la Reserva Federal y 15 ex presidentes del Consejo de Asesores Económicos del presidente estadounidense. La estrategia que apoyaron se llama la Solución de Dividendos de Carbono. Se basa en cuatro principios.

Primero, se impondría una tarifa creciente sobre la producción del carbono. De este modo, cualquier compañía contaminadora tendría que pagar un impuesto y por ende, el gobierno crearía un incentivo para contaminar menos. Los ingresos de cuyo impuesto serían dirigidos a cada familia estadounidense en forma de pagos a tanto alzado. Esto evitaría argumentos sobre el tamaño del gobierno y crearía un beneficio financiero inmediato para el pueblo. Debido a que aquellos con más riqueza contaminan más, el impuesto también tendría efectos redistributivos, ayudando a reducir la desigualdad en Estados Unidos.

El tercer principio de la Solución de Dividendos de Carbono es una simplificación regulatoria de las regulaciones ambientales existentes. De acuerdo con esto, cualquier regulación que ya no es rentable, sería revocada. De este modo, se liberarían recursos para ser usados de maneras mas efectivas. La última política de la Solución de Dividendos de Carbono es incentivar a otros gobiernos a adoptar un impuesto nacional sobre carbono. Para lograr esto, el gobierno estadounidense implementaría ajustes de carbono en la frontera. En otras palabras, les impondría una tarifa a todas las importaciones vinientes de países sin impuestos sobre el carbono. Las importaciones de países con tal impuesto, no se verían afectadas. Como consecuencia, mientras que unos gobiernos estarían recibiendo ingresos de su impuesto sobre el carbono, otros gobiernos perderían estos ingresos, que en su caso serían recaudados por el gobierno estadounidense. En efecto, países exportadores se verían obligados a adoptar un impuesto sobre el carbono si quisieran continuar comerciando con los Estados Unidos.

A pesar de los principios económicos coherentes en los que se basa la Solución de Dividendos de Carbono, esta estrategia tendrá muchos antagonistas entre la comunidad internacional. Los gobiernos extranjeros no van a estar dispuestos a aceptar tarifas más altas sobre sus exportaciones y acusaran a los Estados Unidos de adoptar políticas comerciales ilegales. Además, los efectos de la Solución de Dividendos de Carbono podrían causar tensiones geopolíticas si los gobiernos no pueden o no quieren adoptar recursos energéticos renovables. Este cambio será necesario una vez que los países productores de combustibles fósiles como el petróleo, el carbono y el gas natural vean un aumento severo en sus costos de producción. Cuando eso suceda, solo será cuestión de tiempo antes de que se vean obligados a buscar nuevas fuentes de producción energética. La transición de combustibles fósiles a recursos energéticos renovables es necesaria, pero va a ser difícil de lograr. 

Si Joe Biden decide implementar la Solución de Dividendos de Carbono, va a correr el riesgo de alejar a los miembros de su partido que buscan una solución más radical, así como a varios miembros del Partido Republicano y a la comunidad internacional. Por otro lado, es necesario que Biden se comprometa a una política ambiental como la Solución de Dividendos de Carbono si quiere mitigar el cambio climático. El candidato presidencial ha dicho que apoya ponerle un impuesto al carbono. Muchos de sus seguidores están contando con esto.

NOTA EN INGLÉS…

The Global Consequences of an American Tax on Carbon

Donald Trump’s environmental policy primarily consists of the systematic rollback of as many Obama era regulations as possible. Consequently, most of the progress America had made in reducing Carbon emissions has been undone. With Joe Biden significantly ahead in the polls, and the growing disillusionment among young Republicans, the upcoming election will be a pivotal moment for American environmental policy.

According to the Pew Research Center, two-thirds of U.S. adults say the federal government is doing too little to reduce the effects of global climate change. However, the difficulty is finding an environmental strategy most Americans will agree on. This is because there is a wide bipartisan divide on the perceived effects of climate policy. Around half of Republicans (52%) said in 2019 that such policies hurt the economy. In contrast, the majority of Democrats said climate policies either help (47%) or make no difference (38%) to the economy. With the global economy in a post-pandemic recession, any environmental policy that is to garner Republican support must be economically conservative. In addition, it must have radical consequences on the level of Carbon emissions in order to persuade the more leftist faction of the Democratic Party to cooperate.

In 2018 the largest ever consensus of economists expressed their support for using a Carbon Fee and Dividend to lower Carbon emissions. The consensus included statements by 27 Nobel Prize Winning Economists as well as all living former Federal Reserve Chairs and 15 former Chairs of the President’s Council of Economic Advisors. This strategy was named the Carbon Dividends Solution. It has four basic pillars.

First, a steadily increasing fee would be imposed on Carbon. By charging companies a tax on pollution, the government would create an economy-wide incentive to pollute less. The dividends collected from this tax would then be directed to American households in the form of lump sum payments. This would prevent debates on the size of the government and create an immediate financial gain for the American people. Because those with more wealth, pollute more, the tax would also have redistributive effects, helping to reduce inequality in the United States.

The third pillar is a significant regulatory simplification of the existing regulations on Carbon emissions. Any regulation that is no longer cost effective would be withdrawn. Due to the simplicity of the Carbon Dividends Solution, it will be easier to implement than many existing policies. The last aspect of the Carbon Dividends solution addresses the need for total global cooperation if climate change is to be mitigated. To incentivize other governments to adopt a domestic Carbon Tax, the American government would implement Border Carbon Adjustments. In other words, they would impose a fee on all imports from non-Carbon taxing governments. Imports from Carbon-taxing governments would not be taxed. As a consequence, while Carbon-taxing governments would receive revenue from this fee, non-Carbon taxing governments would miss out on said revenue, which in their case would be collected by the American government. Thus, exporters will see themselves forced to adopt a domestic Carbon Tax if they are to continue trading with the United States.

Despite the sound economic principles the Carbon Dividends Solution is based on, it will have many antagonists among the global community. Foreign governments will not take well to higher taxes being levied on their exports and might accuse the United States of illegal trading policies. In addition, the effects of the Carbon Dividends Solution could become geopolitically unstabilizing if governments are unable or unwilling to make the move towards cleaner sources of energy. This change will be necessary once countries that are producers of fossil fuels such as oil, coal and natural gas, see a severe increase in their costs of production. At that point, it is just a matter of time before they are forced to look towards new sources of production. The transition from non-renewable sources of energy to clean sources of energy is necessary, but it will be hard to achieve.

If Joe Biden decides to champion the Carbon Dividends Solution, he will risk alienating the Democrats who hope for a more radical solution, as well as various members of the Republican Party and the global community. However, Biden will have to implement this sort of environmental policy for the Earth to remain habitable. In the past, he has expressed his support for a Carbon Tax. Many voters will be counting on this.

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