misiles de iran sobre tel aviv

¿Qué está pasando entre Israel e Irán?

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Una mirada clara y humana al conflicto en el Medio Oriente.

Por Eduardo Padilla Hernández, académico, abogado y padre.

A – ¿De dónde viene todo esto?

Para entender lo que ocurre hoy entre Israel e Irán, hay que mirar hacia atrás. Esto no empezó con los misiles de hace unas semanas, ni con los titulares de los noticieros. La tensión viene acumulándose desde hace más de cuatro décadas.

Desde 1979, Irán ha apoyado a grupos armados que consideran a Israel su enemigo. Del otro lado, Israel ha respondido con operaciones secretas, ataques selectivos e incluso sabotajes, todo para frenar el avance iraní en la región. Lo que vemos ahora es una escalada de algo que nunca se resolvió.

No es una pelea nueva, pero esta vez el mundo está prestando atención porque ambos países se están atacando directamente, y eso cambia las reglas del juego.

B – ¿Y qué tiene que ver Irak en esto?

Irak, aunque no es protagonista, sí está atrapado en medio. Su situación es complicada. El gobierno intenta mantenerse al margen, pero en su territorio operan milicias alineadas con Irán que han lanzado ataques contra bases estadounidenses e incluso han amenazado con involucrarse si el conflicto escala.

Esto pone al país en una posición muy frágil. No solo porque puede verse arrastrado a una guerra que no busca, sino porque cualquier error puede costarle la poca estabilidad que ha conseguido en los últimos años.

C – ¿Quién tiene razón?

Esta parte es difícil, y no hay una sola respuesta.

Israel dice que actúa para defenderse, y lo mismo dice Irán. Cada uno tiene argumentos, pero también responsabilidades. Ninguno puede justificar que sus acciones terminen afectando a civiles o cruzando líneas que el derecho internacional prohíbe con claridad.

Desde lo legal, atacar zonas residenciales o lanzar misiles sin medir consecuencias no tiene excusa. Desde lo político, responder fuego con más fuego ha demostrado una y otra vez que solo alarga el conflicto. Y desde lo humano, cuesta imaginar el miedo con el que viven las familias, los niños, los ancianos… en Teherán, Tel Aviv o Bagdad.

Como padre, eso es lo que más me duele: pensar que hay chicos que crecen aprendiendo a esconderse, no a jugar.

D – ¿Entonces qué se puede hacer?

Muchos creen que no hay solución, que esto es parte de una guerra interminable. Pero resignarse no ayuda. Sí hay caminos, aunque no sean fáciles.

Primero, se necesita que potencias extranjeras y organizaciones internacionales se tomen en serio el papel de mediadores. No con discursos vacíos, sino con acciones concretas.

Segundo, que Irak recupere el control de su territorio. No puede haber grupos armados actuando por su cuenta y poniendo al país entero en riesgo.

Y lo más importante: que tanto Israel como Irán entiendan que la violencia no garantiza seguridad. A veces parece que lo olvidan, pero no hay paz posible si lo primero que se lanza es un misil y no una conversación.

E – ¿Por qué debería importarnos?

Porque aunque esté pasando lejos, sus efectos nos alcanzan. Aumentan los precios, se tensionan las relaciones entre países, crece la inseguridad global. Pero más allá de eso, hay algo más profundo: este conflicto nos recuerda lo frágil que es la vida cuando quienes tienen poder deciden ignorarla.

No es solo una guerra entre gobiernos. Es una amenaza para miles de personas inocentes que no eligieron estar en medio.

Antes de cerrar

No escribo esto solo como académico o analista. También como padre. Y desde ese lugar, me resulta imposible quedarme callado cuando veo que el mundo empieza a normalizar una guerra más. No debería parecernos normal que un niño no sepa si podrá ir a la escuela al día siguiente. No deberíamos acostumbrarnos a que la paz sea siempre una promesa postergada.

Sí, hay historia, política y geoestrategia detrás de todo esto. Pero sobre todo, hay personas. Y si no ponemos eso al centro, no vamos a encontrar salida.

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Eduardo Padilla Hernández
Eduardo Padilla Hernández

Abogado, Columnista y Presidente Asored Nacional de Veedurías


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