Cuando Quasimodo el Jorobado, salvó la Catedral de Notre Dame en el siglo XIX

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El Jorobado de Nuestra Señora de París, Quasimodo -y su adorada Esmeralda- volvieron a ocupar las primeras planas de la prensa mundial, a causa del incendio de la catedral. Se recuerda que el escritor Víctor Hugo en 1831, con esta novela y la encendida defensa que hizo de la edificación, impidió que fuera demolida
Pepe Sánchez

Por Pepe Sánchez*
Tomado de Pepecomenta

Desde principios del Siglo XIX, el denominado Arte Gótico, era considerado algo obsoleto y decadente y se prefería el estilo del Renacimiento. Por ello, la emblemática Catedral de Notre Dame, insignia de París,  estaba a punto de ser demolida.  Los parisinos, ávidos de avances en todo tipo de materias, incluyendo desde luego la construcción, calificaban las edificaciones de estilo gótico como  «entes monstruosos, y vulgares», «indignos de la modernidad» y aducían que debían ser demolidos,  Para colmo, este centro eclesiástico había quedado desvencijado tras la Revolución Francesa, en la que según algunos teólogos, fue «mancillada por los Enciclopedistas».

 En efecto, el 10 de noviembre) de 1793, la Convención de la Revolución proclamó a la Diosa de la Razón o de la Sabiduría -que en griego es Sophia- y para personificarla fue llevada una dama de nombre Sophie Momoro, esposa de un impresos de la época. Notre Dame dejó de ser un centro de la fe, para ser consagrado al Conocimiento Humano. Pero aparte de eso, la Catedral durante ese período, fue utilizada como almacén y fábrica de pólvora., pero además, «sufrió numerosos actos vandálicos, en los que se desarmó su aguja, se saqueó su tesoro y las grandes estatuas del pórtico resultaron destruidas»,  según cuenta la historia. . Tras la renuncia de algunos obispos que habían favorecido a la Revolución, en el año de 1801, Notre Dame fue restaurada para el servicio católico y el 2 de diciembre de 1804, Napoleón Bonaparte y su esposa, Josefina de Beauharnais. fueron coronados como Emperador y Emperatriz de Francia por el papa Pío VII, si bien algunos historiadores -en especial del Catolicismo- señalan que el Pontífice sólo fue testigo y no oficiante.

Desmembrada por las acciones vandálicas de la Revolución, destruidas las estatuas las estatuas de los portales y las de la galería de los Reyes de Judea e Israel f por creerse que eran símbolos de la monarquía .La muerte del imponente centro religioso parecía inminente. El estilo gótico, con sus edificaciones religiosas altísimas «para estar más cerca del cielo» con bóvedas resaltantes, figuras geométricas y enromes vitrales, quedaban atrás. Ahora, el Renacimiento, con mucha gracia en los arcos y con pinturas al fresco de gran influencia griega, era el estilo dominante en las grandes capitales del mundo. Fue entonces cuando apareció Quasimodo.

Nuestra Señora de París, la obra del escritor Víctor Hugo, narra lo sucedido con Quasimodo, un jorobado que vivía en la Catedral de Notre Dame, que como bien señala el novelista, para el personaje no sólo era su vivienda sino su paraíso, todo su mundo.

-El diácono de la Catedral, Claudio Frollo, enamorado de manera insana de la gitana Esmeralda, le pide a Quasimodo -quien es casi como su mascota- que la rapte, pero su acción es impedida, y resulta condenado a unos azotes en público.

Frustrado y destrozado por lo celos, Frollo asesina al militar que impidió la acción de Quasimodo y acusa a Esmeralda de ser quien le dio muerte. Es condenada a la pena capital, pero Quasimodo impide la ejecución y ayuda a la dama a llegar a lo alto del campanario de la catedral. Frollo logra evadir a Quasimodo y se lleva a Esmeralda, pero ella rechaza sus amores de mala manera.

Nuestra Senora de Paris pg 20.jpg

 

Para vengarse, Frollo la entrega a las autoridades y se disponen a ejecutarla. En ese momento, el jorobado enloquece, mata a frollo arrojándolo al vacío desde la torre y rescata a Esmeralda con quien se desposa después:

Una vez que los europeos conocen la obra, vibran y se enternecen con las admirables descripciones que Víctor Hugo ha hecho de los personajes, del amor y sobre todo, de cada uno de los rincones de la Catedral de Notre Dame, además  de lamentar su mutilación. En el prólogo, el novelista escribe «Desde hace ya doscientos años a estas maravillosas iglesias medievales, las mutilaciones le vienen de todas partes, tanto desde dentro como de fuera y quizás la iglesia misma desaparezca pronto de la faz de la tierra»,

También señala el escritor que Todavía hoy la iglesia de Nuestra Señora de París continúa siendo un sublime y majestuoso monumento».y añade que, «por majestuoso que se haya conservado con el tiempo no puede uno por menos que indignarse ante las degradaciones y mutilaciones de todo tipo que los hombres y el paso de los años han infligido a este venerable monumento, sin el menor respeto hacia Carlomagno que colocó su primera piedra, ni aún hacia Felipe Augusto que colocó la última».

Al final, Europa en pie, impediría el sacrilegio y Notre Dame continúa en pie hasta hoy.

José Daniel Sánchez Pérez*

Periodista, Historiador y Master en Laboratorio Químico.

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