El escándalo que han suscitado las declaraciones de Danny Julián Quintana Torres, ex jefe del CTI de la Fiscalía General, ante la Corte Suprema de Justicia, promete convertirse en el más grave de la historia política colombiana, inclusive peor que el famoso Proceso 8000 que empañó la administración del presidente Ernesto Samper por sus nexos con el Cartel de Cali.
El tema es que las declaraciones de Quintana no pueden quedarse en lo anecdótico ni pueden pasarse por alto, mucho menos pueden tomarse como un favor que Quintana le está haciendo al ex candidato presidencial del uribismo, Óscar Iván Zuluaga, y otros miembros destacados del Centro Democrñatico, como aparentemente ellos lo sienten. Puede resultar ser el abrazo del oso.
Julián Quintana hizo una controvertida Dirección del CTI de la Fiscalía. Son muchas las denuncias de abogados que muestran como había una especie de cartel de imputaciones, ya que a Quintana, como a su jefe, el ex Fiscal General Eduardo Montealegre, le encanta la justicia de los micrófonos. Quintana era proclive a las ruedas de prensa, al protagonismo, a ser parte de espectaculares operativos donde él iba a la cabeza vestido con chompa y gorra del CTI. Quintana era de fácil verbo y no dudaba en calificar las investigaciones del Cuerpo Técnico, que manejaba, como pruebas reina y verdades judiciales. En más de un caso terminaba condenando públicamente al investigado antes de un pronunciamiento de la justicia. Esto le costó algunas tutelas falladas en su contra, que le obligaron a retractarse, como la que ahora parecen olvidar los protagonistas de este mismo escándalo, interpuesta por Luis Alfonso Hoyos, el ex asesor espiritual de Zuluaga, prófugo de la justicia. No hay que olvidar que Quintana fue un feroz perseguidor del uribismo.
Quintana es una persona que viene desde abajo, de una extracción muy humilde, con muchas carencias. Su padre fue un cantante de música popular con escaso éxito y en las redes sociales circularon videos musicales en los que Quintana era protagonista. Algunas personas que han trabajado con él, no dudan de calificarlo como brillante, pero con una ciega obsesión por el poder, que muchas veces pasó por encima de otros para sobresalir.
Pues bien, tanto Montealegre, como el ex Vicefiscal General Jorge Perdomo y el mismo Quintana sentían, y así lo expresaban, que la Presidencia de Juan Manuel Santos les debía mucho, y esto les hacía pensar que el Gobierno Nacional les tenía que pagar sus favores. Finalmente la Casa de Nariño, para ellos, les quedó mal a todos. Algunas personas sostienen que presuntamente el ofrecimiento de la Dirección de la UIAF si se dio a Quintana, pero cuando este todavía ostentaba el cargo de Director del CTI, no en las circunstancias relatadas por el propio Quintana, es decir por cuenta del Almirante Álvaro Echandía. Este ofrecimiento, parece que nunca se concretó por parte del Gobierno y eso terminó haciendo que Quintana se sintiera traicionado y decidiera entonces hablar. Puede ser que sí.
Habla luego de dos años
El hecho es que Quintana sale a hablar después de más dos años de sucedidos los hechos, y a pesar de que se esfuerza por mostrarse como un valiente que hoy actúa en pro de la justicia, no deja de ser inquietante que a pesar de todas las dudas que hoy dicen le generaba el proceso contra Zuluaga, se hayan mantenido en el puesto y no hubiera dado sus declaraciones antes, a tiempo… Si era verdad, el mal para el candidato uribista no hubiese sido tan grande.
Que lectura dan los hechos. Lo primero es que el anterior verdugo hoy está siendo entronizado en los altares del uribismo, por cuenta de que de una manera, a nuestro juicio torpe, el ex candidato Óscar Iván Zuluaga lo ha tomado como la única tabla de salvación para restituir su buen nombre. Zuluaga se está casando demasiado con Quintana, parece que la única versión que le gusta y en la que ahora cree es la que Quintana, y ex Director del CTI está en su salsa, hablando por todos los medios, diciendo aquí y allá que esa es la verdad. Sí, puede ser la verdad, pero es una verdad que deja más interrogantes que los que pretende resolver.
Está enlodando a Montealegre y a Perdomo
Las implicaciones de las declaraciones de Quintana, como algunos abogados penalistas expertos están haciendo ver, no están en que Echandía, a través de Jaime Lombana, lo denuncie por falso testimonio, están en que Quintana a la postre está casi confensando su presunta participación en un delito, y de paso además de enlodar a Echandía, en el fondo está también enlodando a sus jefes Montealegre y Perdomo. En fín, es el anillo suelto de la cadena. Si algo queda claro, es que Echandía – y por supuesto el Presidente Santos – no son los únicos protagonistas del supuesto fraude electoral. Las declaraciones de Quintana tendrán que pasar por el filtro del derecho penal y del derecho disciplinario.
Tarde o temprano, Montealegre y Perdomo tendrán que salir a dar sus versiones y solamente tienen dos caminos: o confirman la versión de Quintana, con lo que se auto incriminan, o la niegan, con lo que la Fiscalía hoy en cabeza de Néstor Humberto Martínez no tendría otra posibilidad que iniciar una investigación formal contra los tres, en donde terminarán enfrentados y sacándose todos los trapos al sol estos inseparables amigos.
Quintana ya demostró que no tiene trapos en la lengua. En este caso se aplica aquello de que con cara pierde, y con sello también. Y en todo esto también terminaría enredado Óscar Iván Zuluaga, pues evidentemente él es el del video publicado en los medios, y son sus palabras las que aparecen allí. Para Quintana lo de menos es el presunto delito de falso testimonio, debe responder por el show mediático que ayudó a crear contra la campaña de Zuluaga.